Realidad, verdad y ficción. Efectos en la clínica
Noviembre 2021 - ISSN 2796-9576
Intersecciones

Testimonio de un dialogo entre analistas -Intersecciones- Diálogo Iberolatinoamericano 2021/22

Eva Amelia Ponce De León
Eva Amelia Ponce De León

Textos en diálogo publicados

- Jaime Szpilka: “Acerca de la verdad” (Texto original publicado bajo el título: Razón y verdad, una perspectiva psicoanalítica. Revista de Psicoanálisis. 51(12), pp. 129-148. APA.
- Marcelo Toyos: “Recalculando” (La época APA Online, Número 27: Conjeturas sobre nuevas realidades)

Dos especiales textos disparadores son el punto de partida de múltiples reflexiones con destacados colegas latinoamericanos: ¡los estimados constructores de este diálogo!

El trabajo de Jaime invita a zambullirnos en profundos interrogantes desde el psicoanálisis, la filosofía y su maestría en el saber decir.
Marcelo, con su punzante agudeza, nos aguijonea desde lo que a todos nos atraviesa en estos impredecibles tiempos. Nos invita también a no soslayar el encuentro con lo Real.
Nos acompañan la riqueza de 17 intervenciones; 12 sociedades en esta primera etapa. Cada una de las participaciones ha sido desplegada, comentada por Jaime Szpilka, Marcelo Toyos y también por Alberto Cabral. Presentamos esta primera exposición, inevitablemente acotada... Nos volveremos a encontrar en el Symposium de APA 2021.

Acerca de la verdad

Jaime Szpilka (SPM Madrid-APA)
12 de mayo 2021

1.La verdad es una cosa del decir. Se dice o no se dice la verdad. Implica que lo que se dice es. Abarca dos cuestiones, tanto si el decir puede decir al ser, como si el ser de lo que se dice es. Como psicoanalistas las dos cuestiones nos conciernen especialmente, por la complicación del concepto de Inconsciente. La interrogación que aflora se refiere a si el Inconciente es el sitio donde se aloja la verdad, o si por el contrario es el sitio donde toda verdad se desvanece. Porque si hay inconsciente lo que se dice no es.
De allí se podría enunciar que de la verdad “nada” para decir, ya que si la “nada” es la invención humana por excelencia, lo que apuntala nuestro vivir en lo simbólico, decir la verdad es referir una y otra vez la “nada” que nos hace humanos.
2. La esencia de la revolución freudiana rompe la división neta entre lo racional y lo irracional. Cuestiona la jubilosa promoción del ser pensante y parlante, como una de las más vanas ilusiones. La operación esencial es la destitución del júbilo de la palabra. La jubilosa maravilla se alía con la ruinosa desgracia, ya que las promesas del acceso al ser, al saber, a la verdad y a la objetividad, terminan delatándose como mitos retrospectivos creados por el habla mismo.
En síntesis, la condición parlante nos impone paradójicamente aquello que nos torna imposible. El inconsciente entra en escena radicalmente, recogiendo la paradoja, ya que se gesta en el espacio que puede definirse como la maldición que se gesta en el ser por el acto del habla. Porque se dice hay algo que se quiere saber decir, pero que no se puede terminar ni de decir ni de saber. Aquí vislumbramos el alcance ético de la cuestión.
Como psicoanalistas prometemos el inconsciente, poniendo en juego el imperativo categórico de la verdad en el lugar de la maldición que se gesta en el ser por el acto del habla. Pero desde que se habla, y la palabra aparece como vehículo para colar una interrogación sobre el ser, se abre la dimensión de la ignorancia. Quien no es sujeto del habla no ignora y no tiene nada por saber, por lo cual no se le plantea el problema de la verdad. Pero cuando la cosa a saber se presenta, la verdad acucia. No tanto porque se perdió una verdad que estaba allí, sino que retroactivamente aparece míticamente como lo que hay que encontrar. Verdad que antes no era, porque el ser era lo que era o no era lo que no era, pero que después dejo de ser. ¿Qué hacer por lo tanto con lo que antes no fue y después dejó de ser?
El deseo humano queda atravesado por ese error temporal y esa imposibilidad, la problemática de la imposible verdad, e intenta colmarse en el orden posible donde se constituye la razón. Es la imposible verdad la que sustenta el deseo de la razón, ya que no tiene otra razón que su imposibilidad.
Así toda verdad que quiera apelar a la razón y toda razón que apunta a la verdad, solo se sostienen en la ficción de un mundo ordenado y comprensible, en cualquiera de las ideologías mundanas. Y solamente en el mundo manifiesto donde impera la lógica aristotélica, podemos atender a la verdad como “adequatio intellectus et rei”.
3. Heidegger critica a Platón por haber priorizado la “paideia”, (la justa relación del juicio del sujeto con su objeto) frente a la “aleteia” (el desvelamiento del ser), enlazando la pregunta por la verdad con la pregunta por el ser. Afirma que ningún intento por fundamentar la verdad en la razón o en cualquier modo de subjetividad puede poner a salvo esa esencia. Así la verdad predicativa u óntica se basa en una antepredicativa u ontológica.
Critica además a Descartes en su amarraje del ser, por la co-presencia del “cogito” con el “sum”, que da lugar a la primera confusión del sujeto con su objeto. Y sabemos que Lacan, a pesar de afirmar que el sujeto del psicoanálisis es el sujeto de la ciencia moderna, inaugurado por el amarraje en el ser de Descartes, no deja de señalar la división subjetiva, y por ende la falla objetiva que pone en cuestión la separación entre saber y verdad.
Freud nos marcó las pautas de la cuestión. Primero en sus Cartas Heroicas, donde afirma que en el inconsciente no hay ningún signo de realidad. Y después preconizando a las dos represiones, la primaria y la secundaria. Hay un saber al que el sujeto se resiste como encubrimiento, que una vez sabido encubre definitivamente la verdad. Se levanta la represión secundaria para instalar más adecuadamente a la represión primaria.
Y que decir de La Negación, donde destaca que aún después de la negación de la negación lo esencial de lo reprimido se mantiene. Como si la afirmación originaria, la “Bejahung” inicial negativizadora de lo real, portara una migaja de la “verdad” en el momento de su pérdida, que la nueva afirmación después de la negación de la negación carece. Freud aquí se afirma como antihegeliano; todo lo real no es racional. Y ya avanza más cuando en Inhibición, síntoma y angustia, sostiene que lo esencial de lo reprimido es la castración.
¿Entonces yo resisto a la verdad o la verdad me resiste? ¿Hay alguna verdad a descubrir? La verdad es de verdad.? ¿La verdad es un incondicional abstracto, o como diría Deleuze implica siempre una pregunta por el sentido y el valor?
4. En Lacan se da un recorrido complejo desde los primeros trabajos, donde la verdad aparece como la revelación de la esencia del ser, hasta arribar a la verdad, que como en Freud, da cuenta de la castración, y se instala la separación definitiva entre la verdad y el saber. Frente a la división de la ciencia clásica entre sujeto y objeto, Lacan insistirá en La ciencia y la verdad, en la sutura del sujeto, que no considera el origen metafísico donde ya el sujeto de la enunciación y el del enunciado, muestran su división, y donde lo que falla del objeto esta determinado porque el que lo propone no es sino un sujeto que sufrió su propia división, y que como primer sujeto se instituyó también como primer objeto, en el primer “que hay para saber”.
Y es destacable la insistencia en que la falta de verdad sobre la verdad misma, es el lugar de la “Urverdrengung”, que atrae hacia ella a todas las demás. Y por eso merece mencionarse el reverso del psicoanálisis, donde Lacan afirma que el amor de la verdad es el amor de esa “debilidad” a la que hemos levantado el velo, el amor de lo que la debilidad esconde y que se llama castración. Lo real no es la verdad, sino lo que siempre hace obstáculo y por ende la alimenta en el mismo sitio de su imposibilidad.
La verdad es nuestro júbilo y nuestra impotencia. Todo lo cual me lleva a proponer que la ignorancia se mantiene, el saber se conquista, pero la verdad se padece.
5. Por todo eso vale la pena destacar diferentes posiciones en la cura. Una más metafísica, sostenida por la lógica aristotélica, donde se juegan la realización del ser, del saber, de la verdad y de la objetividad, y otra, más orientada a la deconstrucción. En esta última importa más la fricción constante entre el significado, el sentido y el sinsentido.
El arte psicoanalítico incidiría tal vez en la articulación entre la posición metafísica, donde lo que se dice es, con la deconstrucción, que recordando al inconsciente apunta a que lo que se dice no es, como denunciando al ser de la lógica aristotélica como puro semblante. Eso nos llevaría a la pregunta inicial respecto a si el inconsciente es el lugar de la verdad del ser, o el lugar de su ruina y por ende de la verdad como falta. Pero también deberíamos insistir, como también lo sugiere Badiou, en no abandonar jamás esa “debilidad” que la búsqueda de la verdad implica, aún sabiendo que cada vacío conquistado volverá a inaugurar uno nuevo. Que no haya ningún vacío que quiera ocupar el lugar del todo. Fuerte abrazo, Jaime Szpilka

INTERVENCIONES DE LOS PARTICIPANTES LATINOAMERICANOS

Javier García Castiñeiras (APU)
Gracias Eva por retomar siempre con entusiasmo los intercambios que nos acercan, especialmente ahora. Ambos textos son muy potentes. De diferente forma, en ambos quedamos impactados por la caída de una seguridad de tipo religiosa, que portamos aun negándola.Tras el impacto, será cosa de encontrarnos con alguien en el camino que nos ayude a retomar la palabra y reorientarnos, al menos por un rato.

Miguel Calmón (SBPdeRJ) Su rico aporte describe el “Decaimiento de la verdad” Lo relaciona con la situación política que atraviesa Brasil…Nos muestra la nota de un reconocido periodista en torno al CPI, (Comisión parlamentaria de investigación:” Nunca se había mentido en una CPI de forma tan descarada, con pruebas en contra a un google de distancia…” Sostiene Miguel que el decaimiento democrático es lo que vivimos cuando hay decaimiento de la verdad”. Calmón nos acercó una especial 2da intervención que será guardada cuidadosamente…
Javier García Castiñeiras (APU) Como dije antes, se trata de dos textos intensos. El de Jaime, además, especialmente complejo y condensado. Con esa lucidez inigualable de
Jaime. Pero, a raíz del comentario que introdujo Miguel, con un tema
especialmente actual, me parece que es necesario discriminar el concepto de verdad en relación al inconsciente y al lenguaje, como imposible al que igualmente apuntamos pero sin buscar llenarlo. Y el del decaimiento de la verdad a nivel social y político, que para mi no se trata de una post-verdad sino directamente de la mentira y las distintas formas en que esta aparece como forma de manipulación del otro o de los otros. En el uso político de la
pandemia esto lo hemos visto dibujarse de diferentes formas, con el costo de enfermedad y muerte, pero en la en la historia del hombre se ha manifestado de mil formas. ¿Hay condiciones actuales que favorecen la mentira? El aluvión comunicacional, informativo
y la enorme distancia que tenemos con los objetos y los acontecimientos
pueden permitir facilidad de manipulaciones.
Quizás, aunque reconozcamos con Jaime que la verdad no es decible ni alcanzable, sí sea preciso conservar la sensibilidad y disposición a dar un grito cuando nos enfrentamos a la mentira. Creo que permite un rescate ético.

Mirta Goldstein (APA) Buen día a todos. Coincido con este comentario de Javier que me hizo pensar y preguntarles que piensan, ¿si se trata de mentira o de demagogia? Si bien la demagogia incluye a la mentira no toda mentira lo es. Un niño le miente a sus padres para independizarse de ellos un poco. Pienso que, a nivel político, la manipulación de los discursos que alude Javier es algo mayor que la mentira e incluye dominación, tergiversación, autoritarismo.
Lúcia Palazzo (SBPde RJ) “Sobre la verdad de cada uno”
Lúcia nos hace presente el racismo estructural instalado en América Latina con su secuela de destrucción y violencia. También el genocidio en la gestión de la pandemia en Brasil. Nos recuerda a Vinicius de Moraes: “Dónde anda voce. Dónde andan sus ojos que a la gente no ve…” Para Lúcia verdad es lo que ve en las calles: discriminaciones a ultranza y más. Muestra que, si bien el miedo es una verdad que paraliza e impide el pensamiento, también puede hacernos caminar, llevar adelante algo del orden del hacer. Muestra que su verdad está en las calles con los niños, con los jóvenes, con los hombres y las mujeres con hambre, desprotegidos y sin horizonte. Concluyendo que “el desamparo humano en las calles es también de cada uno de nosotros. “No hay futuro sin compartir…” dice una samba de Mangueira.
Cristina Rosas de Salas (APA) Entre muchos otros conceptos señala “la imperiosa necesidad de creer” de los seres humanos y la utilización de la mentira que se vale de esta vulnerabilidad. Se pregunta ¿qué quedó del principio de realidad?
“¿Qué paso con esos indicadores que Freud enuncio en “La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis”? ¿Es tan invulnerable la realidad psíquica, la nuestra y la de nuestro analizados ante el bombardeo que recibimos vía perceptiva? ¿Hay argumentos fuertes que permitan afirmarlo o sólo seguimos aferrados a una realidad que ya no es la misma?
Quisiera recordar un concepto de los años 60 enunciado por los Baranger: el de baluarte, es decir cuando analista y analizado establecen un pacto inconsciente para no analizar ciertos temas sobre todo…, porque coinciden.”

Leonardo Peskin (APA) Voy hacer un comentario acerca de la síntesis que nos acerca Szpilka. El tema de la verdad Jaime lo viene elaborando hace mucho tiempo y siempre logra alcanzar una mayor profundidad. Algunas veces con mucho humor en sus hermosos cuentos, o coloquialmente con algún sabio relato, o una broma. En otros momentos como en esta oportunidad con la forma de algo más serio y académico.
Este escrito tiene el gran mérito de definir un horizonte que va mucho más allá de lo inmediato, a pesar que es presentado en plena pandemia. El texto que nos ofrece, con mucha calidad de escritura, hace recordar a varios textos de Freud donde no nos habla de la miseria inmediata de las guerras o de su propia vida amenazada. Prefirió avanzar con aportes que consoliden la esencia del psicoanálisis, más que quejarse de lo que le tocó vivir.
El texto de Szpilka nos eleva a una dimensión filosófica que, si la sabemos usar, nos puede orientar frente a las contingencias circunstanciales. La relatividad de la verdad, sirve para eludir certezas y cualquier tipo de aseveraciones críticas demasiado categóricas, especialmente frente a las urgencias inmediatas. Desde cierto punto de vista este es el legado freudiano de las últimas épocas, que se parece al de Lacan, en la medida que destacan lo imposible con mucho énfasis. Eso que podemos denominar un escepticismo fecundo nos tiene que orientar, para no pretender alcanzar un bienestar ilusorio, o añorarlo demasiado cuando lo perdemos, o suponer que el saber resuelve plenamente lo real, o que exijamos del psicoanálisis cosmovisiones.

Alberto Cabral (APA) Hola a tod@s: coincido con Cristina. Es la aptitud para disparar temáticas ricas, lo que verifica apres-coup tanto la consistencia de los textos de Jaime y Marcelo, como la pertinencia de la elección de Eva.
Es siempre atractivo volver al mito de la Caverna, que nos acerca Serapio. En el debate que se va abriendo, me parece que nos puede ser útil para ilustrar dos posibles ubicaciones para el analista.
Una, solidaria de la convicción de que existen las “formas ideales”, la “cosa en sí”, el “noúmeno” (en algunos post-freudianos, la representación-cosa ocuparía ese lugar; también el “yo adulto normal” o la “condición genital”). Otra, es la que desconfía de esos “puntos de llegada”, y considera que todo contenido antes latente que parece erigirse como la “verdad definitiva” de un contenido manifiesto… es muy probablemente un nuevo contenido manifiesto, susceptible de una ulterior deconstrucción, como dice Jaime. En términos de Freud: que todo recuerdo… es un recuerdo encubridor. En términos de Lacan: que no hay un significante “último”, que clausure la deriva de la cadena.
Mi impresión es que la primera posición conlleva el riesgo de que el analista sancione como encuentros de la “cosa en sí”, lo que en realidad constituyen “puntos de llegada” propios, que decantaron para él como saldos de su análisis personal.
Me gustaría destacar otra faceta, de las muchas que encierra esta temática. Es el efecto de “devaluación” de la verdad (me encantó lo de “truth decay” de Miguel) que puede inducir esta segunda posición, que Lacan también enunció evocando que la verdad siempre se “medio-dice”. Me parece importante precisar que lo que queda así cuestionado es el lugar de la Verdad con Mayúsculas, en su condición de “absoluta”: pero en el curso de la cura, la irrupción de verdades con minúsculas, relativas, es claro que tiene un valor sustancial para el analizante. La caída de viejas verdades (las que por ejemplo acompañaban la “novela familiar”), es lo que determina cambios en la posición subjetiva, que promueven la gradual disminución de las inhibiciones, síntomas y angustias que llevaron al analizante al análisis.
Y me parece que lo decisivo aquí es quien le coloca “mayúsculas” a las verdades que van surgiendo: el analizante tiene todo su derecho a hacerlo (el confort homeostático del fantasma lo empuja a ello). El riesgo es que las “mayúsculas” las coloque el analista: al otorgarle a la nueva verdad condición de “definitiva”, está cediendo al propio confort fantasmático, y clausurando la posibilidad de continuación de la tarea analítica.
Me impactó, como siempre, el decir “decidido y apasionado” de Lucía, con su aptitud (que comparto) para poner entre paréntesis el principio de “neutralidad analítica”, evitando que se transforme en un desinterés apático y desvitalizado ante el “desorden del mundo”. Pero creo que aquí nuestro camino de analistas (como siempre) es estrecho: se mueve entre el riesgo de “no ver” los elefantes que están desde siempre… y el riesgo de forzar en el analizante la visión de aquellos elefantes que para nosotros (como personas, como ciudadanos, incluso - ¿por qué no? - como militantes) resultan innegables.
Es un tema al que venimos dándole vueltas con Cristina y Marcelo desde hace un tiempo: a mi gusto, la “epojé” (suspensión de juicio) del analista debería abarcar también a su ideología. Pero: eso no excluye la pertinencia y oportunidad de intervenciones-interpretaciones, que apunten a conmover cristalizaciones ideológicas del analizante, cuando la escucha de su discurso permita detectar racionalizaciones, ecos de deseo insatisfecho o localizaciones de goce. Eso es lo que a mi juicio legitima éticamente la incursión del analista en esos “campos íntimos” de su analizante: registrar en ellos un valor sintomático, que lo autorice a avanzar en su deconstrucción… pero corrido del lugar de quien los va a enfrentar sostenido en una ideología “más justa” o “más correcta”. Saludos!!!

Elisabeth Cimenti (SBPdePA) Enriquecedoras reflexiones en una muy trabajada síntesis acerca de la ambigüedad de la verdad, de la deconstrucción y del deseo inconsciente.

Maria Cristina Fulco (APU) En su inestimable y comprometido aporte cita al politólogo, historiador invitado a Fepal: Gerardo Caetano, quien expresó:“Estamos en tiempos de la modernidad, de la postverdad, de la “autoverdad”, como algunos historiadores suelen llamar, refiriéndose a que se hacen discursos en los que no hay enunciado, ni relato ni memoria. Lo que importa no es el contenido ni el sentido sino los efectos primarios que despiertan. Tiempos de “la arcadia regresiva”, en los que el líder es elevado a un lugar mesiánico y redentor… surgen así gobernantes inesperados”

Elizabeth Chapuy (APC) Nos dice“….recordé a Nietzsche en la Genealogía de la Moral, y me atreví a intervenirlo arriesgadamente, marcando entre paréntesis las palabras que fui cambiando sobre el texto original. Acá va: “La tarea no es la de mostrar que el pasado (la verdad) está aún ahí, bien vivo(a) en el presente (en el decir). Por el contrario, seguir el hilo complejo de la procedencia es conservar (enunciar) lo que ha sucedido (una verdad) en su propia dispersión, encontrándose con errores, falta de apreciación, malos cálculos que han dado nacimiento a lo que existe y es válido para nosotros”. (Es finalmente) “descubrir que en la raíz de lo que conocemos y de lo que somos no hay ni el ser ni la verdad, sino la exteriorización del accidente”.

Además de los mencionados queridos colegas, participaron en esta primera etapa del diálogo: Serapio Marcano(Caracas-Panamá); Graciela Cardó (Lima) ; Rogelio Isla (Chile); Rosa Seifart ( Paraguay); Luisa Elena Alvarez (Caracas);Carlos Weisse (Bs.As.) y Cecilia Rodriguez (Guadalajara) (Participaciones que serán atesoradas para próximos eventos)

Marcelo Toyos (APA) Comienzo por agradecer esta nueva convocatoria de Eva que sostiene el intercambio entre nosotros, este diálogo siempre renovado, interpelado por los acontecimientos de una realidad que no nos da respiro.
Dicho esto, confieso que la propuesta de poner a su vez en diálogo dos textos me resultó atractiva y a la vez un poco inquietante. ¿Qué puntos de contacto podría haber entre un texto como el que escribí para La Época APA Online, a propósito de una temática justamente muy “epocal” (Conjeturas sobre nuevas realidades), y la densidad conceptual de otro texto, que transita un tema de todos los tiempos tratando de encontrar sus claves psicoanalíticas, escrito con la maestría a la que nos tiene acostumbrados el querido Jaime Szpilka?
Leyendo los comentarios que hasta el momento se han suscitado debo reconocer que algo de este diálogo está siendo posible, con la diversidad y la riqueza de las intervenciones de no menos queridos colegas y amigos. Mi agradecimiento también por eso.
Son numerosas las ideas que merecerían un comentario detenido. Que los tiempos que vivimos (¿o acaso, en su medida, todos los tiempos?) conmueven nuestra “seguridad religiosa”- como dice Javier- es tan cierto como que en esa conmoción algo de nuestras defensas ceden, como agrega Miguel Calmon con su afortunada asociación con el “decaimiento de la verdad” al que asistimos impávidos. Pero no es menos cierto que debemos cuidarnos de los deslizamientos que no dan cuenta de la ruptura que el pensamiento psicoanalítico produce con cualquier saber, incluido el del mundo que nos rodea en todas sus versiones (políticas, sociológicas, filosóficas), como agrega luego el mismo Javier. Y que una verdad con mayúsculas (Alberto Cabral) que se pretenda a salvo de toda deconstrucción es un grave obstáculo para el espíritu freudiano.
Creo que en la experiencia analítica todas las versiones de la verdad pueden darse alguna vuelta, pero hay una a la que no se puede renunciar: la verdad de lo Real. La verdad de lo que siempre estuvo ahí pero no lo veíamos, como el tan mencionado elefante que aparece sobre el asfalto de nuestra ruta cuando por alguna razón la abandonamos. Ese “real sin ley”, o con otra ley, ha sido aludido de diferentes maneras por Beth Cimenti, por Cristina Fulco, por Luisa Elena Alvarez. También por Carlos Weisse en su versión “interior” al sujeto: lo real traumático de la sexualidad. Tratamos de ayudar a nuestros pacientes a atravesar la verdad del fantasma para mejorar su capacidad de inventiva ante la inexorable verdad de lo real.
La pandemia nos ha exiliado de muchos lugares. Algunos pueden ser mejor reemplazados por las pantallas que otros. El teatro, ese escenario privilegiado de la verdad-ficción, no se encuentra entre los favorecidos por la tecnología. Por eso quiero concluir con las palabras de Pompeyo Audivert a propósito de “Habitación Macbeth”, recientemente estrenada en Buenos Aires. El teatro es para este actor y director una experiencia con los límites de la experiencia: “Esa cosa desquiciada opera en los márgenes y esa forma fuera de los límites es un canto también a lo humano, a esa posibilidad de inventar cosas que no estaban previstas”.
El teatro como el análisis es la oportunidad para la “exteriorización del accidente”, esa expresión tan precisa que Elizabeth Chapuy rescata de Nietzsche. El accidente, el “piedrazo en el espejo” como entiende Pompeyo la función del teatro, lo que nos despierta, en definitiva.
Me enriqueció mucho leer los comentarios de todos. Un abrazo y sigamos adelante.

Jaime Szpilka (SPM-APA) En primer lugar agradezco todos los comentarios recibidos, y la gentileza y el interés en la participación. Sin duda que un texto problemático sobre la verdad debe cuidar que sus enunciados puedan quedar velados en el mismo instante de su enunciación, y al mismo tiempo contestados para desaparecer. Como si para poder ser “verdaderos” debieran también revelarse como “mentirosos”. Esa es la interesante paradoja que me interesa destacar, que no existe una oposición definida entre los términos, sino constantemente una “mentira/verdad”, valga el neologismo una “mentidad”, que tiene efectos patológicos en la vida política y social y en el ámbito individual, cuando el sujeto intenta definir y separar los términos, estableciendo un absolutismo total entre verdad y mentira.
En efecto, la cuestión en juego es que miente siempre el que pretende decir la verdad. Porque la verdad que esta en juego no es la del científico o la del historiador que pretende establecer por ejemplo los hechos físicos o históricos. Aquí no hay todavía ninguna cuestión en relación con la verdad, sino con el error o no en la adecuación “intellectus et rei”.
La verdad en cambio no tiene que ver con el error, sino que esta ligada siempre al Otro que miente, y es lo que la “mentira” del Otro suscita constantemente, al extremo de desencadenarla en cada decir. De allí que la verdad es nuestra debilidad, porque la suscita quien al mismo tiempo la imposibilita. Por eso insistí en el punto 1 de mi escrito, en que la verdad es una cosa del decir y abarca dos cuestiones, tanto si el decir puede decir al ser como si el ser de lo que se dice es. Aquí se juega fundamentalmente la comparecencia del ente sobre el fondo de la nada, ¿“porque existe en ente y no más bien la nada?” y la importancia esencial del lenguaje en decirlo al mismo tiempo que mentirlo. Es mi insistencia paradojal en que porque se dice no se puede decir. De allí que, en la misa, al final de todos los misterios, se clausura cualquier interrogación con un “palabra del señor” que apela justamente a la verdad clausurando la continuidad de la cadena discursiva, y soslayando la imposible articulación del logos con el ser, al que tanto hace comparecer como decepcionar. La verdad parece siempre estructurarse dentro de una novela policial, como si atendiera siempre a la pregunta por la identidad del asesino. Se pregunta por la verdad porque se sospecha que alguien miente. Nadie preguntaría por la verdad si no mintiera el asesino. ¿Cuál es nuestro mentiroso asesino que nos hace preguntarnos por la verdad? Tal vez el orden simbólico encarnado en la palabra del padre como ley de interdicción del incesto, que asesina nuestra “naturaleza” animal y nos hace acceder a la palabra y al lenguaje, con el monótono significado de ser siempre una interdicción del goce en lo real.
Ningún animal se pregunta nunca por la verdad, porque nunca experimento la pérdida que la suscita, lo cual le evita la dialéctica filicidio/parricidio que nos acompaña siempre como humanos.
Wittgenstein, desde una perspectiva totalmente otra, sabía muy bien porqué no quería adherirse totalmente al positivismo del círculo de Viena, y lo enuncia a mi juicio claramente en la proposición 4.121 del Tractatus logico-philosophicus: Lo que en el lenguaje se refleja, el lenguaje no puede representarlo. Lo que en el lenguaje se expresa, nosotros no podemos expresarlo mediante el lenguaje. Es lo que me hace insistir en que porque se dice no se puede terminar de decir, y lo que me hace enfatizar la importancia del concepto freudiano de “Sache/Ding vorstellung”, aquello de lo que solamente se puede hablar, pero sin terminar de decir. Y en ese sentido postulo que el inconsciente lejos de ser el lugar de la verdad, es el lugar de la verdad como falta, que se suscita en el instante mismo de su desvanecimiento, y se sutura en la lógica aristotélica del sistema preconsciente-consciente, convirtiéndose en el tema banal de la verdad como adecuación y correspondencia. Mientras que para el inconsciente convendría mejor el neologismo de la “mentidad”, como la maldición que se gesta en el ser por efecto del habla, y que daría lugar a lo que considero mi trabalenguas favorito: como decir lo que no se puede decir porque se dice, con un decir que no sea el decir de lo que se puede decir. Y vuelvo a repetir lo que señalaba Lacan sobre la represión primaria, como el lugar donde trastabilla toda verdad sobre la verdad, como si uno no pudiera dejar de seguir interrogándose: ¿pero la verdad es de verdad? ¿o por qué diablos tenemos que preguntarnos por la verdad? o ¿cuál verdad es la que buscamos, la que resulta del embrollo que desencadeno el lenguaje, es decir lo mismo que nos la torna imposible? Por eso la verdad solamente se padece.
Tomaré solamente una brizna de cada comentario para mantener la llama del diálogo.
Javier Garcia recoge el impacto de la caída de toda seguridad religiosa y el anhelo de encontrarnos con alguien en el camino que nos ayude a retomar la palabra y reorientarnos, al menos por un rato. Me reconozco como compañero del mismo viaje. De Miguel Calmon me interesa mucho que traiga a colación el “truth decay” y la interesante relación que establece con la situación sociopolítica de su país. Entiendo que se refiere a un uso perverso de la verdad como adecuación y correspondencia, para falsear la realidad de los hechos.
Justamente se trata de trascender la “mentidad” para establecer a la mentira como verdad absoluta. Es justamente el tipo de discurso que no quiere saber nada del inconsciente y que destaca tan bien Javier Garcia en su comentario posterior. Mirta Goldstein en la misma línea hace referencia a la dominación, tergiversación y autoritarismo como formas perversas de la verdad. Pero insisto en que es parte de la patología de querer decir la verdad, lo que más destaca a la mentira, aún que uno no faltara en lo más mínimo a la verdad cómo adecuación y correspondencia (lo cual no es para nada la denuncia que nos hace Calmon). Sería asumir el totalitarismo de la razón y no aludir a su distancia de la verdad. Sería como una razón absoluta que no quiere saber nada del inconsciente. Lucia Palazzo sigue la línea de denuncia de Calmón. Es importante su alusión a Ailton Krenak sobre el fascismo que pretende tomar la mentira como verdad, y quiero agregar que también existe el fascismo de la razón que ignora la verdad imposible del inconsciente.
Serapio Marcano enfatiza las dos posiciones de la cura, la metafísica y la deconstructiva, que justamente ponen énfasis en el freudiano Análisis terminable e interminable y en la roca dura de la castración, que a mi juicio es otra manera de referirse a la verdad como falta. Cristina Rosas me impactó con su pregunta sobre lo que queda del freudiano principio de realidad en las neurosis y psicosis y su recordatorio del concepto de baluarte de los Baranger. Solo decir que respecto al principio de realidad Freud se topó con la diferencia entre “Wunscherfullung” y “Befriedigung”, y como la realidad toda se designa más bien como lo que falta a la realización alucinatoria del deseo (por ejemplo el falo de la madre donde esta lo que no tiene porque estar) . También el baluarte designa un goce compartido en una mentira de la verdad que no quiere devenir “mentidad”. Siguiendo a los Baranger, un muerto/vivo que quiere por ende seguir en la eternidad.
Leonardo Peskin destaca justamente el énfasis en lo imposible en Lacan, y su preocupación, que comparto ampliamente, de no pretender alcanzar un bienestar ilusorio, o suponer que el saber de la verdad resuelve plenamente el padecimiento de lo real o que exijamos del psicoanalisis cosmovisiones. También nos ilustra acerca de Freud, que evitaba quejarse de las miserias que le tocaban vivir en la vida cotidiana, para avanzar en los aportes que consolidan la esencia de la cosa psicoanalítica. Por eso el psicoanálisis pretende no ser una ideología, sobre todo porque reconoce la mentira fundante en la que se sostiene la verdad, y por eso es ciencia en el mejor de los sentidos.
Alberto Cabral destaca la advertencia de que se sancione como encuentro con la “cosa en si” lo que constituye solo un punto de llegada en que el psicoanalista decanta los saldos de su análisis personal. También me interesa su pregunta sobre quién coloca las mayúsculas a las “verdades” que van surgiendo en el análisis, con el riesgo de que las coloque el analista por su propio confort fantasmático de clausura del inconsciente. Elisabeth Cimenti remarca entre muchas reflexiones, el concepto de deseo inconsciente, que justamente es el concepto “princeps” de la diferencia entre la razón y la verdad y por eso la trascendencia del deseo, como que mas allá de cualquier otro misterio esta el misterio del deseo, denunciando la falta de saber, de verdad, de identidad y de causalidad, y que como analistas siempre nos deja en “souffrance” en cualquiera de nuestros esquemas referenciales.
Graciela Cardo hace una interesante referencia a Borges sobre la indigencia del idioma, e ilustra muy bien la imagen-metáfora de la asíntota usada por Lacan en el estadio del espejo.
Maria C. Fulco nos alerta con mucho interés sobre la abstinencia del psicoanalista y del psicoanalisis frente a las ominosas realidades que nos circundan. Un tema fascinante que no podemos evitar relacionar con lo “Unheimlich” freudiano en todas sus consecuencias.
Elizabeth Chapuy nos ilustra con un rico texto de Nietzsche de la Genealogía de la moral, en el que alude que en la raíz de lo que conocemos y somos no hay ni el ser ni la verdad, sino la exteriorización del accidente. Y agrega la importancia de hacer estallar la verdad con mayúscula, coagulada y sin ninguna grieta. Diría que la verdad estaría más que en la solución en la solución de continuidad, en la grieta entre una mentira que se destituye y la nueva que se instituye. Rogelio Isla hace una rica reflexión sobre el discurso capitalista en su negación de la dimensión de lo inconsciente. Creo que lo mismo podemos decir de cualquier discurso totalitario que elude la escisión subjetiva en un afán imposible de absoluta emancipación, sea de clase, de raza o de religión. Y también nos invita a buscar el instrumento que nos permita participar en lo actual sin quedar en la impotencia.
Luisa E. Alvarez insiste en el intento de lejanía de lo siniestro, todo queda en China, y nos advierte con razón contra los discursos proféticos. Carlos Weisse hace una rica alusión a la conferencia 23 de Freud donde se refiere a las escenas o vivencias infantiles en su mayor parte como falsas y se pregunta con rigor porqué sin embargo están en la base de los síntomas. Y siendo impropias como factor etiológico, evidencian que el factor causal de la ciencia no funciona con los pacientes en análisis, por lo cual la lógica formal no nos sirve para abordar la lógica del inconsciente. Y con razón nos recuerda la originalidad de la verdad del inconsciente como totalmente ajena a la correspondencia y adecuación de la proposición a la cosa. Es una verdad que miente, aunque sin intención. Y finalmente insiste en que el secreto de Edipo se descubre al final, cuando todo está jugado.
Cecilia Rodriguez hace una larga e interesante reflexión que culmina con el énfasis en la posición ética constitutiva de la búsqueda de la verdad en psicoanálisis, y sus encrucijadas entre la angustia y el deseo, no solamente en la clínica sino en nuestros contextos socioculturales. Y last but not least, destacar el hermoso comentario sobre los comentarios de mi querido Marcelo Toyos, cuyo interesante texto de La Época nos estuvo acompañando constantemente. Sólo resaltar su enunciado de que el teatro como el análisis es la oportunidad para exteriorizar el “accidente”, siguiendo la feliz expresión de Elizabeth Chapuy referida a Nietzsche.
En síntesis, mi profunda gratitud a todos los comentaristas por sus inteligentes y ricas reflexiones, y sobre todo por “salvarme” y “salvar” a mis enunciados, de la estúpida tentación de decir la verdad. La verdad siempre la dice el otro en el momento mismo en que la desdice. Y gracias a nuestra querida Eva, que tanto contribuye a que todo esto sea posible.
Jaime Szpilka

Autora

Coord. Eva Amelia Ponce De León, APA

DESCRIPTORES: VERDAD / DECONSTRUCCIÓN / DESEO / LO REAL

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc

Secretario: Jorge Catelli

Colaboradores: Claudia Amburgo

José Fischbein

María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein

Vice-Presidente: Dr. Eduardo Safdie

Secretario: Dr. Adolfo Benjamín

Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas de Salas

Tesorero: Dr. S. Guillermo Bruschtein

Vocales: Dr. Carlos Federico Weisse, Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Lic. Mario Cóccaro, Dr. Néstor Alberto Barbon, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Roxana Meygide de Schargorodsky, Lic. Susana Stella Gorris.