Número Extraordinario: A cien años de La organización genital infantil de Freud. ¿Cómo el psicoanálisis dialoga con las teorías de género?
Junio 2023 - ISSN 2796-9576
Intersecciones

Intersecciones con Estudios de género - Multiplicidades sexuales: un campo en construcción

Analía Wald
Analía Wald

Mi punto de partida es la clínica, interrogantes que se abren a partir de consultas, tratamientos, supervisiones, lecturas acerca de niñes y adolescentes con sexualidades disidentes, no heteronormadas que cuestionan una tradición en la que la experiencia trans se ha abordado siempre desde la patología grave. La singularidad de los caminos de la constitución sexuada y de género nos convoca a pensar en tránsitos y soluciones muy diversas. Mi impresión es que el psicoanálisis puede aportar una comprensión compleja, no simplificadora de estas problemáticas, cuestionarse a sí mismo y en esa medida enriquecerse.

Una nueva concepción de la sexualidad, junto al descubrimiento del inconsciente, fueron los dos pilares de la revolución freudiana. Polimorfismo sexual, bisexualidad psíquica, identificaciones continúan siendo los ejes centrales de la teoría. Haciendo un poco de historia, encontramos una tensión en la obra de Freud entre el polimorfismo sexual, la sexualidad infantil expansiva, anárquica, con sus múltiples fuentes de excitación, y la necesidad del fin sexual genital, garante de la procreación a través del acople del placer con la finalidad reproductiva. Los debates posfreudianos se inclinaron, en gran medida por esta segunda versión, adoptando los ideales y estereotipos culturales de género en la concepción del complejo de Edipo clásico. Así, el polimorfismo quedó reducido a las mociones inconscientes reprimidas, correspondientes al llamado Edipo invertido, legitimado en sus derivaciones: mociones sexuales no genitales solo viables en el placer preliminar o traducidas en la corriente de ternura, de meta inhibida. Estas concepciones promovieron un deslizamiento disciplinante, heteronormativo y patologizante en la práctica clínica   con efectos performativos en lo social. Pasó mucho tiempo hasta que se pudiera despatologizar la homosexualidad y que nos diéramos cuenta de que las prácticas sexuales no definen a las personas o las estructuras clínicas, y que las personas no hacen conjuntos en función de sus prácticas sexuales. No hay una sola narrativa acerca del devenir homosexual, así como no hay una sola narrativa trans, travesti o no binarie. Ni los trans ni los homosexuales forman conjuntos.

Fue Foucault (2008) el que mejor describió los patrones de normalización de la modernidad sólida a través de dispositivos disciplinantes de salud y educación: la idea del individuo como ciudadano, de los patrones heteronormativos patriarcales.   En ese contexto del estado moderno nace el psicoanálisis, en un marco epistémico que sostiene que las teorías son universalmente válidas y eternas.  Seguir sosteniendo ese marco epistémico para el psicoanálisis es, a mi modo de ver “epistemicida”[1]: es un sistema con exclusiones, jerarquías y subalternidades basado en la construcción colonial.

La práctica clínica actual nos muestra un polimorfismo sexual que desborda su estatuto de reprimido en función de una sexualidad monovalente y   deseable en función de estereotipos culturales. En el campo de la identidad, nos encontramos con que también el concepto de identificación adquiere otra dimensión en la práctica clínica actual: las identificaciones son múltiples, menos esenciales de lo que pensábamos, más móviles, frágiles, mutables.

Así las cosas, a partir del encuentro con estas consultas, me interesan dos vertientes de investigación: 1) una que tiene que ver con referentes del psicoanálisis acerca de como se corporalizan y subjetivan la sexualidad y las identificaciones desde la primerísima infancia, los años del entretiempo de la sexuación en el espacio corporal, familiar, generacional, y los procesos y trabajos psíquicos de lo puberal adolescente. El modelo de Laplanche (2003.2006) y la extensión al psicoanálisis de niños que hizo Silvia Bleichmar (2003) permite   pensar la sexualidad infantil y la sexualidad en general, diferenciando el lado del adulto del lado del niñe. Del lado del adulto, implantación de la sexualidad a través del código de apego y los procesos de asignación de género que mensajes inconscientes, desconocidos aun para los propios adultos. Del lado del niñe, a partir de la implantación de la sexualidad por parte de los adultos, la idea de los movimientos pulsionales primarios no generizados (bisexualidad psíquica), una primera generización (diferencia entre hombres y mujeres que se establece por signos de cultura, y no por la diferencia anatómica pene-vulva) que recién se ensambla y resignifica en la etapa fálica. Lo puberal, como entretiempo de la sexuación donde se desordena el cuerpo y las identificaciones se dialectizan con las rejillas mitosimbólicas sociales, básicamente del grupo de pares. En este modelo, la identidad sexual está del lado del yo, recoge los atributos del género y funciona como contrainvestimiento, en particular, de los deseos y mociones homosexuales sepultados a partir de la represión

Hay muchos avances en relación con como pensamos interdisciplinariamente algunos temas en relación con el cuerpo, la sexualidad y la subjetivación. Por ejemplo, los trabajos de M.C. Laznik (1997) acerca de la constitución del tercer tiempo del circuito pulsional en bebés con signos tempranos de autismo. La sexualidad integradora de la sensorialidad hoy tiene expresión en los ámbitos clínicos desde los primeros meses de vida. Epigénesis, complejidad y plasticidad en el centro del pensamiento clínico psicoanalítico.

 La otra vertiente ligada a referencias más bien filosóficas: los estudios de género y la filosofía de la deconstrucción.  Butler, Derrida, Deleuze, para deconstruir el pensamiento de la identidad como esencia inmutable, idéntica a sí misma. Este segundo referencial teórico nos abre a la pregunta sobre la autopercepción, la idea de la declaración de la identidad.

En 1995, Emilce Dio Bleichmar nos habló del sistema género como aquello que nos libra de la anatomía, desestabilizando la marcación de la sexualidad anatómica macho y hembra. La anatomía ya no era el destino. Sin embargo, nos dijo que la cuestión del género no era suficiente: el deseo es lo que nos singulariza.

Entonces, por el lado del género hay una demanda social a identificarse, a autopercibirse, como si se pudiera capturar una identidad sin resto, sin diferencia, sin alteridad. La demanda social de capturar a las personas en categorías hoy pasa por el género. Es una transformación del dispositivo de sexualidad foucaultiano.

Deleuze plantea la noción de diferencia sin concepto para pensar que lo que nos diferencia no es “algo”, no es un atributo específico basado en polaridades binarias (soy hombre o mujer, buena o mala, negra o blanca) sino que pensamos a las personas en el orden de la existencia, como singularidades, indecidibles/no clasificables. Hay una tensión entre la necesidad de identidad, de aquello que organiza al yo y la experiencia de cada singular.

Nuestras concepciones combinan una idea de sexualidad como empuje, como diferencia absoluta ligada a la experiencia del goce de los cuerpos, a las marcas inconscientes de la sexualidad y un yo que “necesita” una identidad, y para esto se apoya en identificaciones preponderantes, que recogen atributos de género y a la vez actúa como contrainvestimiento de lo que “debe” permanecer reprimido. En este marco surge la pregunta acerca del valor de las afirmaciones conscientes de la identidad de género. Por un lado, no podemos no aceptar la declaración del analizante, tenga la edad que tenga.  Pero reconocimiento de la experiencia del analizante no es lo mismo que aceptación y confirmación. Entonces, alojamos la declaración del analizante sabiendo que es una asunción yoica que organiza la subjetividad, pero cuya estabilidad, fragilidad y mutabilidad es altamente variable. Esta complejidad nos diferencia a los analistas de la estrategia afirmativa. Nosotros alojamos sin afirmar, permitiendo que el proceso se despliegue y problematice, en la medida de lo posible.  En mi experiencia esto no resulta problemático, salvo cuando los bloqueadores hormonales aparecen en el horizonte. Cabe agregar que cuando se discute a la autopercepción desde la idea de que la persona trans se permite la libertad de elegir ser de uno u otro género, como si se eligiera una ropa, se desconoce que para la mayoría de las personas que deciden una transición médica, la experiencia consciente, al menos en ese momento, suele ser la de que no se puede ser otra cosa. Es una cuestión de supervivencia, de una vida que solo en ciertos términos resulta vivible.

Entonces, a pesar de que lo singularizante es el deseo y la sexualidad como potencia, y no los fenómenos identitarios, que siempre están del lado del yo, hay quienes presentan una urgencia subjetiva ligada a su identidad. A veces las personas se abren a una interrogante y a veces no. Mi impresión es que si el analista se angustia, y pienso que siempre nos angustiamos en este punto, es por las propias angustias de castración, a veces disfrazadas detrás de una concepción pre-psicoanalítica de cuerpo, la idea de que hay un cuerpo natural que se altera de modo irreversible. La fantasía de que existe una biología pura, inalterada. No hay cuerpo natural, en primer lugar, porque hay psique-soma, porque el cuerpo se arma y configura en un vínculo de cultura. Cuando alguien nace, la asignación de un género viene con una serie de instrucciones acerca de qué es ser varón o ser mujer en esa sociedad, cómo se comporta un cuerpo de varón o un cuerpo de mujer. En segundo lugar, hemos incorporado a nuestras vidas las técnicas de reproducción asistida, la biotecnología, trasplantes, ciborgs, cirugías estéticas, la inhibición hormonal de pubertades precoces, etc.

Es conveniente saber que la idea de cuerpo que tenemos responde a condicionantes históricos de nuestras visiones de lo humano, que se están modificando drásticamente.  Si aceptamos que no hay cuerpo natural, nos angustiamos menos y podemos acompañar los procesos singulares de cada niñe o joven, aceptando que las angustias de fragmentación, de castración son nuestras. En lo personal, no diferencio estas urgencias de otras donde los pacientes priorizan la acción, la transformación real de sus condiciones materiales de vida, a la demora o la postergación por vía del pensamiento. Pero entiendo que este es un punto de debate: si la modificación corporal para ajustarse a cierta identidad de género está dentro del abanico de posibilidades depende de la concepción de cuerpo que manejamos. Por supuesto entran aquí en juego cuestiones bioéticas y aun antropológicas: 

¿Entendemos al cuerpo sexuado como un objeto a modificar para ajustarse a la identidad o como un límite sobre el cual construirla? Cualquier discusión implica explicitar cuáles son los supuestos de normalidad o normalización detrás de nuestra concepción acerca del cuerpo y la sexualidad. Debate necesario para el psicoanálisis porque las categorías son las mismas, pero el mundo es otro, y requiere nuevas semantizaciones.  

REFERENCIA 

[1] Expresión de Denise Najmanovich

Bibliografía

Avgi Saketopoulou (2020) Thinking psychoanalytically, thinking better: Reflections on transgender, The International Journal of Psychoanalysis, 101:5, 1019-1030, DOI:10.1080/00207578.2020.1810884

Bleichmar, Silvia: La identidad sexual. https://silviableichmar.com/la-identidad-sexual-entre-la-sexualidad-el-sexo-el-genero/

Deleuze, G. (1975). Kafka, por una literatura menor. Mexico: Ediciones Era Naciente.

Deleuze, G. (1976). Nietzsche e a filosofia. Rio de Janeiro: Rio – Sociedade Cultural.

Derrida. J y Dufourmantelle, A. (1997) D´el hospitalité. Paris: Calman

Dio Bleichmar, Emilce. (1995) Resistencias en psicoanálisis al concepto de género. Tres al Cuarto, 5, p. 22-25.

Evzonas, N. (2021) Género y "raza" significantes enigmáticos. Cómo lo social coloniza lo inconsciente. Aperturas Psicoanalíticas (p.68). http://aperturas.org/articulo.php?articulo=0001162

Foucault, M. (2008) Historia de la sexualidad 1: la voluntad del saber. 2da. Edición. Buenos Aires: Siglo XXI Editores

Glocer Fiorini, L.: Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual y de géneros. En Revista Uruguaya de Psicoanálisis.127. Desamparo. P.80-90. Montevideo. 2018.

Laplanche, J. (2003) Castración. Simbolizaciones. Problemáticas II. Buenos Aires: Amorrortu.

-       (2006) El género, el sexo, lo sexual. https://revistaalter.com/revista/el-genero-el-sexo-lo-sexual-2/937/

Laznik, M.C.: (1997) Hacia el habla.  Mexico: Nueva Visión.

Meloni González, C.:  En los límites de lo pensable: sujeto, duelo y melancolía en Judith Butler. 57417-Texto del artículo-4564456560734-1-10-20181217.pdf

Najmanovich, D.: (2019) Complejidades del Saber. Buenos Aires: Noveduc.

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Wald, A.: (2018). ¿Qué es lo que difiere, quién difiere? Trabajo presentado en el Panel “Diferencia, Diversidad, Singularidad. Tres perspectivas en relación con la difference”. Jornadas de Psicoanálisis y Educación APA-UBA. Facultad de Filosofía y Letras. UBA.

Autora

Analía Wald, APA

Descriptores: SEXUALIDAD / IDENTIFICACION / IDENTIDAD SEXUAL / GENERO / DECONSTRUCCION / DIFERENCIACION / CUERPO

Candidato a Descriptor: POLIMORFISMO SEXUAL

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc
Secretario: Jorge Catelli
Colaboradores: Claudia Amburgo, José Fischbein, María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein
Vice-Presidente: Dr. Carlos Federico Weisse
Secretario: Dr. Adolfo Benjamín
Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas Salas
Tesorero: Lic. Mario Cóccaro
Vocales: Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Susana Stella Gorris.