La seguridad del malvavisco: una lectura psicoanalítica sobre la inmediatez y la gratificación

La noción de inmediatez puede ser entendida desde diferentes vertientes, entre las cuales, aquellas relacionadas al imperativo contemporáneo de gratificación instantánea nos remiten a una forma problemática de experimentar la espera y la postergación. Una imagen usual es aquella de un niño caprichoso que hace rabieta porque no puede obtener lo que desea en el momento exacto en que lo desea, como por ejemplo, que sus cuidadores le presten el celular para jugar. Sin embargo, el enfoque en la dificultad para esperar y tolerar la frustración en situaciones en que la gratificación instantánea no es posible y debe ser diferida, no es reciente, y viene desde varias décadas antes de que los dispositivos y medios de comunicaciones digitales permitieran la velocidad de transmisión de datos que los caracteriza en la actualidad.  

Un estudio que adquirió bastante notoriedad con relación a estos temas fue el llevado a cabo por Mischel, W., Ebbesen, E., y Zeiss, A. (1972), quienes se plantearon estudiar los mecanismos cognitivos y atencionales vinculados al autocontrol y la capacidad para postergar la gratificación en niños entre 3 y 5 años. En este experimento, denominado el experimento del malvavisco, se les ofrecía a los niños la posibilidad de elegir entre una recompensa inmediata, o dos recompensas luego de esperar 15 minutos. En seguimientos posteriores, que se dieron tanto en la adolescencia como en la adultez, hasta 30 años después, se encontró que aquellos niños que preferían esperar para tener mayores recompensas presentaban mayores niveles de ajuste a través de indicadores como calificaciones más altas, mejores logros laborales e incluso un índice de masa corporal más bajo, todo lo cual era atribuido a una mayor fuerza de voluntad. Sin embargo, diversos intentos posteriores de replicar el estudio, introduciendo algunas variantes, obtuvieron resultados disimiles. 

Entre las variables que parecen jugar un rol importante en el desenlace de este experimento, destacan dos elementos, la condición socioeconómica y la confianza en el evaluador (Watts, Duncan & Quan. 2018). Se encontró que aquellos niños que elegían esperar usualmente tenían mayores recursos económicos, lo cual implica que la recompensa ofrecida era parte de la oferta de gratificación usual del entorno, y que además contarían con mayores oportunidades de desarrollo académico, laboral y de cuidado de su salud a lo largo de su desarrollo posterior. Por otro lado, los niños que tenían algún tipo de relación previa con el evaluador o de evidencia que facilitaba la confianza en que cumpliría con la promesa de entregar dos premios luego de 15 minutos, solían optar por esta opción.

Desde una mirada psicoanalítica, estos hallazgos sugieren varias formas de acercarnos al fenómeno de la inmediatez. Por una parte, el efecto de las carencias de recursos concretos y su correlato afectivo ligado a la profunda desigualdad social, así como la facilidad con que podemos pasar por alto este dato si es percibido desde el privilegio socioeconómico. Desde esta perspectiva, es fácil quedar atrapado en una mirada reduccionista, que nos lleve a concluir de forma apresurada que toda persona desesperada por experiencias que se ubican en la frontera de lo inhumano y lo insufrible, está buscando curas o soluciones fáciles y rápidas. Sin embargo, un análisis más detallado permite observar que la experiencia de vida que han atravesado estas personas muchas veces no ha tenido nada de fácil, ni de inmediato, sino diversas formas de frustración continua en la satisfacción de necesidades básicas, tanto a nivel concreto como afectivo, afectando el desarrollo del sentido de si mismo e interfiriendo con la posibilidad de experimentar confianza en el ambiente como protector y en los otros como figuras seguras y confiables.

Desde esta línea, lo que estos resultados nos estarían mostrando es que para esperar, hay que poder confiar en la existencia de un futuro donde las promesas se cumplen, posibilidad que se relaciona no solo con la experiencia histórica y socioeconómica personal, sino con el particular momento social, político y cultural que nos encontramos atravesando, tiempo en que las esperanzas de éxito o seguridad de generaciones previas, vinculadas a la educación y el esfuerzo, dejaron de sentirse como garantías. 

Afortunadamente, desde una postura psicoanalítica también nos encontramos familiarizados con otras formas de albergar la inmediatez y lo instantáneo. La inmediatez también nos remite a la noción de la atemporalidad del inconsciente, donde todo ocurre siempre en el momento presente, y se encuentra a la base del carácter actual de las experiencias que se reviven en la transferencia y nos permiten ingresar al universo psíquico del paciente trabajar con aspectos de su historia y sus relaciones objetales en vivo y en directo, elemento central de la experiencia psicoanalítica que la diferencia de forma única de otros abordajes. Desde esta perspectiva, la inmediatez de la experiencia transferencial incluiría aquellos aspectos de la transferencia positiva y elementos de permanencia objetal que permiten que el paciente confíe en la persona del analista o terapeuta como figura de cuidado que es capaz de acoger el sentido de urgencia y desesperación que se traduce en un pedido de ayuda en el que la demanda impaciente intenta esconder un profundo sentido de vulnerabilidad.

Referencias Bibliográficas

Mischel W., Ebbesen E., & Zeiss A. (1972) Cognitive and attentional mechanisms in delay of gratification. En: J Pers Soc Psychol. Feb;21(2):204-18

Watts T., Duncan G., & Quan H. (2018). Revisiting the Marshmallow Test: A Conceptual Replication Investigating Links Between Early Delay of Gratification and Later Outcomes. En: Psychol Sci. Jul;29(7):1159-1177.

Autor:

Erik Antonio Romero Nuñez, Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima - CPPL

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