El virus de lo extranjero. Lo extraño como virus
Julio 2021 - ISSN 2796-9576
Nota Editorial

El virus de lo extranjero. Lo extraño como virus

Mirta Goldstein
Mirta Goldstein

La grandeza de un hombre no se mide por el terreno que ocupan sus pies...sino por el horizonte que descubren sus ojos. Bashevich Singer (escritor, premio Nobel)

Si el Mal Elemental es la cara de la subhumanización del Otro, su traducción jurídica es la del crimen de lesa humanidad. Arnoldo Siperman (jurista especialista en Shoá)

Al cumplirse 100 años de la publicación del texto de Sigmund Freud: Psicología de las masas y análisis del yo, nos vimos convocados a presentar un número que contemple distintas dimensiones de la extranjería a la cual someten y se someten las masas y por ende, de aquello que acaece como destrucción del semejante: los fanatismos y autoritarismos, los movimientos raciales, la tortura, las masacres, las guerras.

Desde la perspectiva del sujeto incluimos los pasajes al acto de violencia y autodestrucción, y los estragos que a veces produce la diferencia sexual como fuente de incertidumbre, estrago que conduce a muchos sujetos a exiliarse y extranjerizarse de su sexo para encontrar alguna salida a la angustia de castración. Todos somos extranjeros a nuestra herencia biológica, cultural y psíquica por el hecho de transitar la exogamia, pero no todos transitan este pasaje sin sufrimiento psíquico.

Estamos convencidos, me refiero al equipo editor que me acompaña: Jorge Catelli (secretario), José Fischbein, Claudia Amburgo y Yiya Amado Zaffore, que el tema del semejante y la posibilidad de intervención del analista en las cuestiones de la Polis, es, no solo actual, sino de suma prioridad.

Quiero agradecer la inmensa colaboración de Jaime Szpilka quien, en el video que acompaña a este número, nos ofrece importantes reflexiones sobre “lo extranjero” y su dimensión presente y futura.

También agradezco a todos los autores que escribieron comprometidos con esta publicación: Gabriela Goldstein, Carlos Antar, Claudio Eizirik, Teresa Popiloff y María del Carmen Cayupan, Carlos Weisse, Jorge Catelli, Fabiana Freidin, Mirta Goldstein y al equipo que trabajó en la experiencia Cuidar a los que cuidan: Alejandro Bègue, Gabriel Finquelievich, Florencia Fernández, Laura Orsi, Rosalía Álvarez, Sonia Sandleris, María Cristina Fernández, Olga Cartaña y Vivian Secco, coordinados por Claudia Borensztejn.

Al comenzar esta nota editorial vino a mi recuerdo un verso cantado por Mercedes Sosa con letra de León Gieco que dice “solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente”, verso que nos interpela como analistas en el corazón de la ciudadanía y los derechos humanos, como dice Claudio Eizirik, a lo cual agregaría: nos interpela en la civilidad en tanto no puede haberla sin una concepción ética del semejante.

Lamentablemente hoy lidiamos con la experiencia de librar contiendas diversas y simultaneas: la lucha contra los efectos de la pandemia testimoniada por el equipo que contuvo la angustia de los profesionales de un geriátrico; el combate contra la pobreza y el consumismo como relata Carlos Weisse; el ataque a las infancias como expresa Fabiana Freidin, y la destitución de la violencia en los vínculos de pareja y familia, como desarrolla Carlos Antar.

Por su parte Gabriela Goldstein aborda con claridad y profundidad el encuentro con lo extraño que a veces es siniestro y otras veces resulta teñido de Eros en el amor y la sublimación.
Popiloff y Cayupan destacan la potencia del virus como “intruso” inevitable de lo social y Jorge Catelli desarrolla e historiza los dilemas del sujeto extranjero.

¿Cuál es la relación del virus de lo extranjero con la masa que señala Freud?, ¿podemos hacer de la masa una abstracción sin sujeto responsable? Las masas pueden y no pueden constituir una homogeneidad absoluta; este es un tema ampliamente debatido tras los exterminios del sigo pasado que visibilizaron la cuestión de ¿quién se hace responsable de los actos de lesa humanidad? En Acerca de culpas y responsabilidades, Arnoldo Siperman, analizando la acción del movimiento nazi dice: “la culpa por el mal impartido no puede extenderse a todo un pueblo o una nación…y “la culpa de todos diluye la de los verdaderos autores de los crímenes: decir que todos son culpables equivale a decir que nadie lo es.”

En un sentido amplio la masa se opone a lo que entendemos por pueblo y por colectivo, sin embargo, cualquier grupo puede convertirse en masa si se deja fanatizar o es demandado, por algún ideal, a vivir la experiencia del extrañamiento y de la crueldad. La masa puede unificarse por una creencia, un líder, un discurso o un gusto apasionado, luego a una masa se puede pertenecer sin consciencia de ello.

¿Qué une a los violadores en manada sino el repudio a lo femenino y la disociación madre virginal, por un lado, y mujer deseante, degradada o fácil, por otro? ¿Qué desencadena que un partido de futbol termine trágicamente, sino que los hinchas se sientan unidos por la devoción a la “camiseta” y la pasión incontrolable de “triunfar” o de identificarse con el ganador?

Una manifestación, un recital, cualquier multitud que desmiente en alguna fracción de la realidad a la ley de civilidad, se constituye en masa irreflexiva. Freud la denomina “masa psicológica” por sus características de devaluación del pensamiento, exaltación del sentimiento de la fe e impulsividad en la acción. La indiscriminación de la masa es el resultado de la confusión entre yo y no-yo, la exacerbación del oponente como enemigo y la necesidad de recuperación del poder fálico.

Hostis (latín), Xenos (griego), Guer (hebreo), todos estos nombres significan extraño y extranjero y manifiestan dos caras del prójimo: amigo y enemigo, huésped (hospedado) y rechazado (apartado, excluido). Lo Umheimlich, siniestro extraño a lo Heim, familiar, se encarna en algún otro que se constituye en síntoma del encuentro siempre fallido con el objeto perdido.

Albert Camus en su novela El Extranjero, plantea la historia de un hombre melancolizado que en un arrebato asesina a un extranjero y es llevado ante un tribunal para ser juzgado. Camus descubre el otro costado del extraño: ese que habita en cada uno y que, dadas algunas circunstancias, puede resultar asesino. Freud habla de la “reacción alterada del individuo” y la vincula con el estado anímico en el cual se indiscriminan el pensar, el sentir y el hacer. Entonces tenemos masas conformadas por sujetos fanatizados que piensan sienten creen sin poder discernir alguna responsabilidad ni diferencia sobre su deseo y acción (1).

El principio del placer-displacer pone al ser hablante en una relación compleja entre íntimo y extraño por lo cual no hay consciencia de qué fragmentos de sí mismo se matan cuando se forcluye o se extranjeriza lo considerado: “no-mío”. Es decir, estamos hechos de una trama que prefiere lo familiar y conocido y se desentiende de lo que considera incomprensible, doloroso y perjudicial. ¿Dónde va a parar eso expulsado?

¿Retorna, en qué forma? Una de las formas es la fantasía de que el otro posee lo que debería pertenecerme; se denomina fantasía de robo y puede producir prejuicios y maledicencias o conducir a masacres, violaciones y saqueos.

Los movimientos sociales que repudian y segregan buena parte de si, no solo viven la experiencia de la amenaza de fragmentación, sino que contrarrestan dicha fragmentación gracias a la xenofobia, el exterminio y el apartheid. En gran medida los caracteriza el negacionismo de que “lo otro” es también parte del ser que hace falta.

Los virus de la hostilidad y la xenofobia derivan, entonces, de una herida narcisista y del desconocimiento de la propia ajenidad. Hostilidad se opone a hospitalidad, pero ambos términos provienen de la misma raíz.

Del desencuentro recurrente con el otro surge la figura del renegado, es decir, aquel que se desentiende de sí mismo y del semejante, aquel cuya indiferencia al dolor del otro, lo vuelve espectro, fantasma de una compasión a la que no pudo acceder como dique pulsional y como identificación al padecimiento ajeno.

Lo extranjero nos habita. Hablamos la lengua materna, pero creamos la propia; vivimos en un país y en una cultura, pero no compartimos la totalidad de sus rasgos. Algunos se exilian de las costumbres familiares en pos de conquistar el propio deseo mientras otros se vuelven ultra ortodoxos reforzando obsesivamente su herencia. Estas diferencias se deben a que no-todo puede ser duelado ni separado de la corporeidad, por lo cual algunos enferman de culpas propias y ajenas. ¿Acaso no hemos visto en los análisis, anoréxicos identificados a las imágenes de los cuerpos masificados en campos de exterminio, pues lo siniestro retorna en varias generaciones?

Jaime Szpilka nos hizo llegar un comentario que deseamos compartir con ustedes. Dice Szpilka: “Baranger, en una conversación personal, introdujo el neologismo “dividuo” para contrarrestar al individuo.” Este dividio, al expulsar de si lo displacentero y perder su unicidad, se escinde siendo en sí mismo la marca de una falta. Luego “extranjero” es otro nombre de la división subjetiva anterior al acceso del infans a la palabra, y que continúa operando en el lenguaje y los actos.

Incluimos en este número dos poemas del poeta turco Nazim Hikmet por su compromiso con la vida y su combate a las guerras; el poema contra la bomba atómica escrito en 1963, alega y testimonia:

Había en Japón una niña
una niña chiquitita y linda.
Había una nube en el mundo:
solo para matar.
Esta nube mató a la abuelita
de la niña chiquitita,
dispersó su ceniza en el cielo,
y luego volvió de repente
y asesinó a su papá
y también a la niña.
Pero nunca se saciaba
y buscaba nuevas víctimas.
Se llama muerte atómica
y grita en la oscuridad.
Construyamos una gran unidad
y hagamos callar a las fieras.
Combatamos la guerra
y aniquilemos a la fiera.

(1) Goldstein, Mirta: El sujeto de la creencia fanatizada, Revista de Psicoanálisis, Tomo LXXVI, número 4. pp. 49 - 65: Creencias, Ideales y certezas.

Mirta Goldstein, Directora

Junio 2021

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc

Secretario: Jorge Catelli

Colaboradores: Claudia Amburgo

José Fischbein

María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein

Vice-Presidente: Dr. Eduardo Safdie

Secretario: Dr. Adolfo Benjamín

Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas de Salas

Tesorero: Dr. S. Guillermo Bruschtein

Vocales: Dr. Carlos Federico Weisse, Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Lic. Mario Cóccaro, Dr. Néstor Alberto Barbon, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Roxana Meygide de Schargorodsky, Lic. Susana Stella Gorris.