Relaciones entre analistas y con la institución. Lazo social, malestares y síntomas
marzo 2023 - ISSN 2796-9576
Intersecciones

Intersecciones con Psicoanálisis y Filosofía - Cuando el psicoanálisis encuentra su límite en los fenómenos culturales

David Benhaim
David Benhaim

“Como «psicología de lo profundo», doctrina de lo inconsciente anímico, puede pasar a ser indispensable para todas las ciencias que se ocupan de la historia genética de la cultura humana y de sus grandes instituciones, como el arte, la religión y el régimen social. Yo creo que he prestado valiosos auxilios a estas ciencias para la solución de sus problemas, pero esas no son sino contribuciones pequeñas comparadas con las que se obtendrá cuando los historiadores de la cultura, los psicólogos de la religión, los lingüistas, etc., aprendan a manejar por sí mismos el nuevo medio de investigación que se les ofrece. El uso del psicoanálisis para la terapia de las neurosis es sólo una de sus aplicaciones, quizás el futuro muestre que no es la más importante. En todo caso, no sería equitativo sacrificar a una de sus aplicaciones todas la demás meramente porque su campo de acción toca el círculo de los intereses médicos.” (Freud, 1926, p. 232).

En este texto, Freud distingue entre psicoanálisis aplicado y aplicación del psicoanálisis. La distinción es fundamental. En un caso, se trata de aplicar los conocimientos adquiridos en el campo de la práctica y de la investigación – la cura – a un campo ajeno al psicoanálisis cuyo objeto especifico no es el tratamiento psicoanalítico, por ejemplo, la cultura, el arte, la religión; en el otro se trata de extender la práctica psicoanalítica cuyo paradigma es la cura a otro terreno del psicoanálisis – el campo grupal o institucional, por ejemplo - para el tratamiento de uno o varios sujetos en un dispositivo diferente del de la cura individual.

El tema del encuentro del psicoanálisis con los fenómenos culturales y su límite concierne al primer caso. Cuando Freud habla de cultura y de historia cultural se refiere a una disciplina específica de la filosofía de la historia alemana, la Kulturhistorie: la historia de la cultura en todas sus dimensiones. Freud reflexionó y trabajó sobre ese tipo de fenómenos. Su obra antropológica y cultural comienza en 1913 con Tótem y Tabú, se continua en 1921 con Psicoanálisis de las masas y análisis de Yo y se extiende hasta 1939 con El Hombre Moisés y la religión monoteísta, sin olvidar El porvenir de una ilusión (1927) y El malestar en la cultura (1930). Estas obras se presentan como una amplia reflexión sobre la cultura que se conjuga con una antropología que pone profundamente en cuestión la antropología que reina en occidente desde Descartes y el cristianismo. Es importante destacar el poco interés que los psicoanalistas manifestaron hacia ellas. Son los analistas contemporáneos, entre ellos Didier Anzieu, Marie Moscovici, Nathalie Zaltzman, René Kaës, Laurence Kahn quienes plantearon la cuestión del estatuto de esos escritos culturales de Freud. Los exterminios y genocidios que marcaron la segunda mitad del siglo XX incitaron a los analistas a reflexionar sobre estos acontecimientos y a comprender algo de la historia que estaban viviendo. Nathalie Zaltzman fue sin duda quien mejor expresó esta posición cuando afirmó la necesidad para los analistas de integrar en el corpus analítico las consecuencias para cada individuo, en su interior, dentro y fuera de su práctica, de un acontecimiento colectivo e individual más importante, posterior a la metapsicología freudiana de Psicología de las masas y análisis del Yo: el del derrumbe de la civilización occidental en su función de baluarte del individuo contra el reino del asesinato. Esto despertó un nuevo interés en las obras culturales de Freud.

Pero, quienes los primeros llamaron nuestra atención sobre el carácter ineludible de estas obras para comprender el movimiento de la cultura contemporánea, fueron los filósofos, en particular Herbert Marcuse, Philip Rieff y Paul Ricoeur. Este último escribe en su libro, El conflicto de las interpretaciones: estos ensayos [se refiere a los escritos de Freud sobre la cultura ] , en efecto, atestiguan que el psicoanálisis no se ocupa de la cultura a título accesorio o indirecto; lejos de ser una mera explicación de los residuos de la existencia humana, del reverso del hombre, muestra su verdadera intención cuando, saliendo del marco limitado de la relación terapéutica entre analista y paciente, se eleva al nivel de una hermenéutica de la cultura (Ricoeur, 1969, p. 122) .

El interés que estas obras han despertado en estos últimos años nos lleva a plantearnos varias preguntas en torno a la relación que mantiene el psicoanálisis con la cultura y al tratamiento al que la somete: ¿tiene el psicoanálisis competencia para explicar los fenómenos culturales? ¿Qué pretende el psicoanálisis al incurrir en el campo de la cultura? ¿Las herramientas forjadas en el terreno de la cura individual pueden aplicarse al campo cultural? ¿Qué valor tienen estas incursiones? ¿Cuál sería entonces su límite? La exploración de estos interrogantes nos permitirá determinar a la vez la pertinencia y el límite del psicoanálisis aplicado y al mismo tiempo preguntarnos por el impacto que la introducción del psicoanálisis en otro campo del saber puede ejercer. ¿Qué cambia en el campo de la cultura o en el campo de la filosofía la aplicación del psicoanálisis? ¿Qué especificidad tiene esa incursión y qué efecto produce en el campo en el que interviene?

Sería imposible en el cuadro de este artículo responder a todas estas preguntas. Sin embargo, podría señalar varias pistas susceptibles de una exploración. Retomemos la primera pregunta.

¿Tiene el psicoanálisis competencia para explicar los fenómenos culturales? El campo de aplicación del psicoanálisis no tiene límites. Lo importante es el ángulo de visión que toma y que hace destacar lo que la explicación psicoanalítica tiene de especifico y de original. No pretende el psicoanálisis dar una explicación exhaustiva de la cultura ni imponer una única explicación válida de los fenómenos culturales, pero sí introducir un punto de vista nuevo que nunca anteriormente fue enfocado. El punto de vista es aquí lo más importante pues se trata de los conceptos operatorios que utiliza el psicoanálisis, cuya validez y cuyos límites se debe al mismo tiempo determinar. El psicoanálisis interroga la cultura de modo análogo a la interrogación que hace de los sueños y de la neurosis e introduce la dimensión pulsional, el punto de vista tópico-económico que constituye la metapsicología freudiana. Jamás los teóricos de la cultura habían abordado el problema bajo esta perspectiva. Eso permite arrojar una luz diferente sobre los orígenes de nuestras instituciones culturales, así como sobre la religión, la moral, el arte; eso altera el punto de vista que tenemos sobre ellas. Además, nos hace comprender hasta qué punto no son ajenas a nuestras vidas, no proceden de un lugar divino o trascendente, sino que están vinculadas a nuestra vida pulsional y a sus destinos.

Lo que introduce el psicoanálisis en su relación con la cultura puede extenderse a todo el campo del saber, particularmente el de las ciencias humanas
El interés por el psicoanálisis publicado en 1913 y escrito paralelamente a Tótem y tabú, es decir su primer libro de reflexión sobre la cultura donde ofrece una síntesis de su manera de concebir la cultura. El interés por el psicoanálisis es un texto informativo y sobriamente didáctico que plantea la inserción del psicoanálisis en el horizonte del saber, cómo se sitúa en dicho horizonte. ¿Qué significa ese título? Podríamos comprenderlo como una manera de informar sobre el aporte del psicoanálisis, sobre lo que esta joven ciencia, como la llama Freud, trae de nuevo y de original frente a las otras ciencias. Pero también podríamos interpretarlo como lo que las otras ciencias pueden encontrar en los aportes del psicoanálisis, lo que pueden ganar en comprensión de sus descubrimientos. Freud recorre el campo científico, sus múltiples regiones (psicología, ciencia del lenguaje, filosofía, biología, historia de la civilización, etc.) determinando positivamente lo que cada una de ellas ganaría con los aportes psicoanalíticos. No se trata pues de sólo explicar lo que es el psicoanálisis, sino que, situándose desde el punto de vista de cada una de esas ciencias, mostrar lo que debe cambiar en sus concepciones si se tiene en cuenta los descubrimientos psicoanalíticos. Es decir que el impacto del psicoanálisis consiste en subvertir las ciencias humanas. Impone un cambio en el punto de vista de cada una de ellas y una modificación de sus hipótesis. El objetivo de Freud consiste en mostrar como el discurso científico queda afectado por el discurso analítico. Introduce pues una verdadera revolución en el campo del saber. Como lo asevera Paul-Laurent Assoun: Es el momento en que Freud aborda el saber psicoanalítico como episteme, es decir, como un tipo de saber específico y autónomo, y se esfuerza, en un espacio limitado, por articularlo a la episteme de su época (Assoun, 1980, p. 20). Pero el psicoanálisis sólo interviene para proporcionar una iluminación en un campo ajeno, no ofrece concepción específica de la cultura, esto no forma parte de sus ambiciones ni de su competencia. Y aquí topamos con los límites de la intervención del psicoanálisis en el campo de las ciencias humanas.

Quisiera tomar dos ejemplos de subversión de las ciencias humanas por el psicoanálisis: el primero es El interés psicológico que constituye la primera parte del artículo de Freud. Se trata, en este primer ejemplo, de un enfrentamiento con una compañera, la psicología. ¿Qué ganancia retira la psicología del psicoanálisis? Los fenómenos que Freud describe en primer lugar – las operaciones fallidas – fueron muy poco valorados por la psicología y abandonados a la fisiología para su explicación. Se trata de una conquista que amplía el campo psicológico en la medida en que esos fenómenos vienen a formar parte de él. El segundo fenómeno que Freud introduce es el sueño, la interpretación de los sueños es lo que dio inicio al destino del psicoanálisis de afirmarse en oposición a la ciencia oficial (Freud, 1913b, p. 173).

Completamente desechado por la ciencia y la psicología de su tiempo y considerado como fenómeno somático, el sueño fue elevado por el psicoanálisis a la condición de un acto psíquico que posee sentido, propósito y un puesto dentro de la vida anímica (Freud, 1913b, p.173). Piedra fundamental del trabajo psicoanalítico, como lo caracteriza Freud, el sueño se transforma en el paradigma normal de todas las formaciones psicopatológicas (Freud, 1913b, p. 175) que permite descifrar el mecanismo psíquico de la neurosis y la psicosis y exhibe la lógica del inconsciente. En vez de oponer la psicología preanalítica al psicoanálisis o hacer del psicoanálisis una psicología general como lo hará la ego-psychology, Freud básicamente presenta el psicoanálisis como el único punto de vista psicológico radical, afirma Assoun, ya que se niega a abandonar todo un continente de fenómenos determinantes a los modos de explicación competidores, en particular los fisiológicos. Está decidido a conquistar este continente en beneficio de la psicología (Assoun, 1980, p. 28). El psicoanálisis se presenta entonces como la única psicología consecuente, la más completa y la menos reductora. La subversión de la psicología por el psicoanálisis consiste, pues, en la introducción de estos nuevos fenómenos y sus consecuencias en el campo de la psicología. Al mismo tiempo asistimos a un descentramiento: el estudio de estos fenómenos – operaciones fallidas y sueño – introduce el punto de vista del inconsciente desplazando de este modo el privilegio otorgado hasta entonces a la conciencia. En resumen, si el psicoanálisis es el único punto de vista psicológico radical, debe entonces envolver a la psicología preanalítica, desplazando sus fronteras, limitando la extensión de la fisiología y ampliando considerablemente el campo de los fenómenos psicológicos. La psicología preanalítica se transforma en psicología de las profundidades. En este primer enfrentamiento el aporte del psicoanálisis consiste en extender y renovar el campo de la psicología.

Un segundo ejemplo de subversión lo tomaremos en la segunda parte del artículo donde el psicoanálisis se enfrenta a las ciencias no psicológicas: el interés filosófico. La filosofía forma parte de lo que Freud llama las grandes instituciones culturales: religión, moralidad y derecho. Arrojan una luz sobre la definición de la cultura que encontramos en el capítulo tercero del Malestar en la cultura y la aclaran: «cultura» designa toda la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de nuestros antepasados animales, y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres (Freud, 1930, p. 88). Añade unas páginas más adelante: Pero en ningún otro rasgo creemos distinguir mejor la cultura que en la estima y el cuidado dispensados a las actividades psíquicas superiores, las tareas intelectuales, científicas y artísticas, el papel rector atribuido a las ideas en la vida de los hombres (Freud, 1930, p. 92-93). ¿Qué aporte puede el psicoanálisis hacer a la filosofía?

Freud aborda la filosofía a través de la psicología. La filosofía se edifica sobre una psicología (Freud, 1913b, p. 181). Por consiguiente, tendrá que tomar en cuenta los aportes del psicoanálisis; no podrá abstenerse de hacerlo en la medida en que la psicología queda afectada por el psicoanálisis. Freud parece poner la filosofía frente a un requerimiento: tendrá que tomar partido en torno a la postulación de las actividades anímicas inconscientes. Si asintiese tendría que modificar sus hipótesis sobre el vínculo alma/cuerpo con el fin de ponerlo en correspondencia con los postulados del psicoanálisis.

Pero aquí nos encontramos frente a un problema fundamental: la filosofía es una disciplina que se funda sobre la conciencia y que siempre ha establecido una ecuación entre la conciencia y el psiquismo. La hipótesis del inconsciente constituye para ella un verdadero sismo que pone en cuestión la totalidad del proyecto filosófico, como lo destaca Ricoeur quien habla de un cogito «roto» (Cogito brisé). El psicoanálisis pone la filosofía en crisis en cuanto filosofía del sujeto: Impone, escribe Ricoeur, el despojamiento del sujeto tal como se presenta a sí mismo como conciencia; hace de la conciencia, no un dato, sino un problema, una tarea. El verdadero Cogito debe ser conquistado sobre todos los falsos Cogito que lo enmascaran (Ricoeur,1969, p. 161). Freud destaca en su texto las dos posiciones de la filosofía frente al inconsciente: ora el Inconsciente como principio metafísico, de naturaleza supra-psicológica, sin nexo anímico, ora siguiendo la tradición cartesiana, su exclusión y la identificación del psiquismo con la conciencia. El inconsciente no puede ser ni anímico ni objeto de la psicología. Esas dos posiciones se deben a que los filósofos no tienen experiencia de la actividad anímica inconsciente. ¿Qué queda subvertido en este primer enfrentamiento entre filosofía y psicoanálisis? El postulado de la filosofía que la conciencia equivale al psiquismo, pero también que, si hay una certidumbre de la consciencia inmediata, esta certidumbre no equivale a un saber verdadero sobre sí mismo, como lo formula Ricoeur (Ricoeur, 1969, p. 103). El saber de la consciencia sobre sí mismo es falso, engañoso. El psicoanálisis obliga a la filosofía a ponerse en cuestión y a despertar de su sueño dogmático, como lo dice Kant del impacto que el pensamiento de Hume tuvo sobre él. Pero hasta allí el trabajo del psicoanálisis, ese es su límite, no aporta soluciones. Sera la tarea de la filosofía de elaborar una solución.

Freud propone luego otro modo para la filosofía de recibir incitación del psicoanálisis (Freud, 1913b, p. 181). El término de incitación es curioso y podríamos asociarlo al despertar del sueño dogmático del que antes hablé. El psicoanálisis incita la filosofía a despertar y a no encerrarse en sus verdades conscientes. Esta incitación consistiría en transformarse en objeto de estudio del psicoanálisis. Ello permitiría proporcionar una psicografía de la personalidad de los grandes filósofos y llevaría a investigar las fuerzas pulsionales, los complejos, que se manifiestan en el fondo de los sistemas filosóficos. Lo que equivale a pensar que el sistema es el producto del filósofo y de sus complejos. Aquí también el psicoanálisis encuentra su límite en la medida en que no se pronuncia sobre la validez de los enunciados sino sobre el vínculo entre el sistema y las fuerzas pulsionales que se expresan. Sin embargo, Freud termina su reflexión considerando que el psicoanálisis podría distinguir en una obra filosófica lo que es producto de una motivación subjetiva e individual de lo que es el resultado de un trabajo lógico imparcial (Freud, 1913b, p. 182). De ese modo indicaría a la crítica los puntos débiles del sistema. Y como si se hubiese adentrado demasiado lejos en sus pretensiones añade: Ocuparse de esta crítica como tal no es asunto del psicoanálisis (Freud, 1913b, p. 182). ¿Pretende evitar que acusen al psicoanálisis de imperialismo?

Concluiré con una pregunta. En el psicoanálisis contemporáneo, particularmente en la Sociedades de psicoanálisis, existe hoy una fascinación por el pensamiento filosófico contemporáneo. Los nombres de Levinas, Derrida o Deleuze son invocados a menudo y algunos de sus conceptos se mezclan con los conceptos psicoanalíticos. ¿Se puede sin más utilizar esos conceptos? ¿No sería más lo propio del psicoanálisis subvertir esos conceptos?

Bibliografía:

Freud, S. (1913a). Tótem y tabú. Obras completas, T.XIII, Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Freud, S. (1913b). El interés por el psicoanálisis. Obras completas, T.XIII, Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
(1980). L’intérêt de la psychanalyse, présenté, traduit et commenté par Paul-Laurent Assoun. Paris, Les classiques des sciences humaines, Retz.
Freud, S. (1926). ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Obras completas, T.XX, Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. Obras completas, T.XX, Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Ricoeur, Paul. (1969). Le conflit des interprétations. Essais herméneutiques. Paris, Éditions du Seuil.

Autor

David Benhaïm, Sociedad Psicoanalítica de Montreal (Canadá)

Descriptores: CULTURA /  PSICOANÁLISIS APLICADO / FREUD, SIGMUND / PSICOLOGÍA / FILOSOFÍA.

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc
Secretario: Jorge Catelli
Colaboradores: Claudia Amburgo, José Fischbein, María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein
Vice-Presidente: Dr. Carlos Federico Weisse
Secretario: Dr. Adolfo Benjamín
Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas Salas
Tesorero: Lic. Mario Cóccaro
Vocales: Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Susana Stella Gorris.