Introducción
Hoy recibimos demandas de atención con nuevas presentaciones clínicas, en las que nuestro saber se encuentra con un tope. Parece imposible con nuestra técnica dar entrada a estas nuevas figuras que dan cuenta del malestar contemporáneo. La práctica psicoanalítica en transferencia se ve interpelada por estos pacientes, que nos exigen una revisión de teoría y técnica.
No es tan fácil encontrarnos con formaciones del inconsciente de entrada, mucho menos demanda de análisis; sin embargo, presentan su sufrimiento haciendo mostraciones que incomodan a los analistas, donde los bordes no están claros y el exceso es el denominador común.Van desapareciendo las prohibiciones que los tabúes del incesto y parricidio imponían en relación a un Otro y así la deuda de filiación se vuelve inexistente. Los ritos de pasaje del sujeto a la cultura van disminuyendo produciendo subjetividades en las que se sustituye la falta por el vacío, a ser colmado. La cultura actual parece dejar por fuera al Otro, la insatisfacción resulta insoportable y el tiempo queda suplantado por la velocidad que se consigue con la ayuda de algún objeto de consumo que tapona la falta casi totalmente, y ese objeto de consumo también puede ser el espacio de análisis.
A los psicoanalistas se nos presenta una nueva oferta de escucha, como le sucedió a Freud con la histeria. Si sólo pensamos que son pacientes que atacan el encuadre, actuadores y que no arman síntoma analítico de entrada, o que no hay demanda, perdemos de vista la complejidad del fenómeno y expulsamos a aquellos que piden asistencia.
Está en línea
En enero de este año, estaba por partir de vacaciones y llega un mensaje a mi celular: una demanda de tratamiento de alguien que vive en el exterior y quiere atenderse conmigo porque un familiar muy cercano le habló de mí y le dijo que atiendo online.
Hablamos un momento por llamada de WhatsApp. Le explico que no atendería durante un mes y le ofrezco derivarla a algún colega que conozco en su país, ya que la escucho muy angustiada, y no quiso, dice preferir esperarme. La transferencia es así.
En el medio de mis vacaciones comienza a enviarme WhatsApp, un promedio de uno por semana, en el que me preguntaba cosas como “¿era el 5 o el 6 de febrero que volvías?” “¿preferís Skype o Zoom?, así me los bajo al celu…” No le había dado un turno, pero ella se estaba haciendo lugar como podía, el mensaje que enviaba y mis contestaciones, muy escuetas, iban tejiendo un hilo de transferencia que parecía servirle en esa espera.
A mi regreso comenzó una serie de entrevistas por video llamadas. Me cuenta que tenía pasajes para Buenos Aires para los primeros días de marzo, vendría a visitar a familiares y podría asistir al consultorio un par de semanas.
No llegó al consultorio porque la cuarentena por coronavirus arrasó con sus planes y se quedó varada en Buenos Aires, en la casa de un familiar, sin posibilidades de tener un espacio con algo de intimidad para tener su sesión.Esta situación hizo que pensáramos alternativas. Una vez salió con una bolsa de hacer compras y tuvo su sesión en la calle. Otra vez, en el auto de su familiar. Otra fue a las 6 hs de la mañana, antes que se levantaran todos en el lugar donde estaba.
Pudo volver a su país, con muchas dificultades ya que al no haber vuelos hizo gran parte del viaje por tierra y eso le llevó mucho tiempo, pero finalmente lo logró.Ahora continuamos por Zoom y tuve la sensación de haber vuelto a mi consultorio, después de tanto cambio de escenarios.
Recordé un pasaje del texto freudiano ¿Pueden los legos ejercer el análisis? Diálogo con un juez imparcial (1926) cuando expone frente al juez imparcial imaginario de qué se trata lo que hace un analista con su paciente “…Entre ellos no ocurre otra cosa sino que conversan…Siempre que es posible, hace que durante el tratamiento el enfermo permanezca en su ambiente y mantenga sus relaciones habituales. Desde luego, ello no es condición indispensable, y no siempre se puede cumplir…” (pp.175).(el destacado es mío).
En esta nueva época, en la que estamos virando de la movilidad a la conectividad, lo que no puede dejar de cumplirse para que podamos seguir analizando a nuestros pacientes es la transferencia; y el deseo del analista promoverá la construcción de un encuadre móvil para que el paciente entre en el dispositivo, que sigue siendo la escucha.
Geberovich (2016) propone un encuadre analítico como “una arquitectura en movimiento” [con] “espacios fusibles” [que se unen] “por el hilo de la transferencia” (p.58). Piensa la transferencia como “la investidura del encuadre” [que resultaría un] “mediador simbólico” (p.59).
Habrá entonces que pensar el dispositivo de manera que el encuadre alcance también aquellas situaciones que exceden el marco de una sesión para permitir que el actuar se transforme es actuación, pasible de ser analizable. Muchas veces se requiere intervenir en lo real para que el paciente pueda superar los momentos donde sus actuaciones empujan a hacer fracasar el análisis. Si se considera válido pensar en esta estructura de un encuadre más móvil aquello que suceda fuera del consultorio también podrá ser analizado cuando el paciente pueda retornar. Será la intervención del analista, frente a ese real indecible y que insiste en la repetición lo que permita ligar algo de ese real que se presentifica en esas actuaciones. Esa intervención puede ser desde una interpretación en la sesión con el paciente hasta una indicación a un familiar para qué realice algún acto para provocar algún límite a su goce. Ese acto es lo que Geberovich (2016) nomina como una “intervención en lo real” (p.57). Tanto la interpretación como la intervención en lo real apuntan a desmontar una escena donde hay una posición de dominio en el entorno que favorece estas presentaciones clínicas.
Freud transitó un desafío permanente: demostrar sus hallazgos clínicos, con la diversidad de su casuística, que le permitieron la formulación definitiva de la teoría psicoanalítica, siempre en diálogo con los prestigiosos científicos de su época. En tiempos de pandemia y exceso de conectividadel desafío continúa.Nos toca dar cuenta de nuestro quehacer en las condiciones actuales.
En nuestros días, el debate resulta del área clínica, en torno a los tratamientos, su eficacia, logros y duración de los mismos, ya que la exigencia de la época es la “velocidad” y las nuevas terapéuticas o terapias alternativas proponen resultados casi mágicos avalados por dudosas estadísticas.
No podemos decir que la atención online es igual a la presencial. Tampoco que una es mejor que la otra. Seguramente, en algunos pacientes la atención online no resulta.Hay personas que no pueden hablar así y necesitan la presencia física del analista, o al revés.
Lacan (1974) decía en La Tercera: “Entonces relájense, sean más naturales cuando reciban a alguien que viene a pedirles un análisis. No se sientan tan obligados a mostrarse de cuello duro”. La posición del analista requiere una plasticidad que le permita sostener la dirección de una cura. En el texto La dirección de la cura y los principios de su poder, Lacan (1958) teoriza sobre la acción analítica sostenida en un trípode: Táctica de la Interpretación, Estrategia de la transferencia y Política del ser o de la falta en ser. En la estrategia, el analista no es tan libre ya que depende del lugar que el analizante le da; la interpretación la ubica del lado de la táctica ya que depende de lo que haga o diga el paciente, y la política está en relación a lo que se trata de obtener. ¿Cómo operar en estos tiempos de incertidumbre en los que nuestros saberes parecen cuestionados por las condiciones en que se ejerce la práctica analítica?
La formación del analista requiere de una especificidad que otras prácticas “psi” no poseen: análisis personal, práctica supervisada y formación teórica. Creo que justamente esa particularidad es la que nos permite enfrentar en este tiempo un real aplastante que podría obturar nuestra escucha y afectar los resultados de nuestra labor.El psicoanálisis no es igual que otros tratamientos.Aunque las condiciones en que se ejerce la práctica hoy puedan parecerse, sólo es uno más, uno de los tantos que los pacientes pueden elegir entre la gran variedad de ofertas que hay en el mercado, simplemente que los analistas que se sientan hoy frente a una computadora o un celular a escuchar un paciente, como lo hacen otros del mundo “psi”,cuentan con esa formación; y eso tiene efectos en el modo de escuchar e intervenir ya que no dirige la vida del paciente, sólo dirige una cura, y eso es muy distinto.
Conclusiones:
Escuchamos todo el tiempo que después de la pandemia ya nada será como antes. Eso quizás suceda con nuestra práctica, en la que ya estamos sintiendo diferencias, y también con la formación del analista. La conectividad permite una llegada al otro que antes estaba vedada.Podemos atender a pacientes en lugares muy lejanos a nuestros consultorios y también hacer circular conocimiento a territorios donde antes era imposible. Pero es con pérdida. El encuentro de los cuerpos va mermando y eso tiene efectos que aún no terminamos de conocer. Hoy nos encontramos en Facebook, Twitter, Instagram, o cualquier plataforma de conexión, que resultan algo así como la plaza del pueblo, si queremos decir algo, hay que entrar y comentar, sino parece que el destino es desaparecer. Dice Paula Sibila al respecto ¨…como una tentativa de rescatar esa autenticidad perdida, se exhibe en la superficie corporal (y en las pantallas) el personaje atractivo que cada uno desea ser…¨ (2009, p. 309).
El tema es si las redes sociales o la experiencia en línea pueden suplantar el valor de lo institucional y el encuentro de los cuerpos. Hay una memoria histórica que deja marca en el sujeto y que se transmite en la vida institucional, hoy perdida hasta no sabemos cuándo y que no queda claro aún si estos nuevos modos de funcionamiento podrán propiciar. O quizás, haya que prescindir de ello o serán marcas diferentes, aún no podemos saberlo.
Referencias bibliográficas:
1. Freud, S (1986b). ¿Pueden los legos ejercer el análisis? Diálogos con un juez imparcial. En Obras Completas (2° ed.). (Vol. XX pp. 205-240) Buenos Aires. Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1926).
2. Geberovich, F. (2016) Solo la ceniza sabe qué es arder hasta el final (pp.58-59). Buenos Aires: Letra Viva Ed.
3. Lacan, J. (1987). La dirección de la cura y los principios de su poder (565-626). En Escritos II (13°ed.). Buenos. Aires. Ed. Siglo XXI. (Trabajo original publicado en 1958).
4. Lacan, J. (1974). La Tercera (p.4). Recuperado el 19 de febrero de 2018, de https://www.google.com.ar/search?q=la+tercera+lacan&oq=la+tercera+lacan&aqs=chrome..69i57j0j69i64.7695j0j8&sourceid=chrome&ie=UTF-8
5. Sibila, P. (2009): El hombre post-orgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales. 2ª ed. – Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Autor/es:
Maria Laura Trotta
Descriptores: FORMACIÓN PSICOANALÍTICA / ENSEÑANZA DEL PSICOANÁLISIS / LO VIRTUAL / INTERNET / TECNOLOGÍA
Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc
Secretario: Jorge Catelli
Colaboradores: Claudia Amburgo
José Fischbein
Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein
Vice-Presidente: Dr. Rafael Eduardo Safdie
Secretario: Dr. Adolfo Benjamín
Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas de Salas
Tesorero: Dr. S. Guillermo Bruschtein
Vocales: Dr. Carlos Federico Weisse, Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Lic. Mario Cóccaro, Dr. Néstor Alberto Barbon, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Roxana Meygide de Schargorodsky, Lic. Susana Stella Gorris.