Coronavirus o la peste de nuestro tiempo
Esta publicación fue creada para entrecruzar el psicoanálisis con temáticas epocales que afecten a las sociedades.
El coronavirus nos ha despertado del sueño heroico que podíamos vencer a la naturaleza. Si bien nos advierte de nuestra mortalidad, lo más importante es que nos somete a los designios de nuestros propios fantasmas.
Directora Mirta Goldstein
Secretario Jorge Catelli
Colaboradores
Claudia Amburgo
José Fischbein
Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Presidenta: Dra. Claudia Lucía Borensztejn
Vice-Presidente: Dr. José Fischbein
Secretaria: Lic. Laura Escapa
Secretaria Científica: Dra. Rosa Mirta Goldstein de Vainstoc
Tesorero: Dr. Eduardo Safdie
Vocales: Jorge Catelli, Claudia Amburgo de Rabinovich, Alberto Stisman, Maximo Kogan, Adrian Augspach, Rita Perez Alarcón, Alicia Garcia Penna
El acecho de lo Incierto
En estas situaciones de crisis, nos enfrentamos con innumerables aspectos que desconocemos. Normatizamos sobre alguna información y desde la ley, la imposición del aislamiento, categorizada como la histórica cuarentena.
¡Vayan para adentro!
Cuando llegaba la hora de dejar los juegos de la calle, la voz de mi abuela repetía siempre esta consigna que quería ser imperativa, pero que el correr del tiempo y el ensayo-error de nuestra desobediencia había devaluado considerablemente. Mi hermano y yo sabíamos que ella era portavoz de mi madre que generalmente llegaba más temprano de su trabajo. Ambos teníamos muy claro también que la llegada de nuestra madre era el anticipo del retorno de nuestro padre, quien representaba la opacidad, lo inapelable de una palabra que dice lo que dice.
Peste contra peste
Laura está angustiada. Su hija de 9 años está con su padre en otra provincia. Menos de 300 kilómetros de distancia los separan. Laura siempre tuvo una buena relación desde que se separaron con Marcelo, el padre de Inés. Coincidieron en las normas generales y particulares de la crianza de la hija en común, sin disputa alguna durante varios años. En cuanto leyó la noticia sobre el aislamiento social obligatorio, como forma de control de las epidemias desde el Medioevo, lanzado por el Gobierno Nacional, sintió una separación brutal y absoluta entre ella y su hija; separación a la cual le dio una marca de eternidad. Una voz le decía que la distancia física debía ser resuelta sin ninguna demora o ya nunca.
De la serie distópica hecha realidad y un planeta con “pandemia de angustia” ante el Coronavirus
El planeta entero está en alerta. Los focos de un enemigo invisible cobran fuerza a través de las redes sociales, que empujan a la población mundial a un mar de confusiones. Los peores de los fantasmas se agitan embravecidos por “fake news”, grabaciones apócrifas de presuntos sanitaristas ignotos dando mensajes apocalípticos con voz agitada, alertando respecto del fin de casi todo, en principio de la vida de cada quien. Los reconocidos epidemiólogos discuten en público la validez de la idea del otro, apasionada y negligentemente. Nuevas oposiciones entre bioquímicos, inmunólogos y otros especialistas, suman confusión a la ya iniciada por los intelectuales de moda, que tempranamente propusieron ideas paranoides y conspirativas. Otros temerarios dicen exactamente lo contrario a todo lo anterior y desde el púlpito de los medios, se pontifica hacia todas las direcciones. La opinión pública empuja la mano de los políticos para firmar decretos de dudosa fundamentación. Los economistas se muestran exacerbados sumando terror a las previsiones del caos. Los infaltables “profesionales psi” de la acusación liviana y la patologización, también a la orden del día, hacen el más impactante “aplicacionismo” de sus insuficientes teorías para legitimar sus propios miedos y exacerbados sentidos comunes, más comunes que nunca, sin lectura posible desde ningún lugar consistente y comprometido.
Sin clases por el coronavirus: qué hacer con los chicos durante los días de aislamiento
El Gobierno dispuso la suspensión de clases hasta el 31 de marzo en los niveles inicial, primario y secundario para evitar –o retrasar lo más que se pueda– la circulación activa del virus a nivel local.
Palabras de la presidente de APA
Mientras escribo estas líneas trato de digerir el impacto de las medidas de cuarentena recientes que han comenzado a regir. Es difícil absorber acontecimientos inimaginables que nos involucran a todos. Padecemos de una forma especial de ataque invisible que detiene el impulso con el que se desarrolla la vida. Todo ha ocurrido muy velozmente. Primero supimos de China y parecía lejano, luego Europa donde viven amigos y familiares, nos contaban y no podíamos creerlo. ¿No salen a la calle? Parecía tan extremo. Y cuando llegó a nuestro país apenas tuvimos tiempo de pensarlo y ya estaba minuto a minuto afectándonos, de modo cada vez más intenso, haciendo planes que debíamos deshacer al rato, y cayendo en la cuenta lentamente a medida que todo sucedía rápidamente. La ansiedad, el miedo, el susto fueron las reacciones iniciales, junto a dosis importantes de negación, acá no pasa nada. Es evidente que las medidas sanitarias son duras, pero de alguna manera tranquilizan, ya sabemos lo que debemos hacer. Ahora veremos cómo afrontar el aislamiento social. Me preguntan qué aconsejo. Aconsejo confiar en lo que nos indican y cumplirlo. Y cómo hacer para combatir la ansiedad. Lo primero entender que no tenemos otra alternativa y esto se hace para tener alguna chance de que no nos pase algo grave. Que pueda controlarse. Es lo que se llama aprender de la experiencia ajena. Por otro lado, tenemos la suerte de estar bastante comunicados, aunque estemos aislados físicamente, con un uso responsable de las redes para que podamos seguir en contacto y para que funcionen las redes de salud y la educación que son imprescindibles.
A cinco días del A.S.P.O.
Estamos viviendo un momento muy particular: uno de sus rasgos es que tendemos a transitarlo en una atmósfera oniroide. Es habitual escuchar el comentario de estar viviendo estos días de aislamiento “como en un sueño”… cuando no en una pesadilla. Hemos abandonado abruptamente nuestras rutinas cotidianas, y nos cuesta aun reconocernos en hábitos que -si bien pertinentes y necesarios- han restringido notoriamente la riqueza y la diversidad de los vínculos y de los escenarios que habitamos.
Acerca de la esperanza
No hay esperanza sin miedo ni miedo sin esperanza. Esto pensaba el filósofo judío holandés Baruch Spinoza (1632-1677), hombre de vida breve y difícil, a quien se respeta como uno de los tres grandes pensadores racionalistas de todos los tiempos (los otros dos son Descartes y Leibniz). La razón y no los sentidos, siempre falibles, es la que puede darnos verdadero conocimiento de la realidad, sostenía Spinoza, quien definía a Dios como una sustancia esparcida en todo lo existente, identificándolo con la Naturaleza.
Poemas
Dicen que cuando volvamos a abrir la puerta,
el aire estará más limpio,
el agua más cristalina
y los bosques más espesos.
Dicen que cuando volvamos a abrir la puerta,
los picaflores nos cantarán al oído mil secretos de amor,
que los pingüinos harán las más bellas danzas,
y que los delfines nos darán la bienvenida.
Dicen que cuando volvamos a abrir la puerta,
seremos libres de pensamientos antiguos,