Número Extraordinario: A cien años de La organización genital infantil de Freud. ¿Cómo el psicoanálisis dialoga con las teorías de género?
Junio 2023 - ISSN 2796-9576
Textos breves

El desacuerdo del discurso queer con el psicoanálisis

María Laura Trotta
María Laura Trotta

Introducción

A 100 años de la publicación de La organización genital infantil de Sigmund Freud los desarrollos de nuevos discursos acerca de cómo se conforma la sexualidad humana son muy vastos. Este trabajo intenta poner en tensión algunas ideas del discurso queer y su polémica con el psicoanálisis. Para mayor claridad de la exposición pasaremos primero a señalar cómo se arribó al discurso queer, y luego contrastar diferencias entre autores queer más radicales como Didier Eribon o Paul Preciado y otros autores como Teresa de Lauretis, Tim Dean, Judith Butler y Leo Bersani, quienes intentan algún acercamiento con el psicoanálisis sin dejar de mencionar cuáles fueron los puntos de mayor fricción con el psicoanálisis en general.

De los estudios de género al giro queer

Entre la década de 1960 y 1970 comienza en universidades estadounidenses un activismo contracultural que opera en varios frentes: el Free Speach Movement, movimiento por la libertad de expresión, los movimientos feministas, el movimiento de los Panteras Negras y las protestas contra la guerra de Vietnam y la invasión de Camboya por EE.UU. Los estudiantes politizados comenzaron a demandar cursos de contenidos no académicos relacionados con estos movimientos sociales. Así fue que comenzaron a ofrecerse programas que incluían estudios de la mujer de la cultura popular y afroamericana, de los reclamos de pueblos nativos, chicanos, latinos, y estudios acerca de la condición de las mujeres (Women´s Studies).

El eje central de estos últimos fue una crítica conceptual del “sistema sexo-genero” como punta de lanza contra el patriarcado occidental. Desde una antropología feminista se procuró “una manera de definir lo socio-sexual, en la Mujer, como divergente del Hombre”, considerado hasta entonces como el standard universal. Con respecto a ese universal, la mujer parecía divergir únicamente por su condición subordinada, de “segundo sexo”. Hablar de género fue la contraseña de combate para denunciar el carácter arbitrario, en lugar de universal, de una “estructura social opresiva para las mujeres” (De Lauretis, 2011, P.108). Así fue como acabó bajo la denominación de Gender Studies (estudios de género), denominación que tuvo, además, el beneficio de poder incluir otros dilemas y malestares de la asunción social del género, comprendiendo a gays y lesbianas que fueron apareciendo con el tiempo en los programas universitarios. A mediados de la década de 1990 vuelven a ampliarse autocríticamente con los denominados estudios queer.

Pero antes de detenernos en el giro que trajeron los estudios queer, no debe olvidarse que la cuestión de las identidades sexuales no fueron simplemente un tema de oferta universitaria, de debate entre intelectuales. Simultáneamente ocurrieron al menos dos acontecimientos decisivos que vinieron de la calle y de la morgue. 

En primer lugar, la revuelta de Stonewall, ocurrida el 28 de junio de 1969 y en una escala mucho más trágica, en 1990 con el estallido de la epidemia de SIDA. La cuestión recobró gran estado público, pero desde otra perspectiva. Pasado un primer tiempo de demonización de la homosexualidad masculina, las políticas de salud pública y los reclamos contra la marginalidad que sufrían buena parte de quienes pertenecían a la gama de identidades sexuales no normativas, consiguieron una visibilización sin precedentes.

El giro queer

La etimología probable del término queer proviene “de la raíz ‘t (w) erk’, que da en alemán moderno quer (qwer en alemán antiguo), que significa oblicuo, diagonal, inclinado” (De Lauretis, 2011, P.109). Es un término que nace hace más de cuatro siglos y siempre se usó con connotaciones negativas como “rarito”, “excéntrico”, “desviado”, “impresentable”, etc. Recién en 1970, el movimiento de liberación gay se la apropia y la resignifica como un motivo de orgullo y resistencia, del mismo modo que “gay” y “lesbiana”, en principio un signo de desprecio social, se convirtió en estandarte de protesta y de identidad.

La palabra entró más adelante en la universidad, pero no como sinónimo o simple ampliación de los estudios de género, sino que se sacó partido de la nueva denominación para hacer una autocrítica. Fue Teresa De Lauretis una teórica feminista, la primera en utilizar, en ese sentido, la expresión “teoría queer”. Lo hizo en 1980 en la Universidad de California como un intento de diferenciarse de los “estudios lésbicos y gay”; mientras estos últimos consideraban que su objeto de estudio era una entidad estable y definible, la propuesta de De Lauretis fue subrayar lo que gays, lesbianas, y otras entidades de género tenían de diversidad, de inestabilidad, de dialéctica histórica tanto en sus modos de relacionarse como en sus prácticas sexuales. Si no hay, por ejemplo, una lesbiana igual a otra, ¿para qué insistir en unificarlas con una etiqueta identificatoria, en vez de añadirlas al torbellino de todo lo que diverge con la heterosexualidad normativa?

Para subrayar la diversidad histórica, y para nada “natural”, de todas esas prácticas, ella sacará partido del concepto foucaultiano de “tecnología” (De Lauretis, 1989, P.1-30), aplicándolo a la cuestión del género: “: el género se “real-iza” […] el género es tanto una atribución como una apropiación: otros me atribuyen un género y yo lo asumo como propio –o no–. (De Lauretis, 2011. P.108)

Así pone al descubierto la complejidad de la asunción del género. Se trata de un resultado que incluye variantes que desbordan la definición estrictamente militante y voluntarista que lo entendía como producto de “un nuevo modo de conocimiento, una práctica epistémica surgida en el marco de un movimiento político de oposición radical”. (De Lauretis, 2011. P.108)

Tim Dean, un académico británico igualmente notable, en el campo de la teoría queer, subrayará otro concepto de Foucault, el del biopoder que opera de manera “transindividual” a través del discurso y las instituciones y sugiere que, hoy, la resistencia a la normalización ya no se obtiene con la invención de nuevas identidades sociales o sexuales, con una nueva letra en la sigla LGTBIQ+. La epidemia del SIDA fue el acontecimiento que mostró los inconvenientes que tenía la política de la identidad ya que los gays, junto con los “yonquis y los grupos de inmigrantes no blancos… fueron acorralados en guetos que hacían peligrar la salud pública de la “población general”, que era un eufemismo para señalar a lo “heteronormativo”. Esto reconfiguró los frentes de batalla y las alianzas, la lucha por el derecho a identidades específicas dejó lugar al derecho a la diversidad de lo queer: “Así, mientras lo gay se opone a lo heterosexual, lo queer se opone más ampliamente a las fuerzas de normalización que regulan la conformidad social. (Dean, 2022)

A nivel teórico eso alentó el giro foucaultiano que dejó atrás a los estudios de género.

 Diferentes posiciones frente al psicoanálisis:

 “…El psicoanálisis es un ataque organizado, una agresión permanente contra las vidas disidentes”. (Didier Eribon, 2022, P.15)

Está fórmula sin matices de Didier Eribon, del prólogo del 2019 a sus Escritos sobre el psicoanálisis, encapsula nítidamente su pensamiento y del sector más radicalizado de los teóricos y animadores de los estudios queer.

Por cierto, este ataque de Eribon da en el blanco, pero no del psicoanálisis sino de una parte no menor de los psicoanalistas del siglo XX, y en mucha menor medida del siglo XXI. Hubo una psicopatologización de la homosexualidad (Roudinesco, E. 2007, pp 201-210) y otras identidades sexuales, pero no fue tan generalizada como para afirmar por ejemplo que Freud y, mucho menos, Lacan acordaran decididamente con eso; aunque no se puede decir lo mismo de todos los discípulos de uno y el otro. Entendemos que a estos últimos se refiere cuando dice, en términos generales, que el psicoanálisis liga la sexualidad a “la heterosexualidad y a la estructura familiar heterosexual, a la pareja heterosexual como norma, como normalidad y normatividad” y al Edipo como una “construcción ideológica y política” (Eribon, 2022, P.62)

En el año 2000 en su libro Una moral de lo minoritario es donde lleva adelante su intento más sistemático de leer críticamente los textos de Lacan, acusándolo de que su “proyecto intelectual” era ir en contra de la “polarización sexual” que el lugar de la mujer en la sociedad de ese tiempo y la emergencia del feminismo generaban, y que el giro estructuralista y la conceptualización del orden simbólico de los años cincuenta estaría al servicio de ubicar algo que “precede a la cultura y…es…condición de acceso a ella”,  lo que en los años treinta situaba “en un orden político y social”, en el intento de poner algún freno a la “protesta viril de la mujer” o “la mujer que maneja la billetera” o “lleva los pantalones” (Eribon, 2022, pp 67-68).

Una lectura que no sea solo de frases sino de los desarrollos y contextos de los textos de Lacan demuestra lo falaz de estas acusaciones.

Pero las conclusiones de Eribon no solamente chocan con lo que pueden hacer y decir buena parte de los psicoanalistas contemporáneos a sus libros, sino a la buena recepción del psicoanálisis, y del lacanismo en particular, de autores muy reconocidos del campo queer. Esa “incompatibilidad fundamental” (Eribon, 2022, P.99), denunciada por Eribon, entre la teoría queer y el psicoanálisis es incompatible con la obra de, por ejemplo, Judith Butler.

Interesada en el travestismo, el transexualismo y el transgénero cuestionó las identidades, situándose así en los estudios queer, e hizo sucesivos intentos de reconciliarlos con el pensamiento de Foucault y el psicoanálisis. Por intermedio de Freud procura darle a la teoría foucultiana lo que, a su entender, le faltaría para comprender como funciona el poder en el psiquismo individual (Eribon, 2022, pp 99-100), proyecto con el que Eribon no va a acordar y expresará su disgusto públicamente en 2003 cuando es invitado a un coloquio de la Universidad de Berkeley, sostendrá contra Butler y otros autores allí presentes, como, Eve Kosofsky y Leo Bersani todo intento de conciliación con el psicoanálisis. (Eribon, 2022, P.26)

Este tipo de críticas también alcanzaría a Teresa De Lauretis, cuando, por ejemplo, menciona la dificultad que implica desconocer el concepto de pulsión en los planteos queer acerca de la sexualidad: “no se pueden ignorar los aspectos compulsivos, perversos e ingobernables de la sexualidad que nos confrontan en la esfera pública, en la familia y también en nosotros mismos”. (De Lauretis, 2011, P.111)

De modo semejante para Bersani, otro de los blancos atacados por Eribon en Berkeley, no se puede comprender, por ejemplo, la homofobia, sin recurrir a conceptos psicoanalíticos: “Ella es el síntoma de una fascinación con, mezclada de terror, un goce que desintegra al yo, -goce que sería propio de una fantasmatizada sexualidad femenina” (Bersani, L. 2005, P.73).

Sin embargo, no deja de subrayar las incompatibilidades entre el pensamiento libertario de Foucault y el pesimismo social freudiano (Bersani, L. 2005, P.73-78). En su libro Homos (Bersani, L.1995) insiste con que “es un difícil acto de equilibrio entre una lealtad persistente al psicoanálisis y mi convicción creciente de que el psicoanálisis no nos será muy útil para ayudarnos en el intento de reconfigurar la relacionalidad” (Bersani, L. 2005, P.74). La postura de Freud, partircularmente en el Malestar en la cultura le resulta desalentadora: “¿Es posible inventar “nuevos modos relacionales” teniendo en cuenta el carácter intratable de la pulsión de muerte? (Bersani, L. 2005, P.74).

Bersani tampoco omitió criticar el optimismo de ciertos autores queers, entre ellos Eribon, que sostienen la posibilidad de nuevos modos relacionales sin tener presente lo complejo de la conflictividad humana: “El psicoanálisis nos enseña…que nosotros somos todos, por así decir, oprimidos por la apelación a un goce mortífero” (Bersani, L. 2005, P.77)

Aún más reciente y contundentemente, en Dysphoria mundi publicado por Paul B. Preciado en 2022, aparece esta plegaria que maldice al psicoanálisis:

ORACION FÚNEBRE

Nuestra Señora del Diván, ruega por nosotros […].

Tú que fabricaste el alma de la burguesía blanca heterocolonial,

tú que transformaste su mierda en el oro de tu ciencia, ten piedad de nosotros. (Preciado, P.2022, P160-162)

 Contrastémoslo, para terminar, con Bersani, que representando la otra fracción queer dice:

 ¿Es posible repensar al inconsciente en un sentido foucaultiano? Se podría adelantar que este desafío ha sido relevado por Lacan… podría ser el punto de partida de una reconstrucción de la subjetividad (tarea más radical, que la enunciación de una así llamada subjetividad gay) de la cual finalmente dependen todas las reconstrucciones políticas efectivas. (Bersani, L. 2005, P.78).

 Conclusión:

 El discurso queer parece dirigir sus críticas al psicoanálisis centrándose fundamentalmente en el Lacan de los años 50. Pero han pasado muchos años y disponemos ahora de los últimos seminarios de este autor, y eso nos permite discutir algunas cuestiones, sobre todo las consideraciones a propósito de las pulsiones sexuales que consideramos imprescindible para entablar diálogos fructíferos con los feminismos, los estudios de género y el discurso queer, donde se han producido penosos malentendidos.

Autores como Teresa De Lauretis y Bersani, entre otros, permiten sinergiar con el psicoanálisis los aportes geniales de Foucault, construyendo un discurso queer que está muy lejos de tomar el psicoanálisis como un simple agente del orden heteronormal, lo que es algo muy distinto a la visión monocular del lado del discurso queer más confrontativo, como el de Eribon o Preciado.

Los autores queers aún no exhiben una teoría diferente con la que se pueda dar respuesta al padecimiento que el sujeto presenta frente a las manifestaciones actuales de la pulsión de muerte. La conceptualización lacaniana de la pulsión y de las fórmulas de la sexuación, a nuestro entender, despejan buena parte de las acusaciones de los queer e invitan a un trabajo en común.

 

Bibliografía

 

Bersani, Leo: (1995) Homos. Harvard University Press, Cambridge. Traducción Horacio Pons. Manantiales. Bs.As. Argentina.1998

-       (2005) Foucault y el fin del sexo. POUBELLICATION 12, Ed. Sedimentos, Buenos Aires. Litoral, école lacanienne de psychanalyse Revista de Psicoanálisis Nro.42. ¿Dónde está el sujeto? Febrero 2009.

De Lauretis, Teresa: (2011) Género y teoría queer.  (2P.108.ISSN 0328-8773 (impresa) / ISSN 1853-001x (en línea)

De Lauretis, Teresa (1989) La tecnología del género. Tomado de Technologies of Gender. Essays on Theory, Film and Fiction, London, Macmillan Press. http://blogs.fad.unam.mx/asignatura/adriana_raggi/wp-content/uploads/2013/12/teconologias-del-genero-teresa-de-lauretis.pdf. Recuperado el 12 diciembre 2022

Dean, Tim: (2003) Lacan y la teoría queer."The Cambridge Companion to Lacan" Traducción de Jorge N. Reitter. Cuidado editorial: Gabriela Odena y Gerónimo Daffonchio. En En El Margen. Revista de psicoanálisis. 12 de Diciembre de 2022. https://enelmargen.com/2022/12/12/lacan-y-la-teoria-queer-por-tim-dean-1-traduccion-de-jorge-n-reitter/?fbclid=IwAR1DjFN3iZnADID95K-bafje0EehrgTOa2va1TmebnD2tIKRupod3mSKt4I

 Eribon, Didier (2022) Escritos sobre el psicoanálisis. Traducción Horacio Pons. 1 ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El cuenco de plata

Roudinesco, E., (2007) La familia en desorden, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

 Autora

María Laura Trotta, APA

Descriptores: PSICOANALISIS  /  GENERO  /  QUEER  /  IDENTIDAD SEXUAL /  HOMOSEXUALIDAD / CRITICA

Candidato a Descriptor: QUEER

 

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc
Secretario: Jorge Catelli
Colaboradores: Claudia Amburgo, José Fischbein, María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein
Vice-Presidente: Dr. Carlos Federico Weisse
Secretario: Dr. Adolfo Benjamín
Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas Salas
Tesorero: Lic. Mario Cóccaro
Vocales: Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Susana Stella Gorris.