Realidad, verdad y ficción. Efectos en la clínica
Noviembre 2021 - ISSN 2796-9576
Textos breves

Realidad, Verdad y Ficción

José Eduardo Fischbein
José Eduardo Fischbein

Comenzaré esta presentación con un poema de Ramón de Campoamor (España- 1817/1901).
Escribe el autor:

«Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira.»

Esta poesía dio origen a la denominada expresión Ley Campoamor; que se usa a modo de metáfora, de un recurso retórico, con la cual poder definir a alguien que ha hecho una interpretación interesada de algo, ya sea de un hecho, o de un concepto. Es una expresión usada con cierta frecuencia en aquellas ocasiones en las cuales una persona con autoridad, hace una interpretación arbitraria, una apreciación a su albedrío, y que no es coincidente con la interpretación general y comúnmente aceptada o entendida, con la intención de ser impuesta.

El poema nos lleva a admitir que ningún concepto es absoluto e inmutable, y que sería imposible obviar una lectura subjetiva. Nos enfrenta al dilema de lo objetivo versus lo subjetivo en la evaluación de un hecho y nos introduce de lleno en las contradicciones entre lo absoluto de lo objetivo y lo relativo de la subjetividad.

El "mundo traidor” de la primera estrofa nos enfrenta desde la mente del poeta a que el mundo en sí, no es confiable, debido a que cambia, se transforma, desde el sentido otorgado a los hechos o los conceptos por sus actores; por eso hace la referencia al color del cristal con que se mira. Color de un cristal que otorga a la percepción un estado en constante cambio y transformación y que hace que ninguna verdad absoluta tenga validez universal, ya que puede admitir distintos colores, diferentes sentidos e innumerables interpretaciones.

Trabajaré sobre dos ideas. La primera de ellas es la necesidad del uso del plural para abordar este tema; es decir no podemos hablar de realidad, verdad y ficción -como es el nombre de esta publicación- sino de realidades, verdades y ficciones. La segunda idea sobre la que quiero poner énfasis, desde una teoría de base constructivista, es que estos conceptos se generan en el campo intersubjetivo de lo social y se sostienen en sus diferentes versiones por los consensos grupales. Los seres humanos no son receptores pasivos de experiencias y aprendizajes, son constructores activos de sus realidades, de sus verdades; es decir, de su manera de evaluar las cosas y, en consecuencia, la forma de enunciarlas es la expresión de sus ficciones.

Un primer interrogante al que quedamos expuestos es si consideramos la realidad externa, la verdad y la ficción como lo preexistente y dado en lo real o como construcciones a posteriori; si lo acercamos al universo material con una existencia previa, independiente y estable o si pertenece al universo de los fenómenos y construcciones humanas en constante resignificación.
En el contexto contemporáneo, las realidades, verdades y ficciones se entretejen en la organización de la construcción de las escenas inconscientes que tiñen la delimitación de dichos conceptos. Tendríamos que tener en cuenta qué se percibe y cómo se percibe. Las huellas de lo percibido dependen del sentido que se les otorga y de las conexiones que entre ellas establece el sujeto en el interjuego con su entorno socio-cultural. Desde estas percepciones construirá sus realidades, verdades y ficciones.

El conocimiento humano depende de la construcción tanto de factores que residen en el sujeto, como de factores que dependen de la influencia del medio, de la época, y de la pertenencia a un determinado grupo sociocultural y de los valores determinantes contenidos en ellos. Tanto las realidades, como las verdades y por supuesto las narrativas que constituyen las ficciones, pueden ser abordadas con el valor relativo de la percepción de las diferentes personas y sus contextos.

Para un humano la realidad del mundo externo es una tarea de construcción del yo que pasa por los filtros subjetivos quedando de este modo delimitadas dos realidades: la subjetiva y la objetiva, con diferentes verdades y ficciones de la actualidad y del pasado, pasado que también es doble, psíquico y material.

Toda construcción desde lo subjetivo porta un núcleo de verdad del pasado vivencial algo de lo concreto acaecido que se impone en la realidad de hoy por los procesos inconscientes de repetición propios de lo inconsciente. Los hechos del pasado se hacen conscientes por la verbalización que permite evaluar la influencia de lo recordado en la construcción de la visión de la realidad actual.

Las realidades, verdades y ficciones son subjetivas y son el resultado de un trabajo de reconstrucción a partir de la palabra. Son hechos de discurso en los que hay que diferenciar entre el propósito pragmático de la construcción y la veracidad o falsedad histórica, siempre enmarcadas en la incertidumbre de lo incognoscible.

Si nos ubicamos en el campo de la palabra. Desde él enfrentaremos nuestras ideas sobre los mitos y las teorías sobre los conceptos que hoy tratamos. La interacción de referencias mutuas es un intento de aprehender los enigmas de las realidades y de las verdades. El conocimiento y el mito se imbrican en un sinúmero de referencias recíprocas. El mito es un conocimiento arcaico que trata de hacer un aporte poético al conocimiento actual. El mito ocurre en el campo del lenguaje y no en el de los hechos. En el mito el acontecer es un relato, una ficción.
Las teorías que cada persona elabora sobre los momentos tempranos del desarrollo ontológico de los conceptos forman parte de las psicomitologías que instauran al sujeto dentro de una historia. Por psicomitología entendemos aquellas historias creadas en la mente que pueden proyectarse en el tiempo como hipótesis explicativas de lo subyacente en el origen del proceso de pensamiento, desde el cual el individuo crea sus realidades y verdades, ejes centrales alrededor de los cuales gira la acción de la vida que se mueve en torno al devenir histórico, a las situaciones políticas y sociales manifestando la repercusión de éstas sobre él.

Los mitos son lógicamente posibles, de un alto valor metafórico, cuyos contenidos pueden no siempre ser humanos aunque guarden algunas de sus caracteristicas; por ejemplo, la esfinge y su papel en la mitología clásica, siempre transmitiendo además la organización de una estructura, como ha ocurrido a partir de su incorporación al acervo psicoanalítico.

En relación a la construcción mítica, puede creerse en ella de buena fe y hasta tomarla literalmente, admitirla como una alegoría o descartarla aduciendo que todo en el mito es falso. Cuando el mito es tomado como una alegoría, se convierte en una narración con dos lados, ambos igualmente necesarios y complementarios. Uno es el ficticio y el otro es el real. El ficticio es que el hecho no ha ocurrido, lo que dice que es solo un relato. Lo real consiste en que de algún modo lo que se dice en el mito, de alguna manera podría haber ocurrido en la realidad. Ejemplificaríamos lo antecedente con el uso que el psicoanálisis hace de los mitos de Edipo y de Narciso para explicar aspectos del devenir humano.

Lo descrito anteriormente demarca la diferencia de dos realidades. En primer lugar, la que se nos presenta como la objetiva y luego, la realidad psíquica producto de la creación desde el espacio dado por una narrativa –una ficción-- que otorga sentidos y en la cual se expresan los productos del inconsciente.

La realidad psíquica está ligada a los procesos inconscientes y sustituye al hecho concreto de la realidad objetiva. Freud, define a la realidad psíquica como la expresión del deseo inconsciente y sus contenidos se constituyen en una nueva materialidad.

La realidad psíquica contiene una coherencia, contundencia y resistencia comprobables en relación con los hechos de la realidad material, aunque se trate del efecto de una fantasía inconsciente que surge del deseo.

Las ficciones nunca nos cuentan la “historia verdadera” pero son verosímiles, responden a una verdad histórica subjetiva como algo que lógicamente pudo haber ocurrido. Las ficciones míticas expresan en forma de anécdota lo supra temporal y permanente, aquello que ocurriría en todos los tiempos y es válido para todos.

Presentan una estructura que se ciñe a la realidad a través de un relato ocurrido en el tiempo falso del origen y tienen la función de aludir a un aspecto de la conducta humana, aunque metaforizada a través de llevarla a otro tiempo, con personajes que dan una explicación causal de cómo se gestaron dichos fenómenos y explican las operaciones que la mente no puede conjeturar.

La realidad y la verdad, son objetos epistémicos, teorías que bordean lo incognoscible, son puentes conceptuales entre la ausencia de representación y las metáforas. Se pueden constituir en el puente entre la realidad de la cosa y lo metafórico del símbolo, y a través de las ficciones, que utilizan las palabras que otorgan su significado y sentido.

Estas construcciones a las que podemos definir como mitos son productos mentales que se hacen sobre una matriz virtual y preexistente que pertenece al patrimonio universal de lo humano, directamente construido sobre los restos de lo vivencial del sujeto. Los mitos pertenecen a lo universal, mientras que su transformación en lo conceptual es del orden de lo singular e individual de la historia de cada sujeto.

El psicoanálisis parte de la premisa de que “la realidad es incognoscible”, no declina la ilusión que desde el mundo ideal de la realidad interna se puede ir bordeando y circunscribiendo esa realidad inaccesible.

La ficción – el mito- es una forma de pensar que modeliza e ilustra ciertas formas del devenir de la vida del humano. Nos muestra ciertas interacciones básicas del hombre y su estudio permite la comprensión del funcionamiento mental. Toda teoría, aunque mítica es un intento de poner palabras a algo no-sabido, es decir hacer consciente lo inconsciente.

Considero que las teorías y prácticas se enfocan en el modo en que los individuos crean, para así dar sentido a su mundo y experiencias. Se centran por lo tanto en las construcciones que manifiestan la personalidad de cada ser humano respondiendo al proceso continuo de interacción entre los afectos, los aspectos cognitivos y los aspectos sociales de su comportamiento, que le otorgan una valoración propia, subjetiva a la lectura de los valores en los que está inmersa cada existencia humana.

La individualidad psíquica y material de cada sujeto particular, es siempre variable e imposible de trascender hacia una unidad absoluta y universal. Siendo limitado el conocimiento posible y la validez de la verdad al que la persona adscribe según su entendimiento y en consideración a la situación específica dada por su entorno social.

Como psicoanalistas no podemos excluir la incidencia de lo inconsciente en la atribución de sentido de los conceptos a los que nos referimos y, aunque Freud intentó en su entorno positivista darles un sesgo objetivo a sus aportes, su viraje fue el estudio cada vez más profundo hacia la subjetividad, generando una nueva realidad, la realidad psíquica, y la vivencia de verdad la volvió singular y personal, ambas encerradas en la ficción del relato, basado en la libre asociación.

¿Cómo lo hizo? A través de la indagación sostenida de la realidad psíquica, señalando que los datos del discurso dependen de la selección y significación de los presupuestos de cada persona y sus orígenes en el pasado vivencial. Pasado tanto percibido en las experiencias personales, como por los atributos otorgados por su inmersión en lo social.

Reitero una idea antes expuesta: no hay realidad externa objetivamente cognoscible sino considero que los hechos son siempre una creación del pensador, las verdades son percibidas desde los colores de las diferentes lentes y las ficciones son las psicomitologías que se constituyen en el acervo interior y personal que sostienen el devenir de cada humano.

Vuelvo al poema que presentara al principio. El mundo es siempre un traidor, traidor si voy a buscar en él, el ideal que construyera en mi mente, pues nunca lo encontraré. Lo que si saldrá a mi encuentro son imágenes con diferentes colores que algunas veces coincidirán o no con aquello que imaginé.

Autor

José Eduardo Fischbein

Descriptores: SUBJETIVIDAD / REALIDAD MATERIAL / REALIDAD PSÍQUICA / FICCIÓN / MITO

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc

Secretario: Jorge Catelli

Colaboradores: Claudia Amburgo

José Fischbein

María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein

Vice-Presidente: Dr. Eduardo Safdie

Secretario: Dr. Adolfo Benjamín

Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas de Salas

Tesorero: Dr. S. Guillermo Bruschtein

Vocales: Dr. Carlos Federico Weisse, Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Lic. Mario Cóccaro, Dr. Néstor Alberto Barbon, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Roxana Meygide de Schargorodsky, Lic. Susana Stella Gorris.