Dolor Psíquico y duelos
Agosto 2020 - ISSN 2796-9576
Textos breves

Duelos. Psicoanálisis y literatura

Sara Zusman Arbiser
Sara Zusman Arbiser

I) Freud y Duelo

A lo largo de la obra de Freud el tema del duelo está tratado en muchos de sus escritos: “Tótem y Tabú” (1913), “Duelo y melancolía” (1915/17), “La Transitoriedad” (1916), “Las cinco conferencias” (1909/ 10), “Psicología de las masas (1921), “Una neurosis demoníaca” (1922/23), “Inhibición, síntoma y angustia” (1925/26).

También podemos observaren la clínica tanto de las pacientes histéricas en 1895, como en el caso de la neurosis obsesiva, el Hombre de las Ratas en 1909, conceptos en relación al duelo que van a ser retomados en Duelo y Melancolía.

En su extensa correspondencia,encontramos excelentes, sorprendentes y fundamentales aportes acerca del duelo.

En algunas de sus cartas, Freud alude a cuatro muertes producidas en los momentos en que se desencadenaba y era operado de su cáncer.

El 3 de julio de 1919 se suicida Víctor Tausk y en enero de 1920 mueren, casi simultáneamente, su paciente y discípulo AntonvonFreund y su hija Sophie. Sophie, que estaba embarazada, muere a los 26 años de edad a raíz de una neumonía gripal. Ella dejaba dos hijos, Ernest, el famoso niño del carretel, el del Fort-da, de casi seis años y su hermanito Heinele de 13 meses de edad. Los niños quedaron a cargo de las otras hijas de Freud.

En 1923, tres años después de la muerte de Sophie, sobreviene otra gran desgracia familiar.  Heinele enfermó de una tuberculosis incurable y murió a los 4 años y medio.  Dice Jones que fue la única ocasión en la vida adulta de Freud que se supiera que hubo derramado lágrimas. El golpe le resultó completamente insoportable, más aún que el cáncer.

Escribe en una carta: "Encuentro esta pérdida muy difícil de soportar. No creo haber experimentado jamás una pena tan grande. Trabajo por pura necesidad pues, fundamentalmente, todo ha perdido su significado para mí".

En otra carta, que le escribe a Binswanger, después de la muerte del hijo de aquél, en Abril de1929, nueve años después de la muerte de Sophie y tres después de la muerte de Heinele, va más allá de lo planteado en Duelo y Melancolía: ya no habla de la sustitución del objeto perdido.

En estas cartas y testimonios, Freud cuando alude a estas cuatro muertes señala que ocurrieron en los momentos en que se desencadenaba y era operado de su cáncer.

Es importante señalar que remarca algo no dicho en 1915 en “Duelo y melancolía”, pero insinuado en “La transitoriedad”, este algo distinto va más allá de la sustitución del objeto perdido que proponía en 1915.

Esta sustitución ya no puede pensarse tan simple porque entre 1920 y 1929 Freud amplía y rectifica a partir de sus propios y recientes duelos y señala que toda muerte de un ser querido nos deja inconsolables.

Nunca encontramos con qué rellenar el hueco que deja la partida de un ser querido y en caso de rellenarse el hueco se convierte en algo distinto.

Ese algo distinto es la única manera de perpetuar los amores a los que no deseamos renunciar. Nuestros muertos se instalan en nuestras identificaciones.

La muerte y el lazo con nuestros muertos no es sin consecuencias en la prosecución de la vida.

Freud remarca lo sufrido por él, por ejemplo: su precipitado envejecimiento por la herida irreparable.

II) El duelo es un enigma, y muchas veces incurable

Los recuerdos vienen, pero no se quedan quietos. Se revisan constantemente en virtud de las nuevas experiencias. La memoria es un palimpsesto.

Palimpsesto, del griego antiguo significa "grabado nuevamente”, es el manuscrito que todavía conserva huellas de otra escritura anterior en la misma superficie, pero borrada expresamente para dar lugar a la que ahora existe.

El ejercicio de la memoria implica siempre una trama ficcional, el pasado siempre se reconstruye.

Ya en una carta a Fliess del 6 de diciembre de 1896 Freud señalaba que las huellas mnémicas estaban continuamente reordenándose. Plantea que la memoria no preexiste de manera simple sino múltiple, y se registra en diferentes variedades de signos. Las huellas van integrando así una red de asociaciones en movimiento, de tal forma que no puede existir un registro fiel de un acontecimiento vivido.

Como en Proust, el pasado se inserta en el presente y así es rescatado.

La clínica psicoanalítica reconoce los aspectos incurables del duelo, pero también señala el trabajo de elaboración que permite que la vida, a pesar de lo perecedero, continúe. Hacer la vida un poco posible pese a la muerte y sostener el amor hacia nuestros muertos, amor que puede perdurar más allá de las pérdidas y el padecimiento de nuestros síntomas.

De acuerdo con Margaret Little: "Cada uno de nosotros tiene su cementerio privado donde no todas las tumbas tienen inscripta su lápida correspondiente."    

III) El Duelo en la literatura

Como siempre la literatura y los poetas nos transmiten con gran belleza    las verdades inconscientes: así de Alberto Cortez escuchamos: “Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”.  Y William Faulkner en Requiem para una monja nos dice: "El pasado no ha muerto, ni siquiera ha pasado”.

La literatura del duelo es algo menos que duelo y algo más que literatura. Ante la muerte de un ser querido, Auden pedía en “Funeral Blues”, un poema popularizado por la película “Cuatro bodas y un funeral”, que se parasen los relojes.

Los relojes no paran, pero los escritores siguen intentándolo. Es lo quehantratado de hacer autores como Philip Roth con “Patrimonio”, Paul Auster y “La invención de la soledad”, C. S. Lewis en “Una pena en observación”, Albert Cohen y “El libro de mi madre”, Albert Caraco con “Post Mortem”, Ackerley en “Mi padre y yo”, Richard Ford con “Mi madre”, etc, etc.

En el intento nos dieron alguno de sus mejores libros.

La escritura ha permitido aliviar el dolor de las pérdidas significativas de algunos escritores y muchos han hecho del duelo el objeto mismo de su literatura. El resultado constituye todo un subgénero que ha dado obras  hechas de ausencias, cuentas pendientes y combates  con el dolor.

“Lo que no tiene nombre”,  es el título que  Piedad Bonnett puso a su intento de entender los motivos que llevaron a su hijo, pintor de 20 años de edad, a tirarse por la ventana de su departamento en Nueva York. A veces la escritura busca palabras donde ya no quedan.

Cuando Pierre Curie murió atropellado por un coche de caballos, su mujer, lacientífica Marie Curie, trató de llenar esa ausencia enun diario.

A esas páginasrecurrió Rosa Montero cuando murió su marido. El resultado del cruce de ambas historias es “La ridícula idea de no volver a verte”.

También a su marido ha dedicado Lea Vélez:"El jardín de la memoria".

“Memorias de una viuda”de Joyce Carol Oates, es un libro que nos permite conocer a la más íntima, personal y quebradiza JCO, aquella que narra en primera persona la pérdida de su amado esposo, Ray, abriéndonos su alma de una manera que sus lectores nunca creerían posible.

Relata con extraordinaria belleza su enorme sufrimiento.

En ese tiempo de dolor y confusión, en el que la autora dice que se siente incapaz de escribir una simple reseña, nosasombranarrando los detalles de tan doloroso trance y construye varios niveles de observación sobre su situación que permiten hacer ameno, humano y social su relato del duelo

Habla de sus sentimientos, el accionar de cada día, la angustia por sus fantasíassuicidas y la adicción a los tranquilizantes.

También puede ser la narradora omnisciente que relata y analiza desde afuera de sus sentimientos todo lo acontecido.

Muy humana, demasiado sincera, a veces crea un registro estremecedor sobre sí misma. Retrata a su marido en múltiplesfacetas señalando paso a paso los cambios de casada a viuda. Ofrece opiniones sobre su vida social, los premios, la firma de libros, las citas en las bibliotecas, las seguidoras pesadas. Incluso la política no sale indemne de su obra.

Sorprende, que una mujer que ha protegido notablemente su vida personal, se abra así ante todos nosotros y sea capaz de exponerse desnuda en tan dolorosa circunstancia de su vida.

IV) Kafka y la muñeca

Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia muy insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontróa una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca. 

Kafka se ofreció a ayudar a buscar a la muñeca y se dispuso a reunirse con ella al día siguiente en el mismo lugar. Incapaz de encontrar a la muñeca compuso una carta “escrita” por la muñeca y se la leyó cuando se reencontraron: -“Por favor no me llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras ...“- Este fue el comienzo de muchas cartas. 

Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña fue consolada. Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente se veía diferente de la muñeca original. Una carta adjunta explicó: -" mis viajes me han cambiado … " - 

Muchos años más tarde, la chica ahora crecida, encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca. En resumen, decía: - "Cada cosa que amas, es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente". 

Si la historia es verdadera o es ficción es un detalle menor. Porque la belleza reside en la ternura de su trama y su mensaje.

Autor/es:

Sara ZusmanArbiser, APA

Descriptores: DUELO / LITERATURA

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc

Secretario: Jorge Catelli

Colaboradores: Claudia Amburgo

José Fischbein

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. Claudia Lucía Borensztejn

Vice-Presidente: Dr. José Fischbein

Secretaria: Lic. Laura Escapa

Secretaria Científica: Dra. Rosa Mirta Goldstein de Vainstoc

Tesorero: Dr. Rafael Eduardo Safdie