“Libres son quienes crean, no quienes copian, y libres son quienes piensan, no quienes obedecen. Enseñar, es enseñar a dudar”. Eduardo Galeano.
“Puede decirse que una disonancia es un intervalo musical que, por sus características, es desapacible al oído. Cabe destacar que los intervalos se establecen a partir de la diferencia de tono entre dos notas. Los intervalos disonantes, en este marco, no respetan las reglas de la armonía y son más tensos que los intervalos consonantes. La disonancia se asocia a una extrañeza” .
1. Disonancias originarias:
El psicoanálisis genera libertad, alienta la subversión de todos los seres hablantes, dio voz y con ello un lugar, a aquellas que no tenían una, libera. A la par, es una teoría que se institucionaliza con tintes eurocéntricos y patriarcales. Convivimos con los efectos que ha dejado el colonialismo en las instituciones y países de América Latina. Desde esta tensión podemos leer las diversas complejidades que se dan dentro de las instituciones psicoanalíticas y los psicoanalistas que pertenecen a las mismas. Deleuze (1996) indica que “el poder necesita cuerpos tristes”, añado que el poder institucional tiene el riesgo de requerir homogenizar e infantilizar a sus miembros a veces de forma sutil y otras muy directa.
2. “In Crescendo”: ideales institucionales que se transforman en ideales personales
Psicoanalista Adherente, Psicoanalista Titular, Psicoanalista Didacta, Full Member, son algunas de las categorías que existen en nuestra institución y que no ejercen poco efecto en los denominados candidatos y ahora mejor llamados Analistas en Formación. Cuando se inician los estudios en institutos psicoanalíticos de la IPA y se conocen de todas estas clasificaciones, se percibe cómo el modelo médico se instaló y se quedó en nuestra institución sin mayor consciencia del mismo. Tenemos otras nominaciones, pero no estamos lejos de todos los imaginarios y realidades de la despiadada formación galena y/o militar: Interno, Médico general, Residente 1, Residente 2, Residente 3, Especialista, Médico tratante. Nadie o casi nadie dudaría en el campo de la medicina, que el ideal de un doctor es llegar a ser un Médico Tratante dentro de un Hospital, aunque eso implique enormes sacrificios humanos y emocionales.
En mi país, los residentes y médicos tratantes se suicidan o intentan suicidios con alguna frecuencia. El Fentanil es un amigo-enemigo común, los antidepresivos, las historias clínicas psiquiátricas son preservadas con el mayor sigilo posible, pero es una realidad que los analistas en quienes los pocos colegas de la salud depositan sus dolores y muestran sus fragilidades, lo sabemos con detalle. Conocemos la crueldad que en algunos países exige la formación médica, a costa de quien sea y como sea, sin detenerse en las necesidades singulares, muy parecido a la milicia. Un modelo jerárquico y vertical, ante el cual se debe callar, levantar la cabeza y seguir. Una violencia que continúa de generación en generación.
¿Es posible que, en la formación psicoanalítica, nuestra Bildung sea menos loca y despiadada? Puede ser, pero mantiene el ideal y el consiguiente festejo triunfal cuando se alcanza la función didáctica. Posiciones que son, además, poco o nada cuestionadas.
Valdría la pena a mirar algunas variantes sobre este tema. ¿Es lo mismo ser un analista didacta en una asociación o grupo de estudio con menos de 50 o 30 miembros, que en una institución con más de 200? ¿Qué implicaciones tiene ser un didacta o tener una función didáctica (una excelente diferencia realizada por el modelo uruguayo)? ¿Qué se considera para entregar o negar a un analista la función didáctica? ¿Es la petición del paciente al pasar a ser analista en formación de continuar un análisis didáctico con el mismo analista considerada? O ¿son los modelos institucionales que requieren preservar una cierta ortodoxia y mal entendida rigurosidad la que determina si tal miembro de la IPA puede o no ser el analista que lleve a cabo el acompañamiento de un analista en formación?
3. “Andante grazioso”: ¿Por qué quieres ser didacta?
Hace pocos meses, se me hizo esta pregunta. Me sorprendió, pues mi respuesta empezaba explicando que yo no había pedido, ni anhelaba con una nueva función didáctica en medio de un grupo de analistas en formación y colegas con menos de 12 miembros. No obstante, me pareció importante dar lugar a la petición de una de mis pacientes de 7 años de análisis de aquello que, algunos consideran baja frecuencia, o psicoterapia (por el solo hecho de no ser un proceso de 3-4 sesiones por semana). Dicha paciente había decidido hacer la formación analítica, así como otras dos de mis pacientes, todas de distintas disciplinas.
La mencionada paciente, solicitó mantenerme -al menos por un tiempo- como su analista didacta, considerando además que ya contaba con la categoría denominada Analista Directa International Psychoanalytical Association (IPA), como ya había hecho yo previamente con otra ex paciente de baja frecuencia que pasó a formarse como analista. Para ella era importante el trabajo que habíamos realizado por años y que -al menos en parte- la había traído hasta la formación dentro del modelo de la IPA.
Me sorprendió que se diera por hecho que todo analista, no solo acepte, sino desee esta función como la consecución directa de un logro y yo, en cambio, me encontraba frente a la realidad de no querer, ni desear ser didacta por 4 años de una paciente en este momento de mi vida, y no sé si en otro. Considero que, en un grupo tan pequeño, la exogamia en la elección de supervisores y de analistas didactas es indispensable para la salud del grupo y sus miembros, además que FEPAL cuenta con unos cuantos miles de opciones de analistas para elegir, unas más interesantes que otras, dependiendo qué se busca en un análisis didáctico.
Como era de esperarse, mi postura, conllevó a la negación de la solicitud de mi paciente, a quien le asignarán un analista didacta que no seré yo definitivamente.
4. “Basso continuo”: los nombramientos
En mi país, los funcionarios pueden tener contratos que se renuevan cada año o menos, así como acceder al anhelado nombramiento. A mi juicio y el de muchos, cuando dicho empleado obtiene el anillo preciado denominado nombramiento, empieza su presente y futuro burocrático decadente, además de destructivo, salvo pocas excepciones. ¿Cuál es el riesgo de ser un miembro IPA, fundador de un grupo psicoanalítico en un país con poca historia institucional? No es uno, son muchos. Deberíamos poder reflexionar y pensar en ello, tomando en cuenta la cultura del país, la realidad socio económica y los ejemplos de los territorios vecinos.
Mientras en muchos países y sociedades psicoanalíticas de América Latina, los analistas jóvenes requieren de promoción y poco a poco van sumando pacientes a su consultorio, cuando eres miembro fundador existe una sobre demanda de pacientes permanente. La mayoría de consultantes no tienen ni idea de qué es psicoanálisis, pero han sido recomendados con los “psicólogos que algo hacen diferente, no se sabe bien qué es, pero sirve”. Si desde los inicios, la agenda no alcanza para abarcar todas las solicitudes, a ese riesgo le sumamos las funciones didácticas que anudan a cada paciente por 4 años, 3 veces por semana, según el modelo uruguayo, sino serían 4 sesiones por semana. Esto genera un ingreso económico estable y permanente para el analista didacta (a mi criterio eso en sí mismo ya es un riesgo). Ojalá el analista sea un profesional y persona comprometida de manera permanente, pero existe el riesgo, de solo “estar allí”. Se escucha de forma frecuente, que la sola idea de cambio de analista didáctico para una persona en formación es un problema al que uno no se quiere enfrentar, porque es un tema de tiempo y de mucho dinero en juego, entre otros. He escuchado llamarlo un “trámite, requisito que debes cumplir y listo.” He escuchado gente que se ha formado sintiendo que su análisis didáctico no ha sido una buena experiencia, pero se han quedado para terminar el requisito.
El ideal de ser analista didáctico o ser un miembro completo (full member) nos hace imaginar, que no serlo, es estar a medias, incompleto. ¿Y si optamos por no obturar la agenda con pacientes de alta frecuencia por obligación de cumplir un requisito y priorizamos la escucha y el trabajo con muchos otros pacientes, que, según el país y situación económica, no pueden acceder a un análisis de alta frecuencia, mucho menos a una formación analítica hiper costosa al mes, eso nos hace menos analistas? ¿Nos pone al margen de lo que la institución necesita para preservar su linaje?
En los grupos pequeños, la endogamia es un riesgo, la contaminación del espacio analítico, las pugnas por el poder, complican el sano crecimiento de un grupo; Además de eso, ¿toda persona o comunidad requiere un apoyo desde el oficio que ofrece el psicoanálisis basado en el modelo de alta frecuencia, sólo ese funciona? ¿Sería posible trabajar con la altísima demanda de casos y necesidades actuales de los pacientes con otros modelos de intervención, sin dejar de pensar como psicoanalistas, ni sentir que perdemos nuestra identidad profesional?
5. Coda: reflexiones “a la fuga”
De manera recurrente meme surge la pregunta: ¿dónde queda la libertad del sujeto a la que se supone que el análisis apunta?, ¿no sería parte de una función, devenida del propio trabajo personal en el análisis didáctico, poder escoger el caso que desea tomar y con qué frecuencia, así como el caso que no desea tomar?, ¿no sería justamente una constatación de una función didáctica, enfatizar en la capacidad de elección, sin categorías ni jerarquías?
Otra pregunta relevante para mi es: ¿por qué inferimos de manera cotidiana que las supervisiones deben encaminarse a buscar que el supervisor ayude al supervisando a aumentar la frecuencia de sesiones de un caso? ¿Puede que busquemos a un supervisor para poder ser los mejores analistas posibles de baja frecuencia para los pacientes que nos necesitan, con obviamente otra técnica de la que aprendimos en la formación en los institutos?
Escuché hace poco “no podemos bajar la frecuencia de tres sesiones, porque esto es análisis”. Los psicoanalistas que trabajamos con tres veces por semana con algún paciente (cada vez menos), y con una sesión por semana con otros, ¿dejamos de hacer psicoanálisis con el paciente de baja frecuencia o podemos mirar que cambia el dispositivo, el tiempo, la técnica, pero que ahí, sigue habiendo análisis? Es disonante, incómoda la relación directa psicoanálisis-alta frecuencia- consulta privada. Eso se nos transmite en los institutos, salvo unas pocas y buenas excepciones.
Leticia Glocer escribió:
“El psicoanálisis nació subversivo… Esto implica generar un modelo personal, en el marco de diferenciar la noción de modelo, que acepta posibles variantes, de las regulaciones fijas.” (2019, Cabral y Fainstein, p. 41).
Cristina Fulco, a su vez, en el mismo libro, dice:
“El análisis requiere un espacio de intimidad, y que el analizando pueda entrar en transferencia con sus conflictos y rasgos, para que la circulación entre instancias pueda enriquecerse, favoreciendo así el trabajo de simbolización y el mejor contacto con sus límites. Esto requiere también un analista comprometido para favorecer el encuentro y sostener la abstinencia. ¿Tiene esto algo que ver con categorías y normas?” (Cabral y Fainstein 2019)
Cada psicoanalista tiene su propio pensamiento respecto a lo que es el crecimiento profesional. Para algunos, como es mi caso, el aprendizaje con otros, el compartir en espacios donde todos trabajamos a la par, desde nuestras diferencias, pero sin jerarquizarlas, con respeto intelectual, con honestidad, reflexión, pensamiento y creatividad crítica, buscando zafar de los cargos y funciones de “poder” , vale más que todas las funciones didácticas posibles, y si para hacer aquello, hace falta no tener ni una función didáctica, peor dos o tres analistas en formación simultáneos en un didáctico, es posible tomar esa opción. Nuestro derecho a elegir, nunca nos es arrebatado. Vuelvo a sostener, que el psicoanálisis genera efectos en la vida de un paciente, gracias al enriquecimiento y el trabajo de simbolización entre otros, el encuentro con la libertad, es uno de los efectos más valiosos.
Maud Mannoni (1989), en su libro: De la pasión del ser a la locura del saber (1989)- escribió:
“Balint insistió (en 1947) en la necesidad de lograr que el analizando se desprendiera en el análisis de los efectos de un superyó demasiado rígido. Así, pues, hay que ayudar al analizando a asumir una postura crítica…Lo que se entiende por formación (Ausbildungsanalyse), no hay que confundir con la noción de modelo…Una Institución de analistas tendría que proponer “trayectos” pos analíticos entre lo que entraría, junto con otros, la interrogación de los propios candidatos sobre lo que fue su análisis. También los didactas salen gananciosos si dejan cuestionar. Pues lo que se debe privilegiar a lo largo de una vida analítica es la noción de formación (Bildung: en el sentido hegeliano de oposición a sí) situable en el punto opuesto a todo concepto de modelo.” (p.38).
Adicionalmente, y a manera de cierre, quiero compartir un par de reflexiones escuchadas de colegas de distintos institutos para continuar una línea de debate que viene desde hace décadas en nuestra institución:
“Qué paradójica es la Institución, pasamos por un análisis didáctico que promueve la creatividad, y sin embargo la Institución te pide seguir modelos que anulan dicha creatividad…me hacía la pregunta el otro día, si mi paciente de caso control, viene tres veces por semana, porque lo necesita, o para cumplir un requisito institucional”. (Comunicación personal, noviembre 2022)
“Cuando eres analista en formación, está muy bien visto ser creativo, subversivo, te aplauden e incentivan a seguir, cuando eres un colega y estas a la par de los más viejos dentro de la Institución, las invitaciones, los alientos cesan, y pasas repentinamente a ser una amenaza para la estabilidad institucional”. (Comunicación personal, abril 2022)
Leticia Glocer me permite cerrar este escrito con una cita que me parece que hilvana algunos pensamientos y situaciones que he expuesto:
“Hay que encontrar un setting necesario que se pueda mover durante la formación, puede encontrar aquel setting necesario, que considere las particularidades singulares del análisis personal o didáctico. Es esencial no homogenizar la formación, bajo el riesgo de anular la creatividad de los análisis.” (2019, Cabral, Fainstein, p.41)
Siendo el Psicoanálisis reconocido por su apuesta a la singularidad en cada tratamiento, un oficio artesanal, opuesto a las generalizaciones, siendo dinámico, complejo y no estático, no puede sino ser una paradoja, una contradicción en sí misma, que la formación analítica y las instituciones, requieran mantener una rigidez, confundiéndola con rigurosidad. Humberto Eco como parte de un fragmento a una entrevista que se le realizó años atrás dice: “La creatividad crítica- el espíritu crítico para analizar lo que hacemos o inventar formas mejores de hacerlo- es la única vara para medir la actividad intelectual”.
Bibliografía:
Cabral, C. y Fainstein, A. (2019) On training analysis: Debates. APA.
Deleuze, G. (1988) https://www.academia.edu/15252804/El_abecedario_de_Gilles_Deleuze
Eco, H. (1932-2016) Entrevista en https://www.notaantropologica.com/el-papeldel-intelectual-por-umberto-eco/
Kafka, F. (1917) Informe para una academia. Baker ST ediciones.
Mannoni, M. (1989) De la pasión del Ser a la “locura” de saber. Paidós.
Autora
Gabriela Salazar Canelos (IPA, Ecuador)
Descriptores: INSTITUCION PSICOANALITICA / FORMACION PSICOANALITICA / PSICOANALISIS DIDACTICO / MODELO / CREATIVIDAD
Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc
Secretario: Jorge Catelli
Colaboradores: Claudia Amburgo, José Fischbein, María Amado de Zaffore
Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein
Vice-Presidente: Dr. Carlos Federico Weisse
Secretario: Dr. Adolfo Benjamín
Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas Salas
Tesorero: Lic. Mario Cóccaro
Vocales: Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Susana Stella Gorris.