Número Extraordinario: A cien años de La organización genital infantil de Freud. ¿Cómo el psicoanálisis dialoga con las teorías de género?
Junio 2023 - ISSN 2796-9576
Textos breves

Por la vida

Mónica Santolalla
Mónica Santolalla

Los aniversarios siempre son una buena oportunidad para conmemorar la vida. En la tradición judía hay una palabra que se expresa luego del brindis, Lejaim, y que significa por la vida. Conmemorar los cien años del texto freudiano La organización genital infantil tiene algo de esta torsión que Lejaim marca, la vitalidad de un texto psicoanalítico depende que pueda ser fecundamente deconstruido y traducido nuevamente, que puedan destilarse otros sentidos, esa infiel fidelidad de la que Laplanche hacía gala. 

Freud tenía una enorme habilidad literaria para deslizarse entre la contundencia del descubrimiento intelectual junto a una apelación emocional de gran riqueza poética, a todas luces dialogaba con su época, sin temor a desdecirse o traicionarse como cuando se declara en más de una ocasión, insatisfecho con tesis anteriormente planteadas. 

Ya no llevamos a ninguna parte la peste de las subversiones culturales que el Psicoanálisis de comienzos del siglo pasado aportó, pero necesitamos dialogar con las mutaciones de la época, de ésta, la nuestra.  

Para conmemorar el texto, La organización genital infantil una interpolación agregada en la teoría de la sexualidad, resulta imprescindible confrontar la búsqueda de un origen, de una primacía, el primado del falo, como motor en juego del funcionamiento simbólico, para aventurarnos en el terreno desposeído de referencias, el no-espacio de una colisión cultural como lo plantea Judith Butler. 

En esta pluralidad en la que vivimos inmersos en una encrucijada de fuerzas discursivas culturales y políticas, necesitamos dejarnos interpelar despojadamente con la deslocalización y el derrumbe de la referencia. ¿Cómo abandonar algo que deseamos abandonar y que al mismo tiempo nos resistimos a ello?  

Derrida propone habitar el edificio para corroerlo desde adentro, y Deleuze propone bailar sobre las cenizas. En ambos hay un trabajo de duelo, de desprendimiento, de dar por concluido. 

La deconstrucción, significante en boga en estos tiempos, ha alcanzado un estatuto más público y necesitamos pensarla en sus alcances políticos. Jacques Derrida nos confronta con el problema de como pensar las diferencias, cuando todas las categorías que tenemos para pensarlas reducen la diferencia a un uno. 

El significante diferencia adquiere relevancia en Francia en la década de los 60 y hacen su eclosión en el mayo del 68. La palabra diferencia se usa para confrontar con algo. La confrontación de ese momento fundacional era entre Deleuze, Foucault, Barthes que discutían con el existencialismo de Sartre. 

En un memorable seminario de la época entre guerras, Alexandre Kojève, filósofo ruso, propone volver a pensar una antropología, como tarea del siglo XX, de qué modo se puede pensar una teoría del ser humano, desde otras categorías, retomando la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, ponerla a trabajar, poniendo el acento que somos sujetos deseantes. Somos deseo de un otro deseo. No hay un sujeto único, contra la categoría de UN sujeto, en la confrontación con la unidad del ser humano, enlaza su discusión el significante diferencia.  Lo uno se constituye desde la diferencia y no a la inversa. Esto es un punto clave. Ingresamos al mundo con una serie de significados que nos constituyen. El sentido emerge desde una estructura que carece de sentido.  Lo que no aparece cuestionado en el humanismo, es la unidad, y eso es lo que trae la teoría de la diferencia. 

Entonces: ¿qué es la diferencia? Estamos acostumbrados a pensar la diferencia a partir de un concepto, y un pensamiento conceptual no es sino la reducción de la diferencia, toda teoría de la representación es enemiga de la diferencia, porque la reduce a una unidad. 

Derrida señala que la diferencia es una relación de diferir, es movimiento, sin concepto y sin representación.

La diferencia pone de manifiesto el carácter precario de la identidad, no hay ninguna esencia última que se defina como tal, sino que se reconoce por diferencia con otra, imposible de cristalizar, la diferencia es móvil y se operacionaliza en lo que llamamos un proceso de diferenciación

La diferencia en tanto dinámica, es decir temporal, se disemina. En ese sentido, los usos y las costumbres son espejismos de una historia en proceso, no son mapas estables, en verdad que no hay ningún mapa estable. Todo van difiriendo temporalmente, acompañado de una estructuralidad precaria junto a unas series de mediaciones que nos constituyen.

Mientras, en la clínica, los movimientos son tan sísmicos como en las comunidades que habitamos. ¿Dónde podemos encontrar sostén, anclajes simbólicos, para hospedar en la clínica y en las teorías psicoanalíticas la revolución que ha surgido en la cultura?

Entre los muchos temas clínicos y teóricos reveladores de nuevos paradigmas que nos interpelan, el conflicto con el nombre propio, excede la apelación al marco del derecho, que, lejos de concluir un debate, apenas lo comienza a desplegar. 

El nombre asignado marca la distancia entre la procreación biológica y la filiación y conlleva un trabajo de apropiación que será por siempre una tarea inacabada, apropiación del nombre que en este siglo no impide el cambio de un nombre, transito complejo, y de múltiples derivas. 

Cuando conocí a V.  ya había comenzado el proceso de hormonación y fue durante el análisis que emerge la construcción de F. 

Ambos nombres, asignado y elegido fluyeron en el análisis hasta el momento que F. comienza a desvestirse de V. y la transición, motorizada a base de deseo, estrógenos y progesteronas va posicionando a F. en todo su esplendor. 

Estas migraciones estaban presididas por angustias múltiples, fuerzas heterogéneas que eran irreductibles a una única identidad, lengua, cultura o nombre. Lo uno era lo perdido. 

Mientras las transformaciones hacían su trabajo en distintos escenarios, entre ellos, la voz, la sonoridad iba mutando. 

Por un tiempo, al comienzo de cada sesión, el tono de las primeras palabras pronunciadas norteaba, cual brújula, si escucharía prioritariamente ese día a V., F., ambos, ninguno. Sin embargo, la experiencia trans, es de cruce, es nómade y la brújula sonora fue dejando de ser efectiva, a medida que la deconstrucción de la voz se profundizaba. Finalmente F. emergió del cuerpo de V. y firmó el consentimiento para la nueva partida de nacimiento, con nuevo nombre legalizado en un nuevo documento nacional de identidad. 

Es allí, por esos tiempos donde el lapsus hace su emergencia, pero no del lado del paciente, sino del lado del analista. V. era traído a la sesión, nombrado en la voz de la analista, quien tropezaba con los nombres junto con las revoluciones invisibles, las transformaciones sin fecha de comienzo o de caducidad que F. atravesaba. Hay un devenir convocado por la multiplicidad del deseo. 

El trabajo de la desidentificación y las identificaciones forma parte del devenir trans: nada hay que demostrar o verificar, todo se está por experimentar en un devenir siendo que no mitiga la angustia, pero que rearticula posibilidades de enunciaciones múltiples. Admitir un conjunto expansivo de nuevas conexiones, no impide que queden nuevas restricciones que impulsan y sostienen. 

Es una clínica, que confronta al analista con su sexualidad, sus prejuicios, límites ideológicos y marcas heteronormativas. Leticia Glocer Fiorini lo llama el casillero vacío, que se recubre de relatos, creencias, ideologías y teorías. 

Desmarcarnos del pensamiento binario es de una enorme complejidad, aun así, es imperioso que, desde la posición en tanto psicoanalistas, agudicemos la escucha y las herramientas conceptuales para no reproducir como verdades inmutables nuestros propios conceptos acuñados en la invisibilidad de las marcas de des-igualación entre los géneros, so pretexto que el género no es un concepto psicoanalítico. 

Cuando Freud señala que “la aproximación de la vida sexual infantil a la del adulto llega mucho más allá, y no se circunscribe a la emergencia de una elección de objeto” trazó un sendero enigmático que las traducciones patologizantes obturaron en sus múltiples derivas. 

Autora

Mónica Santolalla, APC

Descriptores: PSICOANALISIS /  SEXUALIDAD / DECONSTRUCCION  /  SUJETO /  DIFERENCIACION /  GENERO  /  DESEO

Candidato a Descriptor: TRANSICIÓN DE GENERO

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc
Secretario: Jorge Catelli
Colaboradores: Claudia Amburgo, José Fischbein, María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein
Vice-Presidente: Dr. Carlos Federico Weisse
Secretario: Dr. Adolfo Benjamín
Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas Salas
Tesorero: Lic. Mario Cóccaro
Vocales: Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Susana Stella Gorris.