Desmentida. Efectos en la clínica
Febrero 2022 - ISSN 2796-9576
Intersecciones

Intersecciones con la Cultura - La cultura del negacionismo

Mirta Goldstein
Mirta Goldstein

Los sucesos trágicos de la historia, apelan a la memoria colectiva para no ser olvidados ni desmentidos y por ende no resultar desfigurados, lo cual resulta inevitable. Si bien la desmentida puede considerarse una forma de olvidar y distorsionar los hechos, va más allá porque rompe los enlaces necesarios para entender la realidad. La desmentida apela a no querer saber y promueve el invisibilizar, el rechazar y el desconocer. En cierto sentido, la desmentida se constituye en una ceguera respecto de una parte de la realidad.

En el lenguaje cotidiano desmentir significa revertir una mentira o una afirmación falsa, o sea, contradecir lo falso para llegar a la verdad. En cambio, en la teoría del psicoanálisis, la desmentida es elevada a categoría de concepto y adquiere la dimensión de mecanismo inconsciente de defensa ante la castración; se constituye en una operación psíquica que difiere del concepto de negación y de repudio, y su función es justamente no querer saber sobre una experiencia puntual displaciente.

Freud habla de desestimar, desautorizar y desmentir y si bien no son exactamente equivalentes los usa indistintamente, principalmente, los correlaciona con la escisión psíquica, el fetichismo, el desconocimiento de la castración materna y las perversiones.

Para el filósofo Claude Rabant el desestimador es engañado a medias por su desmentida. Esto es lo que Freud llama escisión o una desgarradura que va agravándose bajo la forma de la percepción fetichista de “algo que los otros no ven”. ¿Quién engaña a quien?

En la desmentida el Yo resulta escindido y una parte de esa escisión engaña a la otra parte escindida. La escisión le retira al Yo el acceso a algunos juicios de existencia y de atribución con lo cual el Yo se comporta como si la representación displaciente no existiese lo cual vuelve, a su otra parte, poseedor de una verdad sin fisuras: no existe ni existió lo displaciente.

La historia, en su parcialidad estructural, deja un resto a veces olvidado y a veces desmentido o ambos; se reconstruye gracias a los testimonios orales y escritos. Mientras que el recuerdo es encubridor debido a la represión, la memoria colectiva se opone al negacionismo o mejor aún, le pone freno a la desmentida, pero este freno fracasa en parte.

Desde esta perspectiva lo que obstaculiza la elaboración psíquica de los traumas sociales es la desmentida negacionista de grupos identificados y militantes; a nivel de los acontecimientos sociales y sobre todo de los trágicos y traumáticos, la desmentida adopta la forma del “negacionismo”.

El negacionista se defiende de una experiencia displaciente, como la culpa y la vergüenza, pero no necesariamente dolorosa. Si bien ambos, dolor y displacer, responden al principio de placer-displacer, resulta conveniente distinguirlos..

El negacionista no siente dolor por la traumático, sobre todo porque generalmente se trata de una experiencia ajena, de otras generaciones en sustitución del dolor siente displacer al que muchas veces puede revertirlo como viniendo del afuera y transformarlo en un displacer persecutorio.

Hoy habitamos una cultura negacionista que adquiere variadas facetas. Por un lado están aquellos que desmienten y militan en el negacionismo de la Shoá, son los grupos neonazis para los cuales creer en la verdad histórica, o sea pasada, significa aceptar la culpa por la eliminación del diferente y lo llamativo es que esa historia les es extraña. El displacer se les vuelve algo familiar en el mismo momento en que crean una realidad a su gusto, o sea, creen en la realidad del esto no sucedió.

Por otro lado proliferan los grupos antivacunas que desestiman lo beneficioso de las mismas y se aferran a la creencia en el veneno. No permiten que se les inyecte “lo venenoso” o perjudicial. No solo no creen en el empirismo científico, sino que retornan, sin siquiera pensarlo a la Edad Media.

Un tercer grupo lo constituyen aquellos que se amarran a las oposiciones ideológicas y partidarias para sentir que “son” esto o aquello. No son pocos los que hacen algo semejante con la defensa de los géneros sexuales.

Ocurre que la escisión necesariamente genera una creencia fanatizada, inamovible.

Si el sujeto de la desmentida y el negacionismo llega al análisis, lo hace imbuido de una creencia utópica: un mundo sin falla ni imperfección que le supone a un parte de la realidad mientras que la otra se torna peligrosa. Por esta razón es que el negacionista cree en un paraíso o sea, en una realidad idealizada, luego imposible. Crea, entonces, producto de la escisión psíquica, dos mundos superpuestos y paralelos: el ideal y el rechazado.

Es que para poder confrontar; paradojalmente, la realidad rechazada debe ser real y de esta manera pone de manifiesto su escisión.

En psicoanálisis, la desmentida propone a la vez una existencia y una inexistencia del falo en la madre, desmiente que no hay lo que en realidad no hay, entonces, a pesar que no hay, el sujeto se convierte en autor de un hay, de un existente imposible. ¿Qué se desmiente? la incertidumbre, lo efímero, la muerte, lo parcial y el Mal.

Dado que ciertos contenidos infantiles escapan a la consciencia y al recuerdo, sus consecuencias se actualizan en la vida del sujeto; la imago de la mujer fálica o del padre salvador puede retornar en un sueño, en un chiste, en un síntoma, o retornar en acciones impulsivo-compulsivas, en algunos delirios o en el negacionismo.

Los negacionistas se aferran a algo que les es extraño y solo actualizan un pasado infantil en el cual el encuentro con el no-falo materno fue displaciente y hasta terrorífico por lo cual la creencia en algo salvador les resulta apaciguadora (creer que puede haber un líder mesiánico calma la angustia).

Muchos son los nombres del Padre Omnipotente sin embargo me interesa destacar que las creencias fanatizadas son usadas para sostener al Amo de turno. Cada vez que un joven se entrega a la droga, ésta se constituye en su amo y en su única opción existencial para evadirse de la castracion. La castración tiene como referencia a la Ley Simbólica, o sea, una ley que, siendo determinante de la transmisión del lenguaje como función de subjetivación, pone freno al dominio del goce pulsional; luego desmentir la castración es también desmentir la legalidad en el orden de la palabra.

El negacionista requiere no solo del amo sino de la fratria. Por ejemplo, los antivacunas requieren de hermanos antivacunas para poder sostenerse. Cada uno, en su adicción al Ideal, desmiente el sacrificio a esa Sustancia Devoradora sin Ley, el amo inconsciente. La pertenencia al grupo consigue sostener la desmentida sumando adeptos y exigiendo prerrogativas como el caso, actualmente, del famosos tenista antivacuna que pretende ser exceptuado de la ley; quiere ser la excepción a la castración “para todos”.

El antivacuna actual es un negacionista que se aferra a una verdad como única, y esa creencia lo engaña doblemente. En primer lugar, lo engaña respecto de la existencia del amo que no hay, y, en segundo lugar, es engañado por su escisión.

Si no hay Amo absoluto, ya que cualquiera que se erija en ese lugar es mortal y por ende sustituible, incluso las ideas científicas son por principio, sustituibles o sea transitorias, aferrarse al padre mítico es aferrarse a una irrealidad como lo era el padre de una horda no humana y no hablante.

Lo mítico es fundante porque a partir de esa exclusión primordial solo hay grupos de seres hablantes. Recién la fratria tendría acceso al lenguaje y la castración, pero si esa fratria se torna creyente, como el negacionista, la castración nuevamente queda desmentida.

Autora

Mirta Goldstein , APA

Bibliografía

Rabant, C.: Inventar lo real, Nueva Visión editorial, Buenos Aires, 1993, p. p. 110-111.

DESCRIPTORES:

DESMENTIDA

PALABRAS CLAVES:

NEGACIONISMO

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc

Secretario: Jorge Catelli

Colaboradores: Claudia Amburgo

José Fischbein

María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein

Vice-Presidente: Dr. Eduardo Safdie

Secretario: Dr. Adolfo Benjamín

Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas de Salas

Tesorero: Dr. S. Guillermo Bruschtein

Vocales: Dr. Carlos Federico Weisse, Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Lic. Mario Cóccaro, Dr. Néstor Alberto Barbon, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Roxana Meygide de Schargorodsky, Lic. Susana Stella Gorris.