Del “Agieren” freudiano al acto analítico. Las dimensiones del acto.”
Junio 2022 - ISSN 2796-9576
Ensayos psicoanalíticos

"... Una bandada de gansos..."

Jorge Helman
Jorge Helman

Según nos refiere Mircea Eliade, en Herreros y Alquimistas, los habitantes de la Antigüedad clásica solían probar los metales sometiéndolos al fuego. Así observaban su resistencia, su fortaleza y debilidad; pero por sobre todas las cosas, el fuego tenía la virtud de templar la capacidad de transformación de los metales.

Debemos a esa actitud antigua el origen de la palabra “templanza”. Al mismo tiempo, nos brinda una introducción al tema de la subjetividad y el dispositivo analítico, ya que pretendemos, sobre el fondo de esta referencia, someter a nuestros metales (los conceptos teóricos) a la prueba de fuego (la clínica analítica) para pulsar su tolerancia y su consistencia.
No van a ser convocados todos los conceptos que la historia del psicoanálisis ha ido grabando, sino sólo aquéllos que sean despertados por un material clínico.
Vamos a transcribir un relato muy breve sobre el que pretendemos hacer trabajar algunos conceptos, que nos permitirán construir tres escenarios simultáneos: el relato, la teoría y la clínica.

Este cuento fue extraído de una obra mayor, de tres tomos, llamada Cuentos Jasídicos, cuyos relatos fueron recopilados por el filósofo Martín Buber, y dice lo siguiente:

“El Maestro y su discípulo estaban atravesando un prado. El ganado pastaba en él y mugía mientras se aproximaba al arroyo para abrevar. Al ver a éste, una bandada de gansos se alzó del agua en medio de gran algarabía y batir de alas.
¡Si tan sólo pudiera comprender lo que dicen!”, Exclamó el discípulo.
Cuando llegues a entender la verdadera esencia de lo que tú mismo dices - le contestó el Maestro -entonces comprenderás el lenguaje de todas las criaturas"

Se trata de un texto. Pero ¿por qué no concebir que un paciente es, precisamente, eso, un texto?, ¿Por qué no entender que la persona es soporte y soporta (como diría Borges) al lenguaje? Esto nos autoriza a arrojar sobre este texto un enfoque clínico y a entender que el protagonismo de uno de los personajes equivale a una intervención analítica plena.

Nos encontramos aquí con una auténtica trama que tolera que la tratemos como una ocurrencia, un sueño o una formación cualquiera del inconsciente y que se presenta con los ropajes propios de lo preconsciente; es decir, con representaciones de palabra.

Enhebrando cuentos

Como analizar implica desanudar tramas con la finalidad de producir anudamientos originales, hemos de tomar, en un principio, un enfoque Intertextual.

A este cuento lo hemos desgarrado de una obra mayor: los Cuentos Jasídicos; ellos devienen de una tradición oral judía de la Europa Central que fueron recolectados en un escrito por Martín Buber. A lo largo de toda esta obra se va forjando, merced al mecanismo de repetición, un clima según el cual ciertos términos son intercambiables.

En este relato, observamos la presencia nítida de dos protagonistas: Maestro y Discípulo, pero la "atmósfera" creada por la totalidad de los cuentos, presenta otras ecuaciones sustituibles que no aparecen en este relato sino en aquéllos que lo acompañan.

El análisis semiótico ideado por Trubetzkoi nos permite operar con dos términos: repetición y diferencia; o, en otras palabras: tradición y singularidad.
Los términos permutables que aparecen a través de los cuentos son los siguientes:

     VIEJO                       JOVEN
     SABIO                  IGNORANTE
     MAESTRO               DISCÍPULO

Hemos de llamar "columna" a aquello que abarca la ecuación Viejo-Sabio-Maestro y a su vecina de oposición. Designaremos con el nombre de "piso" a la ecuación sincrónica: Maestro-Discípulo.

También nos cabe aclarar que el término Ignorante aquí usado, no posee un sentido peyorativo; se trata de una "docta ignorancia", (como la llamaría Lacan, siguiendo a Vico), es decir: no posee el don del conocimiento, pero está abierto a su adquisición.

Entre el piso superior, el medio y el inferior hay una relación de solidaridad por desplazamientos que se condensan en el piso inferior (Maestro-Discípulo). Para expresarlo en términos lingüísticos la ecuación que recolectamos en este cuento particular es un sintagma cristalizado que funciona como paradigma. En otros términos, es una metáfora que cobija los pisos superiores, los contiene.

Más adelante veremos la aparición de un "subsuelo" que está oculto debajo del piso inferior.

Primera inferencia de carácter clínico, desprendida del enfoque intertextual. Poder entender los referentes particulares de un paciente, supone convivir con la historia relatada que nos permitirá comprender sus valores de sustitución. En otros términos, un texto es una presencia ficcional, ya que no vive jamás en un estado de soledad, sino que, por el contrario, habita un contexto que lo alberga. Volviendo sobre los cuentos, nadie, salvo la repetición que deviene tradición, ha establecido que haya una relación de necesidad entre Viejo-Sabio-Maestro. De hecho, “Vejez” no es obligatoriamente sinónimo de “Sabiduría”.

Por ende, estas fórmulas que responden al orden cultural, por la contingencia propia de lo habitual, se han trasladado, inadvertidamente, al orden de la Naturaleza.

Nos resulta interesante observar que este pasaje se inscribe como Realidad de lo Natural por el solo hecho de haberse grabado por repetición. Siendo significantes (habitantes del lenguaje), nadie podrá ignorar que responden, rigurosamente, a un registro Cultural. Y justamente lo sobresaliente es que se encarnan en el espíritu como una marca o condena según la cual "todo viejo es sabio y, por ende, maestro” de forma calcificada.

Dicho en términos analíticos, lo que desde aquí enjuiciamos es el carácter asintomático del síntoma.

El desmontaje de este mito viviente, como lo llamaría el ya citado Mircea Eliade en Mito y Realidad, nos permite observar el modo en el que el Yo abraza en su economía libidinal los rasgos de carácter para vivenciarlos como parte integrante de su propia ontología; es decir, no le son extraños, sino que, por el contrario, le son propios.

Los mitos constituyen elementos constructores de la subjetividad; es por el lenguaje y por la creencia en los mitos que la subjetividad queda amarrada al orden de la Cultura. Definiendo a la subjetividad como un manojo singular de símbolos; veremos que ésta es un efecto impredecible de la intersubjetividad. Para expresarlo en idioma "vienés": el ser humano lo es en tanto está atado al Complejo de Edipo; como portador ("träger") de lenguaje y de creencias míticas que permiten identificaciones.

Desanudando el cuento

Otra modalidad para encarar el análisis de este cuento es el enfoque intratextual.

La exclamación del alumno está dirigida hacia un interlocutor, su Maestro, quien reacciona no en espejo sino girando la pregunta, haciéndola volver sobre el emisor. Así el Maestro instala la Demora; esto permite transformar un elemento impaciente en uno paciente. Dice el texto:

'.
Es posible ver en esta respuesta una auténtica intervención analítica, ya que instala la Reflexión en lugar de clausurarla.

CUANDO LLEGUES A ENTENDER LA ESENCIA... recién entonces"
Traducible como "previo a esto... empieza por lo otro"

Y aquí es importante trabajar el concepto de Reflexión que procede del campo de la óptica, y que fue definido por el empirista inglés John Locke, en el siglo XVIII. Éste delimitó la idea a una reversión sobre sí; la reflexión procede de un nudo de arranque, pero luego se expande. Es lo que multiplica las imágenes.

La intervención del Maestro no se limita a instalar la demora, sino que le suma la reflexión para procrear un espacio asociativo, y provocar la emergencia de nuevas representaciones. No hace caer el peso sobre una mismidad vacía o pronominal sino, básicamente, sobre los emblemas y los símbolos que porta el propio sujeto de la interrogación.

Otra inferencia aplicable al escenario clínico. Una respuesta analítica no debería clausurar significaciones, sino incitar al nacimiento de nuevos eslabones de significado.

Pero además de este elemento reflexivo localizable dentro del cuento, es posible encontrar, también, una señal de lo que la teoría psicoanalítica denomina Registro de lo Real.

En tal sentido, nos cabe aclarar que situamos la procedencia de ese registro en los desarrollos de Lacan; por ende, en su extensa obra, no vamos a encontrar un sentido unívoco de dicho registro, sino alternativos contornos que él ha desarrollado. Es en razón de ellos que nos remitiremos a diferentes hitos de sus exposiciones que estén vinculados con el cuento de referencia, allí donde entendemos que hay claras señales de una de las definiciones de lo Real, aquélla que se vincula con el concepto de Verdad.

Este concepto ha sido una permanente obsesión dentro del pensamiento logocéntrico occidental; estuvo, persecutoriamente, vinculado a la pasión religiosa, a la científica, cuando no a la pasión existencial. No se trata, en consecuencia, de un concepto menor. Por el contrario, acompañó perseverantemente a la racionalidad humana en sus diferentes estadios históricos; ya en otro lugar (1) hemos establecido con mayor amplitud la gravitación que el mismo ha desplegado en las diferentes formas de racionalidad.

Por una cuestión de brevedad expositiva acudiremos a una importante referencia bibliográfica para que nos despeje el terreno y nos exima de tener aquí que desarrollar en extensión el tema. Se trata del texto de Marcel Detienne, Los Maestros de Verdad en la Grecia Arcaica. Según éste, la Verdad estuvo vinculada originalmente a la revelación divina, hasta la innovación socrática que produjo una auténtica revolución al plantear que la verdad es el efecto de un proceso de interlocución. Si seguimos los diálogos socráticos (¡vale la pena aclarar que fueron transcriptos por Platón para evitar equívocos!) observaremos que las conversaciones ante diferentes interlocutores son aquéllas que permiten arribar a una solución cierta en lo atinente a la Verdad.
Esta idea se expandió generosamente durante dos mil trescientos años y podría ser comprimida en una fórmula. Aquélla que instala la idea de que como producto del devenir del conocimiento se llegará a acceder a la Verdad; ésta, así, sería una construcción, producto del proceso del conocimiento.

Podemos esto expresarlo en términos freudianos. El objeto de la pulsión epistemofílica se situaría, precisamente, en la Verdad y operaría como pulsión parcial en tanto sea una Verdad provisoria y como pulsión total en tanto se adscriba a una Verdad definitiva.

En el año 1965 en la inauguración del Seminario: El objeto del psicoanálisis, Lacan plantea una subversión de esta noción de Verdad, conforme se había desparramado en dos mil trescientos años de historia. Justamente en Ciencia y Verdad va a alterar esta idea y a fundamentar la inversión de este enunciado. La Verdad para él es causa y no consecuencia del saber; por lo tanto, el saber es consecuencia de la Verdad.

La Verdad, entonces, está vinculada al registro de lo Real, o al objeto "a". Este es el iniciador de la seriación significante.

A partir de aquí vamos a volver sobre el cuento con el afán de detectar las señales de lo Real. Observemos que el diálogo de los protagonistas tiene su origen en dos acontecimientos inexplicables.

".... el ganado mugía..." (Señal 1)
".... una bandada de gansos...” en medio de una gran algarabía (Señal 2)

Es a partir de estos dos sinsentidos que brota la interrogación significante del discípulo. El diálogo entre éste y su Maestro gira en torno a este vacío inexplicable y sin sentido.

Traslademos nuestra referencia al Seminario Joyce, el síntoma. Allí va a dar Lacan una definición de lo Real: Lo Real Es Sin Ley. Lo que significa que debemos considerar que aquello que no está atado a una regularidad lógica o a un significado puede ser la contingencia singular de un Real que se hace presente. Tal es, precisamente, el caso que nos ocupa porque lo que delata el discípulo es que no se sabe lo que significa la señal 1 ni la señal 2.

Tomemos otra referencia literaria que nos permita danzar en torno a la aparición del Objeto "a". Se trata del cuento de Edgar Alan Poe La carta robada (sobre la cual Lacan realiza un Seminario basado en la traducción del texto que hizo Baudelaire). En ese relato, la Verdad está situada en una carta cuyo contenido jamás es revelado a lo largo del cuento. Nada se sabe de lo que ella contiene, pero lo importante no es lo que allí se relata, sino lo que los personajes imaginan sobre ella. No es relevante su contenido sino las confabulaciones imaginarias que se tejen en torno a la carta.
Observemos otro discurso ya no literario sino fílmico. Se trata de la película La Ley del Deseo de Pedro Almodóvar. En ella, lo Real se sitúa en una máquina de escribir que acompaña todo el relato, desde el inicio hasta el epílogo. A través de ella, el protagonista escribe las cartas que después entregará a su amante con el mandato expreso de que luego las firme y las estampille en el correo para que él pueda recibirlas. Es ese objeto "a" lo que hace estallar la tragedia en la cual se ven envueltos los protagonistas de la película.

Con estos antecedentes volvemos sobre el cuento y las inferencias clínicas. Lo Real es lo que motoriza un proceso de conocimiento; es a partir del sinsentido que brotan las (com) pulsiones que intentan otorgar un significado. El tejido significante del diálogo nació justamente de esas señales de lo Real. Y podemos hacerlo extensivo esto, al escenario de la clínica.

Podemos afirmar que la mayor parte de las consultas neuróticas se producen porque han fallado las explicaciones que esos mismos pacientes han producido acerca de sus padecimientos. En otras palabras, la mayoría de los pedidos de análisis son empujados por la Angustia (Título también de otro Seminario de Lacan)

Ahora, ¿es posible conocer la esencia del lenguaje, según se puede inferir de la propuesta del Maestro? ¿No estará éste proponiendo una tarea imposible, igual que gobernar, educar y psicoanalizar?

Los lingüistas no acordarán respecto de cuál es la esencia del lenguaje; tampoco adscribirían a una sustancia del mismo. Tal vez podrían aproximarse a un acuerdo, si instalaran el concepto de "materialidad virtual" que presupone el acto lingüístico.
Tenemos como trasfondo de lo expuesto los trabajos confrontados de Ferdinand de Saussure y de Charles Sanders Peirce (Anagramas y Papers, respectivamente)

Tomemos un breve ejemplo de la funcionalidad defectuosa y virtuosa a la vez que posee el lenguaje: El título de esta exposición.

Como todo título, es una pista, un compacto que supuestamente reseña el desarrollo. Pero al mismo tiempo es, también, una incitación a la inventiva del lector.

Tal como lo insinúa Héctor Libertella (Ojos y Bocas en la Génesis de una Obra) un lector - interpretador puede hacerle decir a un autor cosas que éste nunca tuvo dentro de su horizonte imaginativo. Si leemos el título de esta exposición, además de las finalidades ostensibles que el mismo posee, podríamos aplicar humorísticamente una interpretación. ¿En quiénes se habrá inspirado el autor para calificarlos como una "bandada de gansos"?, ¿no es posible, acaso, que sutil e inconscientemente el autor esté tomando como referencia a algunas personas a las que las califica irónicamente de "bandada de gansos?". Ese autor no está exonerado de ser portador de ideas que puede querer disimular y que le brotan a pesar de sí mismo, por lo tanto, es probable que piense que algunas personas forman para él un grupo (o banda) que se dedica a decir gansadas...

Esta interpretación que nosotros podemos hacer sobre el enunciado sólo podrá corroborarla el autor; o sea que su acierto depende del acuerdo que éste le conceda a nuestra interpretación.

En la escena clínica, las resonancias son idénticas. Una interpretación emanada de un analista sólo es lograda cuando impacta el corazón del paciente. Pascal sostenía que: "Hay Razones Del Corazón Que La Razón No Comprende". Pues bien, se trata, entonces, de que, con los instrumentos de la razón, capturemos esas razones del corazón.
La validez de una interpretación se basa en la deconstrucción del sentido y en la conmoción devenida de lo inesperado. Pero la validación sólo la concede el sujeto involucrado en el análisis.

Entretejiendo el cuento con otros cuentos

Nos queda por último una inferencia que nos permitirá retomar aquello que dejamos pendiente más arriba y que titulamos "el subsuelo" (o cuarto piso del esquema). Tomamos esta expresión de Fedor Dostoievski (Memorias del subsuelo) quien con esta retórica designaba a los sueños como equivalente de lo inconsciente.

Observemos el detalle inadvertido que se desliza a través del texto. Aquéllos que leemos el cuento de referencia quedamos posicionados en el lugar de la sorpresa frente a la inesperada respuesta del Maestro; ésta nos asombra y nos condena a reflexionar. Es decir que en calidad de lectores hemos quedado arrojados al lugar del Discípulo.

Y esto es así porque la Escritura se impone en el lugar del Maestro. Esta imposición del texto somete al lector a un espacio reflexivo, sitio del ignorante buscador de conocimiento. De modo tal que en la columna compuesta por “Viejo-Sabio-Maestro” se agrega, sutilmente, Escritura, en tanto en la columna vecina se suma Lectura (o lector expuesto a la escritura).

Esto se desprende de este cuento en particular, pero también aquí se recoge, por repetición, la "atmósfera" del resto de los cuentos. En otros términos, en el análisis intratextual descubrimos la presencia armónica de ingredientes intertextuales. Un auténtico anudamiento.
Señalamos la armonía de este criterio ya que la tradición hebrea jasídica reivindica, primordialmente, la función rectora de la escritura. En este mismo sentido recordamos lo señalado por Freud en Moisés y la Religión Monoteísta en lo que atañe a la superioridad religiosa del pensamiento hebreo (adorador de la letra) por encima de ¬los razonamientos paganos pre mosaicos (adoradores de las imágenes).

Tal cual lo hemos indicado, para el hebreo siempre la sabiduría está vinculada a la Escritura, que en su origen fue designada como Sagrada; ésta suple la función del Maestro y se constituye, por tradición repetitiva, en sinónimo de enseñanza. De modo tal que la escritura puede delegar su función, así como el Maestro puede remitirse a ella, como lugar del tesoro del conocimiento.

Además, dentro de esa tradición el Sabio no es aquél que sabe sino el que incita a otro a saber, estimula su afán de conocimiento. Algo similar a lo que Martín Heidegger señalaba en su Introducción a la Metafísica, en torno al Maestro, separándolo del Profesor, ya que el primero cobija en sí mismo a un discípulo, en tanto el segundo se instala como alguien que imparte conocimientos, ya que está ubicado en el lugar del saber.
A la luz de lo expuesto podemos extraer algunas conclusiones de índole clínica.

En primer lugar, así como un cuento en su singularidad puede albergar al resto de los cuentos (lo que lo transforma en representante de una generalidad), cualquier formación del inconsciente posee la misma estructura de funcionamiento; vale decir que un sueño contiene en su particularidad, por ejemplo, toda la historia del soñante. Del mismo modo que un acto fallido, efectuado en el presente, acoge toda la historia de ese sujeto de un modo compactado y sincrético.
Similares características a las que acabamos de enunciar acompañan el estatuto de las Palabras. Cada una de ellas en su particularidad convoca al dispositivo lexical en su totalidad; cada enunciado pone en acción el repertorio semántico. Un testimonio de esto lo vemos en el Diccionario, al cual acudimos cuando tropezamos con un signo irrepresentable para nosotros. Este gran libro de los significados llamado "diccionario" no es más que el libro del sinsentido. Al igual que en aquella novela de Julio Cortázar (Rayuela) al no haber comienzo ni fin, se extravía la ilación, en consecuencia, no hay historia, no tiene sentido. Usamos aquí "sentido" en una dirección laxa, equivalente a significado e intercambiable por él.

Nos cabe una última deducción.
El psicoanálisis pretende ser, según definición de su fundador, no sólo una terapéutica eficaz, sino también una teoría general del sujeto y un método de investigación. Vamos a tomar este último aspecto para unirlo al de la eficacia terapéutica.

La investigación supone una ignorancia que distinguimos del desconocimiento; a éste lo definimos como la expulsión de un conocimiento habido, en tanto a la ignorancia la delimitamos como la ausencia total de conocimiento. Para expresarnos con términos que ya nos han acompañado a lo largo de esta exposición: es una "docta ignorancia"

La investigación requiere de esta ignorancia, de lo contrario quedaría sentenciada a ser una ilusión. Investigar es hacer las diligencias necesarias para descubrir una cosa.

Un encuentro clínico se realiza sobre la base de ilusiones variadas. Una de ellas es que alguien (el paciente) supone que otro (el analista) sabe lo que a él le pasa. Si ese otro queda estampado en ese lugar en el cual se lo ubica, rubrica la ilusión de que, efectivamente, ése sabe acerca de lo que ocurre.
Los aportes de Lacan han permitido descentrar esta ilusión ya que, y en esto es solidario con el Freud de La Interpretación de los Sueños, las claves de lo que ocurre las posee el propio sujeto albergadas en sí mismo. Artemidoro de Dalcis (convocado por Freud en el primer capítulo del libro de referencia) sostenía que las llaves del acceso al significado hermético de los sueños las poseía el propio soñante.

Se trata en consecuencia de que el analista contribuya a destrabar esas claves.
Por ende, investigar en psicoanálisis no es una tarea divorciada sino, por el contrario, ligada a la clínica. Es decir que la clínica enseña (como el Maestro) en tanto el analista (con su “docta ignorancia”) esté en disposición de Discípulo; abierto hacia un conocimiento singular que nunca poseyó.

Para poder destrabar las claves secretas que posee (¡dejemos jugar un poco más a las palabras!) un PA (DE) CIENTE, es necesario que él realice un trabajo sobre su propio discurso y sobre el modo en que éste lo constituye y posiciona.
Lo que nos permitiría no sólo concluir ese análisis sino también esta exposición con una sentencia:

Cuando Llegues A Entender La Verdadera Esencia De Lo Que Tú Mismo Dices... Estarás Ante Las Puertas De Un Fin De Análisis.

Referencias:

(1) HELMAN, Jorge - Una carta desde Haifa - Revista Psyche - N*14 Año II - Buenos Aires - Octubre de 1987.

Autor:

Jorge M. Helman, Asociación Argentina de Salud Mental

Descriptores: RELATO / LENGUAJE / INTERPRETACION / VERDAD / ESCRITURA

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc
Secretario: Jorge Catelli
Colaboradores: Claudia Amburgo,
José Fischbein,
María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein
Vice-Presidente: Dr. Eduardo Safdie
Secretario: Dr. Adolfo Benjamín
Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas Salas
Tesorero: Dr. S. Guillermo Bruschtein
Vocales: Dr. Carlos Federico Weisse, Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Lic. Mario Cóccaro, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Roxana Meygide de Schargorodsky, Lic. Susana Stella Gorris.