El porvenir de la institución psicoanalítica. Pertenencia, filiación, membresía y poder
Texto del debate y diálogo presentado el 5 de noviembre de 2022 en el marco del Simposio de APA.
Introducción de Mirta Goldstein, moderadora: El Foro Debates, grupo ad hoc de Secretaría Científica, está compuesto por un grupo de miembros que venimos profundizando en El porvenir de la institución psicoanalítica, este año investigando el eje: pertenencia, filiación y poder y su relación con la membresía. El Foro Debates está constituido por Jorge Canteros, Daniel Schmukler, Mónica Hamra, Jeanette Dryzun, Marcelo Toyos, Victoria Korin, Abel Fainstein, Cristina Rosas, Carlos Antar y Mirta Goldstein, coordinadora.
Consensuamos un breve texto que les leeré como disparador del diálogo, y, como hacemos habitualmente en cada reunión, tomaremos la palabra uno a uno, cada uno desde su perspectiva, iniciando así un debate entre nosotros y con ustedes, quienes tienen la oportunidad de participar desde la presencialidad y desde el territorio de la pantalla. Por mi parte entiendo a la institución psicoanalítica como un colectivo de pares, con identidad filiatoria que a veces desemboca en masa y otras revela su espíritu creador.
Texto grupal: El porvenir de la institución psicoanalítica nos interpela en el presente y hacia el futuro en tanto persiste el deseo de su continuidad. Esta interpelación no es sin la historia de los miembros en la institución, ni sin las articulaciones y posibilidades de pensar y gestionar la potencialidad por venir de la misma. Pertenencia, poder y filiación se intrincan en una solución de continuidad que debe ser problematizada a partir de los sufrimientos y malestares conscientes e inconscientes que se expresan por y en los analistas y nos exigen pensar sus posibles y siempre incompletas figuras de tramitación. Durante el año 2022 el grupo consultó y profundizó en diversos autores y en especial en José Bleger, y concluimos en algunas preguntas tales como: ¿Es posible que la institución facilite que la relación pertenencia/filiación tenga lugar y que los malestares y padecimientos de sus miembros sean escuchados, compartidos y conduzcan a acciones de cambio? ¿Cuál es la determinación del poder institucional en ese sufrimiento o pensamos, en cambio que es posible un poder saber hacer con el sufrimiento?
Hemos observado que hay un malestar institucional estructural, por ende, acorde a cualquier organización. Y un malestar epocal determinado por los diferentes contextos, por ejemplo, la pandemia o la guerra actual. Entonces: ¿Cómo lograr cambios sin sentir desamparo y dando lugar a la voz de los miembros y al gesto espontáneo y creativo de los grupos?
Ponencia de Mirta Goldstein: Quiero retomar los conceptos de gesto espontáneo y de institución, porque me parece pueden introducir y relanzar el debate. En lo que escribimos conjuntamente está la palabra cambio y me parece que este gesto espontáneo es el motor de las transformaciones y las renovaciones institucionales. Es un concepto de Winnicott, quien se encontraba en medio de dos lenguas, la de Melanie Klein y la de Anna Freud. Su Middle Group apuntaba a tener una lengua propia. Winnicott le escribe en 1952 a Melanie Klein que ella era la única en poder destruir la lengua kleiniana, al no poder aceptar otras lenguas. O sea, le sugiere que un analista libre es aquel con movilidad interinstitucional, con movilidad discursiva y con una agenda amplia de lecturas e intereses. Es el gesto espontáneo de la invención y la creación, del deseo y del proyecto, los que alivian el malestar y evitan las fracturas intrainstitucionales. No todas las fracturas institucionales constituyen una pérdida sino hay un gesto espontáneo motor de los cambios. Eso creo es lo que Winnicott trae como aporte.
Quisiera brevemente decir algo sobre el concepto de institución. Las instituciones se fundan en una fecha, con un nombre y con algunos principios proyectivos que delimitan su soberanía y su poder. Esos principios establecen lo que está permitido y lo que está requerido a la membresía y no pocas veces se confunde lo permitido y lo demandado con lo establecido indefinidamente y con lo prohibido ser, decir, hacer. La diferencia entre una institución abierta y una institución cerrada radica en la diferencia entre autoridad y autoritarismo.
Entiendo que todo hecho de fundación delinea una pertenencia que nace de una disolución: continuidad y discontinuidad son pasos de un mismo giro discursivo.
En el seno de la institución psicoanalítica encontramos una contradicción difícil de saldar: por un lado, la formación del analista se sostiene en el deseo y la meta de formar analistas libres, pero, por otro, si se los mantiene encerrados en modelos rígidos y en principios soberanos que forcluyen lo transitorio y lo acontecimiental, se consigue anular y cancelar la transmisión del psicoanálisis. Entonces este gesto ético que Winnicott plantea, no puede darse sin cierta violencia propia de la discontinuidad, que no es aniquilante sino es el campo fértil para la subversión psicoanalítica. Yo creo que este gesto espontáneo viene a decirnos que cada cosa a su tiempo y cada tiempo en su época.
Quiero resaltar algo que escribió Derridá en Estados de ánimo del psicoanálisis, (2001) que en el discurso que dio ante los “Estados contemporáneos del psicoanálisis”; allí dijo que cuando la institución se resiste al mundo, se inhibe de manera autoinmunitaria. ¿Qué quiere decir autoinmunitaria en este contexto? Que, si bien para algunos el psicoanálisis debe ser salvado de manera religiosa, para otros éste requiere transitar, circular libre y espontáneamente pues sólo la discontinuidad da paso a una continuidad fructífera y productiva, por ende, que sostenga el deseo de participación de la membresía.
En tanto la soberanía de una institución o su campo y extensión de funcionamiento es una cuestión de principios o de fundamentos, entonces si la membresía adhiere de modo férreo a los principios lo que logra es producir segregación. Si bien la segregación es estructural a cualquier acto de fundación, hay otra segregación mucho más dañina que corresponde al silenciamiento de la voz de los miembros y del gesto espontáneo de los miembros. Los acontecimientos culturales y políticos modifican la institución y también los intereses de los miembros y posibilidades de una institución, por lo cual no puede haber un “hoy y siempre” sino un movimiento dialéctico entre continuidad-discontinuidad-transformación y permanencia.
Ponencia de Mónica Hamra: - En mi presentación tomaré, al menos, cuatro de las variables que Mirta Goldstein enunció en la introducción como consigna para la presente mesa en dialogo. Intentaré articular el poder, la formación, la pertenencia y la práctica clínica a partir de una carta que le escribe Paula Heimann a su analista didáctico, Theodor Reik por el año 1933, relatándole los sucesos acaecidos en un seminario clínico, circunstancias que le generaron un profundo malestar y desconcierto, y pusieron en riesgo su pertenencia institucional.
Participando Paula Heimann como candidata en un seminario clínico del Instituto de psicoanálisis de Berlín, el profesor Wilhelm Reich la interrumpe, impidiendo expresarse o hacer una lectura crítica sobre el material clínico que se estaba discutiendo en aquel momento.
Según P. Heimann, el profesor la interrumpe cuando ella enuncia sus diferencias, cuando disiente con el planteo de aquel. Esta situación que encarnan W. Reich y P. Heimann me despierta la siguiente pregunta: Los lugares instituidos para realizar la formación ¿permiten o dificultan la transmisión? ¿Cuáles son las razones para que aquellos espacios aptos para la formación a veces no la faciliten? Considero que es una pregunta que es urgente responderla, aunque pienso que no es muy sencillo, obviamente. Al menos, podríamos decir que no basta con instituir un seminario clínico como parte del plan curricular, que aparentemente se presenta como una situación ideal de transmisión y, sin embargo, puede no serlo; puesto que W. Reich, al interrumpir a P. Heimann impone la voz única. Entonces, me pregunto: ¿cómo se construye la propia voz? ¿Cómo es posible que, siendo la meta de la formación analítica tener un pensamiento propio, en determinadas situaciones institucionales genere malestar y amenace la pertenencia?
¿Cuándo el poder, en lugar de callar, instala una condición de posibilidad? Tal es el caso cuando Freud crea la IPA con el objetivo de cuidar los contenidos del psicoanálisis, garantizando de este modo la formación de futuros analistas. Freud defendía con firmeza los conceptos que integraban, en ese entonces, el cuerpo teórico de su flamante ciencia y que en la actualidad constituyen la lengua psicoanalítica; lengua que posibilita el habla analítica y que, como afirmaba Pontalis (1968), el destino del psicoanalista es construir su propia lengua, en la medida que no se traicionen los principios básicos del psicoanálisis. Por eso, con el tiempo, en “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico” (1912) se ve un Freud que aconseja, que no ordena, sino que, por el contrario, concede libertad en el terreno del accionar clínico del analista. Sin embargo, observa que los analistas transforman los consejos técnicos en prescripciones imperativas que se deben observar. Quejándose con Ferenczi le escribe: Los espíritus obedientes no advierten la elasticidad de estas convenciones y se someten a ellas como si fueran ordenanzas tabúes. Aquí observamos a un Freud que ejerce el principio de autoridad sin por eso anular las distintas voces. En cambio W. Reich, callando a P. Heimann, opera de manera dogmática, valiéndose de la autoridad, interrumpe, no autoriza, impidiendo transitar el camino que impulsa a construir la posición propia, tanto como analista, así como agente institucional. Sostener esta forma de transmisión conlleva un peligro: que el analista la traslade a su práctica clínica y entonces deja de contar consigo mismo en el trabajo clínico, circunstancia que compromete la formación clínica e institucional, porque el analista encarna la voz del otro y no la propia.
A partir de lo expresado, cobra sentido preguntarse ¿Qué hubiera sucedido si P. Heimann, en lugar de analizarse con T. Reik, hubiera sido analizada de W. Reich? Tal vez hubiera resignado o pagado el precio de renunciar a su propia voz, sin la posibilidad de arribar al siguiente pensamiento que considero propio:” No debo dejar que ningún Reich o discusión en la tierra me desanime, sino que debo buscar la validación y la duda a medida que surgen en mi trabajo” Este testimonio revela el inestimable valor del análisis didáctico en la formación puesto que rescata al analista de la represión, de la censura, de la obediencia, operaciones que dificultan que una actividad de transmisión, ofrecida por la institución, se acerque a una práctica analítica.
Ponencia de Carlos Antar - Bueno, la idea es justamente generar algunos conceptos y después abrirlos. A veces las discusiones expresan el malestar entre colegas y puede encubrir distintas cuestiones, como lucha de poderes, etc. Al mismo tiempo, es negativo cuando no hay debate, cuando predominan los discursos paralelos y la convivencia de teorías sin confrontación. El conocimiento instituido, con su anacronismo implícito, no sería solamente en sí del psicoanálisis, como a veces se plantea, sino algunos piensan que tendría que ver con el proceso de institucionalización. Si esta situación no genera síntomas en los analistas, podríamos convertirnos en la resistencia de y al conocimiento de lo psíquico. Hubo un Symposium que a mí siempre me llamó la atención, del año ’59, que se llamó Relaciones entre psicoanalistas; propiamente hubo un trabajo de Garma y otro de Abadi, en el `59. El trabajo de Garma era: Algunos contenidos latentes en las discordias entre psicoanalistas, y decía que: “Por la presencia frecuente de reacciones por falta de cordialidad, las relaciones entre psicoanalistas no se diferencian de las existentes entre los miembros de otros grupos sociales y teóricamente habría que esperar lo contrario.” Esto lo relaciona con limitaciones del análisis didáctico, que dice que no es elegido en forma aislada. Y Mauricio Abadi presentó en aquel entonces un trabajo que se llamó: El grupo psicoanalítico como sociedad secreta, que es muy interesante y dice: “En los rituales órficos de la antigua Grecia, por ejemplo, los adeptos de la secta celebraban periódicamente rituales de purificación a través de un ceremonial bastante extraño: se revolcaban (culpa en el barrio – castigo) tratando de ensuciarse y de lograr de este modo la anhelada catarsis.” Y luego dice: “Un Simposio puede ser a veces una forma de catarsis.” Bueno, me pareció adecuado.
Hay algo que se escucha a veces, se discute si la transferencia es con la institución o con el psicoanálisis. Yo creo que es difícil plantear una diferencia, porque la transferencia con el psicoanálisis se extiende a personas, autores y docentes, etc. y al entorno, la casa, la zona. Es difícil imaginar una institución sin la existencia de enemigos, excluidos o diferentes. Derrida, es quien más ha trabajado el tema de hospitalidad en el doble sentido de hostis - dar lugar y al mismo tiempo el aspecto hostil. Yo creo que dentro de una institución está presente, como no podría ser de otra forma y al mismo tiempo, la sospecha, la desconfianza, la rivalidad, pero también el acompañamiento y la solidaridad entre sus miembros. Yo creo que por todo eso es posible que seguimos estando. Y bueno, para ya ir terminando, también Kaës plantea, que me pareció muy interesante, el tema de la ilusión. Y dice que: “La ilusión es necesaria como aspecto central para el ingreso en las instituciones.” Considera que también la institución espera el ingreso de quien se suma a ella estableciendo el contrato narcisista que considera en ese momento. Bueno, y finalmente dice una última cosa, alerta sobre cómo algunos sujetos se abroquelan a los marcos institucionales fusionándose con ellos, mientras que los otros los utilizan como andamiaje necesario para el propio desarrollo personal y profesional.
Mirta Goldstein: - Carlos dijo que un Simposio es una forma de catarsis y me parece que hay una pregunta muy importante aquí que entiendo es: ¿no será que la producción que el simposio promueve en los miembros, evita la catarsis emocional en el seno institucional?
Ponencia de Abel Fainstein: - Buen día para todos acá y en sus casas. Quiero puntuar dos cosas que me parecen importantes de lo de Mónica y de lo de Carlos. Empiezo con lo de Carlos. Citando a Ulloa, en la presentación del libro Pioneros, que les recomiendo y que editó el Claustro de Analistas en Formación, dije que la institución primaria es la ternura que permite neutralizar los componentes necesariamente agresivos de cualquier proyecto organizacional. Pienso que es algo que tenemos que pensar, si estamos pensando en el futuro del psicoanálisis: tener en cuenta que no es sin dificultades, no es sin agresividades, sin tensiones narcisistas, pero creo que hay algo que se llama vulgarmente affecto societatis, que es lo que nos puede permitir pensar en un futuro entre todos, construyéndolo de acuerdo a cada momento.
Mónica trajo dos cuestiones que para mí son muy importantes. Una es su pregunta acerca de qué hubiera pasado si Paula Heimann se hubiera analizado con Reich, con su profesor. Le recuerdo que cuando ella tiene un problema en el Instituto de Berlín con Reich, su profesor de seminarios, apela a su ex analista Reik, que estaba en Viena, para salir de esa situación encerrante. Yo personalmente vengo diciendo hace rato que me parece que, si pensamos en el futuro de las instituciones, tenemos que pensar en los riesgos de la endogamia en las estructuras formativas, en las formas de transmitir el psicoanálisis. Y creo que este es un buen ejemplo ¿Qué hace Paula Heimann? Busca un analista afuera de su Instituto, su ex analista, y habla de esto con él. Traigo esto porque ayer, por ejemplo, en dos o tres actividades, se insistió en el tema de la inmersión en la formación. El modelo Eitington dice casi explícitamente que se trata de la inmersión en la formación. Sin embargo, eso no quiere decir que exige hacerlo todo en esta casa, en Rodríguez Peña y ahora extendido a las pantallas. Inmersión supone que uno necesita un analista mientras se está formando, o más o menos en esa época, porque hay cuestiones que tienen que ver con esa extranjería que permite el análisis de las cosas, de las tensiones en general, dentro de la institución.
Volviendo entonces a la pregunta de Mónica, pienso que si Paula Heimann se hubiera analizado con Reich hubiera estado en muchos más problemas de los que encontró haciéndolo con su analista anterior. Victoria viene estudiando hace tiempo la historia y obra de Theodor Reik, tema que estoy leyendo ahora porque me parece que es alguien que, por cuestiones de la historia del movimiento, que más o menos conocemos, se perdió. Fue el analista de Ángel Garma y de Paula Heimann casi simultáneamente y me parece que toda su perspectiva, centrada en la metáfora freudiana del teléfono que permite la conexión de inconsciente a inconsciente, dejando de lado la metáfora del cirujano, es muy rica para pensar en cómo transmitir el psicoanálisis.
El otro tema del que Mónica habló y que me parece que es muy importante, es el tema de la pretendida salvación religiosa del psicoanálisis. Este es un debate que no se da solamente acá, se da en buena parte del mundo psicoanalítico y del que da cuenta un libro de Fred Bush próximo a aparecer editado por Routledge en Londres, que se llama “Psychoanalysis at the crossroad”, traducible como Psicoanálisis en la encrucijada, y que esperamos poder traducir pronto acá. Los autores de distintas partes del mundo, entre los que me incluyo, fueron convocados a escribir a partir de un debate publicado en el IJPA entre Rachel Blass, una colega israelí muy influyente en el psicoanálisis europeo y que podríamos caracterizar como esencialista del psicoanálisis y Lewis Aron que era el director del Instituto de Canadá. Blass exige definir qué es psicoanálisis y qué no es psicoanálisis de acuerdo a su esencia y de acuerdo a la verdad, apelación que a mi entender es lo más parecido al discurso religioso. Aron le responde que él está de acuerdo en que haya que definir cuáles son los límites del psicoanálisis, qué es psicoanálisis y qué no es psicoanálisis, pero que seguro que no puede ser apelando a la esencia y a la verdad. Pienso que es un debate que nos tenemos que dar en vistas al futuro. No solo descreo de la posibilidad de una salvación religiosa sin o que, por el contrario, pienso puede oscurecer el futuro del psicoanálisis.
Ponencia de Cristina Rosas Salas: - Yo, por suerte, no tuve analistas que me dijeran lo que tenía que hacer. Sí recuerdo amorosamente a quien cada vez que protestaba por algo relacionado con la institución, me decía: Dígalo. Yo entendía que eso significaba “hágase cargo “Por esto, para mí, que uno se autoriza a sí mismo debería ser - un punto de llegada. Es decir, el autorizarse para hablar en voz propia eludiendo los efectos de la autocensura.
Como estas reflexiones tienen que ver además con estos años de gestión y varios más en una Filial de la APA, me parece que otro punto a señalar es que una cosa es lo que tiene que ver con la formación y otra con el desarrollo de las instituciones. Entre ambas situaciones hay una relación asintótica. Quiero decir que a veces están más cerca y a veces están más lejos por lo que, confundir estos dos planos de análisis puede ser complicado.
Esta situación hace también que haya por lo menos dos formas de transferencia; creo que hay quienes tienen una fuerte transferencia con el psicoanálisis y otros con la institución psicoanalítica lo cual arma una maraña transferencial. Pero creo que ahí, en esos dos planos, en su cercanía o lejanía surge algo de lo que se suele llamar malestar.
Otra idea que escuché cuando fue la presentación del libro del Comisión de Publicaciones, cuando vos Abel hiciste la presentación, fue la importancia de la emergencia de “líderes constructivos que puedan llevar adelante una agenda futura”. A mí me parece que constructivo no resulta suficiente. Pondría esa idea subordinada a líderes democráticos porque se puede ser constructivo para lo que no es tan bueno o facilite la formación o el desarrollo institucional Para mí un líder democrático implica un concepto central que es el concepto de igualdad. No la igualdad en el sentido de homogéneo o que todos somos iguales sino por el contrario.
Hay un filósofo que me gusta leer, que es Diego Tatián, que dice que la igualdad es el reino de los raros. O sea, poder contener a los diferentes. Con los que pensamos igual es fácil; nos juntamos acá a la vuelta, charlamos, hacemos la revolución… el tema es poder estar con los que son diferentes, desde la teoría, desde la política, contener esas diferencias. Me parece que la institución tiene que poder contener las diferencias.
Y para pensar en un líder democrático es necesario además hablar de hechos. Ayer una colega joven dijo: A todos nos gusta ser progres; con esa frescura con que lo dicen, ¿no? Bueno, esto sería lo mismo. Yo quiero hablar de hechos más allá de las declamaciones de igualdad y democracia.
Creo que hay que poder, con hechos concretos, marcar el clima democrático que en la institución pueda sostener una agenda de futuro. Y cuando digo hechos no me refiero a verdades. Por ejemplo, la reforma del 74 fue un hecho concreto y produjo un cambio. No fue sólo una declaración de principios, porque ahí todos diríamos: Somos democráticos. Se trata de prácticas democráticas. No hablo de una gran revolución, hablo de los pequeños hechos que hacen que los malestares se puedan gestionar de otra manera. ¿Qué quiero decir? Que una cosa es la formación, la transmisión del psicoanálisis y otra es la tarea de gestión.
Insisto en este punto porque se puede ser muy pluralista como analista y poco democrático en la gestión. Yo valoro mucho la actividad que realizan los colegas en la institución en torno a la gestión.
¿Cuál sería una posibilidad de prácticas democráticas? Ayer almorzando con una colega hablábamos de esto y poníamos como posibilidad la reunión en torno a un proyecto, en torno a las ideas. Y hablábamos de lo que fue la presentación ayer del libro sobre los Pioneros. Fue un clima de mucho entusiasmo, de mucha alegría, hubo aplausos, hubo expresiones afectivas que no las veo en el Salón Butacas. Las perdemos en algún lugar del camino, nos acartonamos y acá estamos. Yo supongo que debe haber diferencias, enormes diferencias entre los candidatos, pero lo que los reunía era este proyecto de hacer un libro.
Entonces pienso que la reunión en torno a un proyecto concreto, a hechos concretos puede aliviar los malestares que se dan en todas las instituciones. Como decía, me parece que Carlos - no creo que porque seamos analistas no se jueguen las mismas dinámicas por ej. en torno al poder, como en cualquier institución, en un club de fútbol, en la cooperadora del colegio. ¿Porque desmentirlo?
Mirta Goldstein: en la ponencia de Cristina Rosas llamó mi atención la pregunta sobre si la transferencia con la institución puede, a veces, amenazar la transferencia institucional, ¿eso es algo implícito, circunstancial, azaroso?
Ponencia de Victoria Korin: - Mi intervención gira alrededor de la pregunta sobre los caminos de la institución psicoanalítica que modifiquen la lenta cancelación del futuro. La idea de futuro entró en crisis en los últimos tiempos. El futuro no se adecua a la figura que nos habíamos forjado de él en la modernidad. O sea, la idea de un desarrollo lineal, siempre dirigido a una mejor y mayor comprensión del mundo.
Hay abundante bibliografía sobre la lenta clausura del futuro a partir de la segunda mitad del siglo XX, lo que se entiende como una crisis del estado de bienestar, crisis dada por múltiples factores tales como la precarización del trabajo, el incremento de la cultura del consumo, la pérdida de la previsibilidad, la pérdida de la seguridad. Esto lleva a un bloqueo de la capacidad de imaginar otros mundos, un estado de crisis que impide diseños de otros futuros.
Creíamos que la ciencia, y también en general otros desarrollos en diferentes áreas, eran lineales hacia una mayor y mejor comprensión del mundo. Esa mitología del desarrollo cultural lineal progresivo, abarcaba lo social, la educación.
¿Cómo pensar el futuro cuando las ciencias sociales y otras ciencias sólo hablan de catástrofes? ¿Cómo pensar el futuro en esta pérdida del estado de bienestar que altera la capacidad de transformación que evidencia una pérdida de creatividad?
Nos preguntamos: ¿Qué pasa con el psicoanálisis? ¿Qué pienso yo que pasa con el psicoanálisis? ¿Y qué pasa con la institución psicoanalítica?
Esa decadencia del futuro o esa clausura del futuro ¿incluye al psicoanálisis?
Creo que no es el psicoanálisis lo que se ve afectado, pero si la institución psicoanalítica y sus formas de transmisión. Cuando leemos a Freud encontramos a un Freud que tiene expectativas sobre el desarrollo tanto del psicoanálisis como de la vida institucional. Hay abundantes
pruebas de ello en sus textos. Esas expectativas ¿se mantienen hoy? Veo en la práctica de la vida de nuestra institución una impronta de la creencia de un desarrollo lineal.
¿Dónde encuentro, en nuestra institución, esa mitología del desarrollo lineal? En planteos donde la reflexión sobre la institución gira en torno a cómo difundir el psicoanálisis, cómo difundir la institución, cómo tener más interesados en entrar en la formación de la institución, cómo sostener la inserción hospitalaria. O sea, planteos que van de los muros de la institución para afuera. Son estrategias útiles, pero mantienen una dirección, no la modifican.
Pienso que podemos encontrar formas para la práctica institucional que no permitan esa erosión del futuro y que rompan con la mitología del desarrollo lineal, que permitan imaginar y construir horizontes diferentes de creatividad sin, de ninguna manera, ser ajenos al pensamiento analítico.
Quiero resaltar algunos elementos que hacen a la vida de la institución, reflexiones que son producto también de la discusión de nuestro grupo durante el año, en relación a pensar la estructura institucional y las formas de transmisión, la pertenencia, la filiación, lo que se pone en juego en el presente de la institución y sus formas de transmisión.
Primer punto: la institución es una relación de fuerzas, es un planteo foucaultiano que dice que el poder crea institución. El poder crea institución. Estamos hablando de un ámbito de poder y de cómo éste se vehiculiza. ¿La institución permite construir territorios de experimentación en la transmisión? ¿Permite albergar diferencias?? Sin las diferencias, ¿hay lugar para un desarrollo creativo? Esta pregunta, por supuesto, es válida además para cada análisis y claro que pone en cuestión el problema de los análisis con analistas intramuros o no.
Segundo punto: ¿Cómo se expresa el poder en la institución? Y acá me parece que vale la pena una aclaración, que es que el poder no lo detentan los gobernantes. Estamos hablando de otro estamento. Al decir de Bleger, una de las formas de poder en la institución, es el poder del saber constituido y acartonado, y esto puede estar presente en cada práctica institucional, prácticas que son todas prácticas de transmisión.
Bleger detecta ese acartonamiento en la institución y no en los consultorios de los analistas que pertenecen a la institución, por ejemplo.
Lo que no permite el estancamiento del saber constituido es el deslizamiento en la lectura, el poder abandonarse a la sugerencia de un texto; la persecución conceptual en contra de toda unificación temática contra toda síntesis.
También entra la cuestión de cómo es la transmisión entre generaciones, qué enseña el enseñante, ¿cuál es el valor enseñante de una enseñanza? ¿Es la posibilidad de decir otra cosa?
El punto que considero central es tratar de evitar toda centralización, descentralizar, desteorizarse, es lo que permite una apertura en la vida institucional para estimular la producción. No digo pluralismo digo descentralización teórica.
Descentralizar, desteorizarse, alejarse de toda rutina, al decir de Winnicott, alejarse de la repetición contumaz de estribillos, repetición que no deja de estar presentes, aunque la institución sea plural. Seguir a Winnicott cuando dice: Hay que desaprender de la rutina.
Freud, en El porvenir de una ilusión, dice que si no conocemos el presente y el pasado es imposible reflexionar sobre un futuro. Bueno, pienso que estas y otras preguntas sobre la transmisión en el presente permiten pensar un futuro no cancelado.
Ponencia de Jeanette Dryzun: - Todo este año el grupo Debates viene pensando este tema desde diferentes planos, no obstante, lo cual me resultó difícil delinear algunas ideas para la actividad. ¿Por qué siento esta dificultad? Creo ubicarla en el esfuerzo que cuesta pensar e imaginar el futuro. Hace 4 años atrás, tal vez esta actividad con el mismo título “El porvenir de la institución psicoanalítica”, nos hubiera encontrado en posiciones y actitudes diferentes, mucho más sostenidos en la convicción compartida de mínimos puntos de estabilidad y permanencia. En el 2019 resultaba inimaginable pensarnos cómo estaríamos en nuestro presente.
Hoy nuestras posiciones y actitudes están tomadas por la incertidumbre y por los efectos de cómo se desarmó nuestro presente cotidiano y cuesta anticipar o imaginar cómo será el porvenir en tanto seguimos inmersos en formas desconocidas que nos presentan otro presente. Recién estamos sacando un poco la cabeza afuera de una situación tan general como disruptiva que obviamente impactó fuertemente a nuestra institución. La pandemia y sus consecuencias la tomaron y envolvieron alterando las figuras manifiestas que eran soportes filiatorios y de encuentros del “nosotros”.
Es en este sentido que mi propuesta central a la mesa es llevar la discusión a un nivel que, sin desestimar el valor de la teorización, pueda dar cuenta de lo vivencial, del giro afectivo que atraviesa nuestro cuerpo sensible de comunidad de pertenencia: un estado afectivo que oscila entre el desconcierto y la acomodación naturalizada. No contrapongo teorización con cuerpo sensible y afectivo, sino que advierto sobre una dificultad: nuestra rápida apelación a las teorías para interpretar ciertos estados que implican transformación y malestar. Tal vez esta sea una línea parecida a la que refirió Victoria Korin en la mesa, al señalar una necesidad de descentralización y des teorización.
Apelar a lo sensible y al giro afectivo supone acercarse a la exploración de los planos de la experiencia tal como esta se va manifestando en el aquí y ahora. Quedarse un tiempo en la experiencia sería intentar trascender y prescindir de ciertas respuestas y/o conclusiones cómodas y/o rápidas, que a mi entender se alejan mucho del campo situacional donde sucede la dramática. Al operar distancias tan lejanas de la experiencia afectiva y sensible se crean fachadas que disfrazan o maquillan los sucesos y por ende ocluyen los indicios que señalan desajuste y sufrimiento. Por el contrario, acercarse sería admitir un tiempo de espera para dar respuestas, un no saber aún, una suspensión transitoria o eventualmente la imposibilidad de encontrar una respuesta o solución o la inevitable obsolencia de un argumento disponible o en forma más cruda aceptar su muerte. Aunque suene duro, tal vez sirva como un resorte de tránsito necesario para ponderar la magnitud del cambio que atravesamos y que aún no ha terminado de advenir, al punto tal que más allá del acontecimiento infectológico, continúa enfrentándonos con fuertes transformaciones epocales: ya existe un Before Covid y un After COVID.
Estas transformaciones estaban presentes anteriormente a la pandemia, pero por su irrupción, se han acelerado y presentado en sus formas más descarnadas y disruptivas alterando el orden preestablecido, su establishment, modificando radicalmente la configuración de territorios y temporalidades. El afecto que emerge es el peligro o la amenaza de una catástrofe, en tanto la forma de habitar nuestros territorios se vislumbra incierta y activa defensas grupales que muestran a la Institución resistiendo para reasegurar su continuidad y estabilidad narcisística.
Autores tales como Bion, Kaës, Enriquez han pensado la Institución como un objeto psíquico y señalan que no es la Institución la que sufre sino sus miembros, o sea, son sus cuerpos sensibles individuales los que demandan ser escuchados en sus malestares. La institución lucha continuamente con el conflicto y con amenazas de disolución gestionando su deseo ideal de estabilidad. Preserva a cualquier precio la tradición y se defiende de la emergencia de pensamientos nuevos vía su control, dominación, limitación, naturalización o trivialización. Crea relatos – blancas mentirillas- que le ayudan a ocultar, silenciar, distorsionar o deformar lo que aún no alcanza a aceptar como realidad.
Por lo tanto, no puedo decir nada sobre el Porvenir de la Institución como tampoco puedo sostenerme en un decir acerca de sus miserias o glorias pasadas. No es posible hablar del futuro o pensar que hablando del futuro “hacemos futuro”. Así es, en tanto y en cuanto, no nos ocupemos del presente y seamos sensibles a los afectos y avatares que del presente nos toca vivir; apostando a la futurología solo creamos una ilusión engañosa que podrá aliviar a algunos momentáneamente, pero daña a largo plazo.
Es en este sentido que invoco el desarrollo conceptual de Lauren Berlant sobre la deriva cruel del optimismo. Berlant lo señala como aquello que nos motoriza, pero nos mantiene apegados a formas de vida que ya no funcionan. Ella plantea que una relación sustentada por un optimismo cruel es aquella que perdura gracias a que lo que deseamos al mismo tiempo obstaculiza nuestra prosperidad o bienestar. El objetivo que une los términos de esta relación suscita un apego que nos impide alcanzar el mismo propósito que en un principio nos unió en la relación. El problema es que cuando declaramos que algo no funciona, que no cumple con la expectativa del logro de cierto objetivo bueno para nosotros también nos afecta porque somos parte de esa realidad y ponerla en duda es poner en duda o prescindir de la figura relacional, de identidad o pertenencia que nos aporta esa relación en ese contexto. Por ello se nos vuelve cruel, porque gestiona y dispara un empeño optimista que nos impulsa a generar constantemente dicha expectativa y necesidad y que aún fallida se ciñe a íconos o símbolos vaciados de sentido, a sombras de un pasado que ha dejado de ser y que lejos están de cumplir las promesas enunciadas y deseadas para el presente.
El tan querido y necesario símbolo de “La Institución” puede sobredimensionarse en un vacío creando una falsa y cruel promesa optimista si no se hace lugar al presente en sus giros sensibles y afectivos. Lo cual supone, que a pesar nuestro y de nuestro empeño por mantener su armonía, estabilidad o permanencia, su vitalidad depende de cómo al mismo tiempo la institución se crea, recrea y disuelve en un movimiento paradójico.
A veces el optimismo en su modo cruel se impone a través de formas de agobio, silencio o sumisión quedando al servicio de la reivindicación del progreso, la marca de aquello que deseamos se haga presente y en tal sentido seguimos cuidando su permanencia a cualquier costo.
Mi idea respecto del texto inicial de esta actividad se aleja entonces del Por-venir en aras de no entregarlo al servicio de un progreso ciego y cruel. Por el contrario, me centro en el presente y en el sufrimiento de sus miembros siendo que su sentido y sentimiento de pertenencia y filiación es lo que centro como el lugar donde se precisa intervenir: la institución no sufre, a la institución hay que hacerla hablar, con-moverla. Pero ¿cómo hacemos hablar lo que a nosotros nos quitaría el oxígeno o nos haría desaparecer? O sea, estamos metidos en un imposible: ¿cómo hacer hablar a un silencio medio autoimpuesto, cuando si lo hiciéramos hablar, correríamos el riesgo de desaparecer?
En tiempos de crisis y desacople entre nuestras expectativas y las dudas respecto del “cómo seguimos” se producen narrativas de éxito, progreso o de esfuerzo superador. Empujan la consigna del empeño y de la potencia para emprender y entusiasmar al otro provocando optimismo y dinamismo que serían compensados a posteriori por sus buenos resultados. Se niega el presente para apuntalar una productividad en cadena sin fin que no hace lugar al pensamiento ni a la interrogación: no hay un porqué o para qué hacemos lo que hacemos o seguimos donde estamos.
El exceso optimista es un ejemplo de esta negación del cuerpo sensible sobre el cual se descarga una sobre-estimulación que no repara en el agotamiento como si fuéramos una fuente inagotable de energía y/o de producción de ideas.
Su riesgo es ser meramente una fachada que disimula el dolor de lo perdido y no permite un duelo. Falsa expectativa o cruel optimismo que se apalancan en un idealoducto de lo que se espera ser y tener y que anima a perseverar a pesar de los indicios y/o evidencias de una crisis del presente.
Pero esta fachada se desmorona fácilmente, en tanto el exceso de optimismo se acaba cuando los hechos la realidad nos muestra que las instituciones desaparecen porque quiebran contablemente o su pirámide demográfica la derrumba porque las generaciones no tienen recambio y/o cuando sus miembros las abandonan.
A mí me parece importante ver si logro trasmitirles la dimensión vivencial de lo que nos está pasando como institución y como comunidad de colegas, desde un nosotros “acá adentro”, que es volver a un estar en un adentro que hoy es doloroso y sensible, pero nos aúna en una realidad presente que entre todos debemos repensar. Carlos Antar mencionó la figura de la catarsis y la valido, en tanto este Symposium 2022 permite un encuentro catártico que representa el principio de una travesía de elaboración. Se nota el esfuerzo grande en traer adentro algo que, a mi entender, se había “eventrado” por la pandemia; eventrado en el sentido de algo que esta salido de su lugar, de su continente, de sus raíces cotidianas de filiación y donde reconocemos nuestro sentido de encuentro y pertenencia. Se observa como un deshilachado, como si hubieran operado fenómenos de desinvestidura institucional que afectaron la pertenencia, sus objetivos, la transmisión y las transferencias. No obstante, no desaparecimos como cuerpo institucional, seguimos adelante, pero esto sería una condición necesaria y no suficiente. Nos queda pensar ¿cómo se nos armó nuevamente adentro el lazo institucional, ¿cómo se logró una re-investidura? No desapareció nuestra comunidad, pero no sé cómo se nos armó adentro, ni cuál será nuestra actitud y nuestra posición, frente a este nuevo armado después de una situación tan disruptiva e imperativamente condicionada desde el afuera.
Sé que mi presentación no aporta una solución y muchos menos pretende ser un argumento “readymade” para este problema, que por cierto considero de gravedad como de responsabilidad de cada uno y de todos nosotros. La Institución no se detuvo, ni desapareció, pero tendrá continuidad vital en tanto acepte experimentar transformaciones necesarias y realistas que probablemente se alejen de sus ideales pasados.
Ponencia de Marcelo Toyos: - Habiendo escuchado las interesantes exposiciones previas, en gran medida coincidentes con mi manera de pensar esta problemática de la institución psicoanalítica, aprovecharé la ventaja de poder apoyarme en ellas. ¿Qué podré agregar, entonces, para tratar de dilucidar algunos rasgos distintivos en las sociedades de analistas?
En primer lugar, en relación a la particular situación de APA hoy, se me ocurre decir que no podemos seguir alimentando la fantasía de ser la nave insignia del psicoanálisis argentino y latinoamericano, una fantasía que llamaré “la nave va”, en alusión a la recordada y magnífica película de Fellini. La pandemia y sus consecuencias, los descubrimientos y los daños ocasionados, tal vez favorezcan esta reflexión. Debemos interrogar críticamente esta idea del futuro como progreso inercial de APA dado su propio peso, su tradición. Esta institución, incluido el edificio en el que ahora estamos de nuevo reunidos, esta gran nave que va con nosotros dentro de ella hacia un futuro sin contratiempos serios. Las actuales dificultades que atravesamos están desmintiendo esta fantasía, un tanto solipsista y cómoda, del supuesto resguardo que nos daría la tradición de APA.
A la hora de reflexionar sobre la institución psicoanalítica siempre vienen a mi memoria las ideas de Willy Baranger al respecto: básicamente, una institución psicoanalítica es igual a cualquier otro colectivo humano, con sus problemas y con sus ventajas. Nada tienen de especiales nuestras comunidades. Así salvaba él la aparición del tan subrayado oxímoron, por el cual ambos términos constituyen una dupla incompatible (lo colectivo del grupo con lo singular del sujeto). Esta perspectiva, en principio, me parece bien, pero lleva a pensar: entonces ¿qué sería lo específico, lo peculiar, lo intransferible de una institución psicoanalítica, o no habría nada que la distingue de cualquier otra? ¿Hacia dónde orientar los esfuerzos de reflexión, de pensamiento, que tenemos entre nosotros y muchos otros con respecto a mejorar la calidad de la vida institucional, a democratizar la gestión, como decía Cristina?
Un breve comentario sobre el uso del concepto de democracia. Obviamente una institución psicoanalítica tiene que ser sí o sí democrática; no la puedo pensar de otra manera. Quizás sería interesante reflexionar lo que dice J-A Miller y otros analistas, europeos por lo general, sobre que tiene que ser democrática la institución y además funcionar en un país democrático (según el modelo de democracia que sustenta quien lo afirma). Esto sería interesante pensarlo; en principio diría que es un pensamiento demasiado euro-centrado. Así que todos los esfuerzos por pensar cómo damos lugar a la diferencia, la discusión que mis colegas han transitado con mucha consistencia, los hago míos y me parece que está de más decir que hay que seguir trabajando en esa dirección.
Trataré de pensar y de transmitir mi visión acerca de cuáles serían los puntos en donde se podría seguir pensando una especificidad para nuestra institución, nuestras instituciones, y que creo que sí vale la pena hacerlo. El psicoanalista francés Erik Porge ha escrito: la especificidad del psicoanálisis es el método mismo de su transmisión.
Me gusta esa definición. Y entonces agrego: el lugar donde se practica el método mismo de su transmisión – y acá hemos tenido debates y diferencias entre nosotros – en una institución psicoanalítica es el análisis didáctico, entendido como el análisis personal de los analistas. Lo que no implica desconocer los otros elementos del trípode, por supuesto, en donde también puede haber momentos de transmisión. Pero en el lugar en donde no puede haber otra cosa que transmisión del psicoanálisis es en el propio análisis del analista. Creo que esto es una peculiaridad de nuestras instituciones, diría que específica.
Coincido con Abel, en la necesidad de pensar la excentricidad del análisis del analista; se me ocurre emplear un término que usa Lacan que es “éxtimo”, la extimidad del análisis del analista respecto de los lazos institucionales. Es algo a desarrollar y estudiar, pero en principio me parece que es interesante una extra-territorialidad del análisis didáctico considerada como lo éxtimo, lo cual deja un problema interesantísimo a resolver: cómo lo articulamos con la vida institucional, cómo logramos esa inmersión - claramente vuelvo a coincidir con Abel en este punto –que no es necesariamente porque los análisis se hagan con analistas del interior de la institución que va a haber una inmersión -. Por lo tanto, creo que debemos mantener el psicoanálisis de los analistas como rasgo distintivo de nuestras instituciones - y esto lo digo con preocupación porque podría parecer una perogrullada que los analistas se tienen que analizar y en el análisis de los analistas se transmite el psicoanálisis, pero la realidad es que hay muchos colegas en distintos ámbitos que no tienen la misma idea con respecto al análisis personal, hay modelos de formación analítica en donde se piensa que se puede enseñar el análisis sin el análisis del analista como lugar privilegiado de la trasmisión.
Creo que es un gran desafío de nuestro actual modelo de formación. Si adherimos a que no necesariamente ese momento de la transmisión que nos especifica tiene que ser dentro de la institución ¿cómo articulamos la transmisión de los analistas, el dar cuenta de esa transmisión dentro de la institución? Sabemos que hay distintos modelos dentro de IPA y que otras instituciones, fuera de IPA, lo han resuelto de determinadas maneras. Por lo tanto, a mi juicio, es un tema abierto que requiere continuidad.
Ponencia de Jorge Canteros: - El grupo que constituimos se llama "Debates" y, como tal, es habitual en nuestras reuniones que discutamos mucho entre nosotros los temas que abordamos. Espero que podamos seguir debatiendo tanto las coincidencias cómo las diferencias. Creo que eso es un valor del grupo que me gustaría conservar.
Y aquí marco un punto que quisiera subrayar y es que un grupo de interrogación y de debate; que creo que ese es el espíritu con que se lo ha creado. Lo ha creado Mirta Goldstein, que nos invitó a uno por uno de nosotros en su momento, a que la acompañemos en su quehacer hace 4 años.
Me preguntaba, recordando una actividad que tuvimos en APA hace algunos años, en la que participamos Vicky Korin y yo, "Sobre las “relaciones entre psicoanalistas”, 50 años después" (2/10/2012) por qué estos temas, como el que traemos hoy, se plantean a fines de año. ¿Qué nos lleva a eso? ¿Cuál es ese horizonte que se abre y que nos interroga? ¿Qué es lo que tememos? ¿Qué es lo que quisiéramos? ¿Qué es lo que quisiéramos poder cambiar?
En aquel momento yo tomé un texto de Bolognini, que para entonces era el presidente de la IPA y que se titulaba: "Hoy no estamos tan solos" (2011), y allí Bolognini nos habla de la soledad de Freud y la supuesta menor soledad psicoanalítica contemporánea. Por soledad se refiere no sólo al analista en el consultorio sino también al analista en la sociedad. Por lo tanto, digamos: "no hay ya soledad, hay "relación entre analistas".
Pero cuando esto se plantea suele referirse a los “conflictos entre analistas” Y es en este sentido que nos preguntamos ¿qué es lo que ocurre entre analistas? ¿Tendría que ser justamente diferente a lo que pasa entre otros miembros de la sociedad? ¿O se darán debates y también peleas similares?
Lo que obviamente nos recuerda aquello que trae Freud en Psicología de las masas y análisis del yo (1921) con la metáfora de los puercoespines. Pero en Malestar en la Cultura (1930) nos trae una propuesta que toma del Candido de Voltaire "Hay que cultivar su propio jardín", donde el sujeto deje de creer en el Otro y preserve un "ámbito del mundo" en el que pueda disponer para su creatividad.
Con esto creo que propone dos demarcaciones en las que se despliega algo de la política del propio sujeto.
Si la política implica un "debate imposible" en tanto se juega en ella una dirección a tomar y, por lo tanto, una interrogación siempre abierta, pero es a su vez la política del sujeto la que requiere necesariamente una toma de decisión de ese camino a seguir.
Esto nos recuerda a lo que podríamos considerar aquella metáfora de Ulises atado al mástil mayor para poder seguir su camino adonde había decidido encaminarse, tal vez entre el Ercilia del retorno y el Caribdis del proseguir el camino.
Se ha mencionado recién a Derridá, Carlos Antar lo hizo, y lo hemos hecho muchos de nosotros – y creo que hay un concepto de Derridá que es muy importante para lo que estamos discutiendo que es el concepto de "differance" y que es como tal, lo que se abre con él lo contrario de sostener el concepto de "identidad" en tanto "unidad consolidada". O sea, "no hay identidad consolidada", sino hay "identidad en transformación", hay identidad en modificación permanente o mejor la identidad es aquello que no se alcanza, al menos en sentido de completar Hay algo a darse, a desplegarse del ser, hay Différance. Hay despliegue del tiempo en el espacio:,
Y este también es un aporte para referirnos a la identidad y que el concepto de “extimia” Y en esto también coincido con Marcelo, sobre lo extimia. aquello otro no reconocido de uno mismo, hay algo "extranjero" en cada uno de nosotros.
Por esto mismo me parece que no se trata tanto de la "localización" del análisis…dónde es? si es en la misma institución o fuera de la institución…aunque me parece que es un debate interesante. Abel piensa mucho sobre esto, ha reflexionado mucho, así que hay muchos fundamentos en lo que plantea Abel y hay mucha experiencia en las cosas que trae Abel, evidentemente.
El punto es, yo he tenido experiencia de hacer análisis en la institución en la que me formé y me parece que depende mucho del posicionamiento del analista y si él conserva lo que podríamos llamar dos conceptos que me parecían fundamentales: es "soledad" y "lazo". Me parece que la soledad tiene que estar en cada uno de nosotros: somos grupo, pero me parece que además tiene que haber "soledad". El concepto de soledad es rico. Para pensar hay que tener soledad, para analizar hay que tener soledad, para escuchar al paciente hay que tener soledad. O sea, no es quedarse en la soledad, pero hay que poder pensar un poco cada cuestión con uno mismo, y mejor aún, con lo éxtimo de si. Es como para crear, para crear necesitamos soledad, pero necesitamos también institución, necesitamos grupo, necesitamos lazo. Pero si nosotros no podemos marcar en el debate las diferencias propias no hay grupo, por eso me parece que hay un lado muy rico de Debates, que es lo que la palabra sostiene, que es lo que la palabra abre permanentemente y creo que eso hay que cuidarlo.
Pero también quiero subrayar ahora que es necesario encontrar la palabra que cierre, que puntee allí, y el poder hacer eso es fundamental, pero es un avatar, un encuentro casi inesperado que permite eso.
Ponencia de Daniel Schmukler: - Pienso que, en realidad, cada una de las posturas, de los temas, enunciados y desarrollados hasta aquí, dan para otro año de trabajo alrededor de la cuestión del porvenir de la Institución Psicoanalítica.
Se han tomado distintos ejes, y muchas de las cosas que acabo de escuchar me aportan ideas para seguir pensando. Adhiero a lo expresado por Vicky Korin en el sentido de diferenciar el futuro del psicoanálisis, del futuro de la Institución Psicoanalítica.
Haciendo un poco de historia, sigue siendo cierta la idea freudiana acerca de la necesidad de la existencia de una Institución Psicoanalítica que permita el desarrollo del Psicoanálisis, y que sirva de marco natural para la formación y el intercambio entre psicoanalistas.
Siguiendo estas ideas, 80 años atrás, un grupo de pioneros fundó nuestra Asociación.
En el Acta No.1 del 15 de diciembre de 1942 se establece como Objeto de la Asociación Psicoanalítica Argentina
a) El estudio y desarrollo de la ciencia del psicoanálisis creada por S. Freud y también de todas sus aplicaciones científicas.
b) Cooperar con las otras asociaciones psicoanalíticas que forman parte de la Asociación Psicoanalítica Internacional, como así también con otras sociedades científicas.
c) Procurar la creación de filiales en otras ciudades argentinas.
Ha corrido mucha agua bajo los puentes, y a esos objetivos se le fueron agregando otros, en consonancia con desarrollos teóricos y clínicos, lo que llevó a la creación de los Departamentos de Niños y Adolescentes, de Psicosis, Familia y Pareja, Adultos Mayores, etc. y con la progresiva apertura de la APA hacia la comunidad, iniciada con la creación del Centro Racker y continuada con la salida hacia los Centros Hospitalarios, Universitarios, etc. y de actividades más específicas en situaciones de catástrofe ( atentado AMIA ), culminando durante la pandemia COVID con la creación de la plataforma Línea Solidaria APA – COVID.
En paralelo con este crecimiento y desarrollo institucional, la APA ha debido elaborar y gestionar diversas crisis, sufrimientos y malestares de y en la Institución.
Si hacemos una mirada a vuelo de pájaro sobre las crisis que han padecido diversas instituciones psicoanalíticas, podemos ver que ha habido básicamente dos tipos de resolución de los conflictos.
Por un lado, se han producido soluciones de compromiso, como por ejemplo en la Sociedad Británica, donde luego de las famosas Discusiones Controversiales entre los grupos kleinianos y annafreudianos se llegó a la creación de dos Institutos separados, a los cuales luego se agregó un tercer grupo, el Middle Group, de filiación winnicottiana, funcionando cada uno con independencia del otro, pero perteneciendo los tres a la misma Institución.
Una segunda manera de gestionar las crisis institucionales es la que llevó en varios casos a la escisión, separación y creación de Instituciones separadas.
Como ejemplo podemos citar a la Sociedad de Paris y sus cuatro componentes, o más cercano a nosotros, el desprendimiento de los grupos Plataforma y Documento, y posteriormente la creación de APDEBA y SAP a partir de miembros de nuestra Asociación. Son diversas las causas de estas crisis, malestares y sufrimientos institucionales. Pueden tener que ver con diferencias teóricas, líderes carismáticos que exigen sometimiento, narcisismos diversos, cuestiones de poder, etc. En general, encontramos diversas combinaciones de estos factores.
R. Kaës menciona tres causas de sufrimiento o malestar de y en las instituciones.
Una fuente de sufrimiento vinculada al hecho institucional mismo, otra relacionada con la institución en particular, y una última fuente asociada a la configuración psíquica del sujeto.
La primera, vinculada al hecho institucional mismo, se refiere al renunciamiento pulsional descripto por Freud en el Malestar en la Cultura.
Con respecto a la segunda fuente de sufrimiento, Kaës hace un desarrollo muy interesante tomando el concepto de Contrato Narcisista de P. Aulagnier, y lo que él llama el Pacto de Negación.
Por contrato narcisista entiende el proceso que incluye la expectativa de la institución que albergará al sujeto, y el compromiso de éste de garantizar su continuidad e inmutabilidad.
El pacto de negación es un pacto doblemente negado. Se niega la existencia tanto del pacto como de su contenido. Su función es la negación de las diferencias, necesaria al comienzo de la conformación de todo vínculo.
Según Kaës, se sufre por exceso, falta o inadecuación de pactos, alianzas, acuerdos o contratos inconscientes cuya finalidad es la de vincular los diferentes elementos, lógicas e ideales puestos en tensión.
Al igual que muchos otros, intento pensar qué es lo que diferencia una Institución Psicoanalítica de una que no lo es. En principio, que está formada por psicoanalistas, y creo que esto no es ni mejor ni peor que lo que pasa en otro tipo de sociedades, sino que es distinto. Lo complicado es definir lo distinto en cuanto a los vínculos de relación entre sus miembros, aquello que Abel Fainstein trajo como “affecto societatis “.
Pensando con Winnicott ¿qué sería una Institución Psicoanalítica “suficientemente buena”?
Carlos Antar recordó lo dicho por Mauricio Abadi acerca de que, si bien estos vínculos o relaciones no se diferencian de los existentes entre los miembros de otros grupos sociales, teóricamente habría que esperar lo contrario.
Sobre este último punto, me resulta interesante un texto de Kenneth Eisold:
“ . . . el psicoanálisis podría ampliar los alcances de su visión de modo de incluir su propia vida institucional . . . entiendo que, a la larga, la única manera de abordar estos problemas como corresponde es que nuestras propias instituciones adopten una postura analítica y autoreflexiva respecto de sus conflictos internos y sus maniobras defensivas. Vale decir, sería bueno que pudiéramos reflexionar sobre los aspectos ocultos o encubiertos de nuestra relación institucional y examinarlos conjuntamente”.
El desafío del momento actual para nuestra Institución está dado por los cambios originados por la pandemia COVID. La misma no sólo provocó un cambio en el encuadre de los tratamientos al tener que suplir la presencialidad por la interrelación virtual a través de las diversas plataformas que lo permitían, sino que también obligó al desarrollo de las actividades científicas habituales institucionales por el mismo camino tecnológico.
Esto permitió que se desarrollaran ateneos, conferencias, simposios, congresos, etc. sin casi ninguna pérdida en la continuidad de los mismos. Lo cual, obviamente, ha sido un gran logro.
Lo que vemos ahora, es que, si bien podemos retornar a la presencialidad tanto en nuestra práctica clínica como en el devenir institucional, esto se hace difícil.
No me referiré ahora al impacto que esto tiene en la clínica de cada uno de nosotros, pero si lo haré en cuanto a la Institución, y quiero poner el acento en lo que dijo Mirta al iniciar esta actividad: “estamos tratando de presencializar APA“. Reitero que, sin desconocer lo importante que ha sido la virtualidad hasta acá, es para mí necesario retornar a la presencialidad, aunque no sea de la manera completa y total previa a la pandemia. A riesgo que se me acuse de simplista ya que no puedo fundamentarlo teóricamente, tengo la impresión, diría la sensación vivencial, que no es lo mismo interactuar con “cuadraditos” en una pantalla que, con colegas, pacientes, amigos en “vivo y en directo “. Se pierde, o al menos se hace más difícil discernir y compartir la sutileza de los gestos, las miradas, la alegría, la tristeza . . .Todos elementos que confluyen en aquello que llamamos affecto societatis.
Preguntas y comentarios del público:
Intervención de Agustina Fernandez: Recuerdo que la IPA había creado un grupo, no sé si seguirá existiendo, que pensaba sobre el futuro del psicoanálisis. Pero hoy la mesa se plantea el futuro de la institución y me parece que ese es el eje. Yo voy a hacer una pregunta que va un poco más a lo vivencial, como decía Jeanette. Cuando yo empecé a trabajar, empecé en el Hospital Italiano. En esa época me tocó hacer una práctica en el equipo de psicodiagnóstico y luego continué trabajando varios años más. En el equipo había una técnica que ustedes la deben conocer, que es la familia kinética actual y prospectiva. A mí me gusta mucho esa técnica, y en la consigna de esa técnica se le pide al paciente que dibuje a su familia haciendo algo actual. Pero luego de ese dibujo, se le pide que dibuje a su familia haciendo algo como se la imagina dentro de diez años. Entonces yo le tiro esta pregunta a la mesa: ¿Cómo se imaginan ustedes la institución psicoanalítica, o cómo la dibujarían haciendo algo en diez años?
Intervención de Cristina Griffa: - Primero agradezco muchísimo las distintas exposiciones de la mesa y voy a tomar dos ideas. Primero lo que comentaron Cristina Salas y Abel Fainstein acerca de la actividad de ayer en la presentación de la Revista Moción y autores Pioneros de la constitución de APA, porque Cristina rescató el sentimiento de alegría y me parece que esta es una característica que nos impulsa hacia cómo va a ser esa nueva membresía; todos los que trabajamos con los miembros en formación, los candidatos en formación - yo estoy en el Instituto de enseñanza, por lo tanto estamos muy cerca de ellos nos preguntamos: ¿cómo pensamos como va a ser la membresía dentro de diez años? Y retomo una palabra que dijo el Dr. Canteros y realmente me encanta, que es el tema de la soledad, que supongo que está traído de Heidegger. La soledad en Heidegger como la posibilidad de encontrar lo esencial.
Intervención de Judith Kancyper: - Muchas gracias a todos por el estímulo que provocan en los que estamos escuchando. Voy a ser muy breve. Voy a mencionar a Néstor Braunstein, que dividió la palabra provenir en por/venir. Todo lo que está por venir. Yo no soy partidaria de un optimismo tonto, sé que estamos en un momento muy difícil, pero también es cierto – no sé si influenciada por el grupo de filosofía – que todo acontecimiento es una oportunidad. Entonces en lugar de abrazar a Wilhelm Wundt, que está muy pesimista en sus planteos, prefiero abrazar a Érik Sadin, que dice que todos unidos podemos hacer algunas cosas. Esto, por un lado. Por otro lado, estaba pensando en lo que dijo Cristina, es decir, el poder en una institución es necesario, en todas las instituciones; el problema es la absolutización del poder. Por lo tanto, siempre tenemos que tomar en cuenta que, si el otro tiene un pensamiento, es porque tiene una razón para sostener ese pensamiento, por lo tanto, hay que respetar al otro. Y después estaba pensando en lo que dijo Daniel Schmukler, para no ser tan pretenciosos, que Green habla además de una madre suficientemente buena, una madre suficientemente mala. Entonces, para no ser pretenciosos, cómo podemos pensar una institución o pensar las cosas lidiando con lo que hay. Una paciente me dijo: A mí la pandemia me hizo bien. ¿Por qué? – le pegunté – Porque hice tal y tal cosa. Y en lugar de preguntarme qué es lo que debo hacer, que es lo que quiero hacer. Y me pareció interesante para traerlo como ejemplo a la mesa.
Intervención de Mirta Goldstein: Hay dos comentarios del chat. Uno de Karina, que es una analista en formación, que en realidad pregunta sobre cómo puede suceder el gesto espontáneo. Bueno, justamente es espontáneo porque no se puede prever ni cómo ni cuándo va a suceder.
Claudia Amburgo retoma esto de Jorge, de la soledad, y esto de cómo rescatar nuestra presencia los martes y el diálogo sin que se filtre por las redes nuestra intimidad.
Invito nuevamente a la mesa a tomar uno o dos minutos cada uno. Por mi parte te agradezco Jorge, el reconocimiento. Solo me resta retomar algo que dije de Winnicott, cuando le escribe a Melanie Klein que ella era la única que podía destruir la lengua kleiniana. Y entonces pensé que nosotros, los analistas, somos los únicos que podemos destruir la lengua psicoanalítica. El ataque puede venir del exterior, pero las bombas provenientes del interior son las más difíciles de sortear.
Intervención de Carlos Antar: - Me importaba mucho aclarar algo porque me parece que, si no, se puede distorsionar. Me pareció importante la pregunta que vos me dijiste, si era la catarsis. No, la catarsis está planteada de una manera totalmente diferente y lo que es llamativo es que el trabajo de Abadi del año ’59 yo lo relaciono con lo que plantea mucho después Derrida, aunque no lo mencione. Esto hay que entenderlo así: Lo que él plantea de catarsis está incluido en el artículo que planteó la sociedad psicoanalítica como sociedad secreta. Da sus explicaciones. Entonces, él dice que un Symposium no sería un acto de mera descarga (yo me confieso, yo hago una catarsis), sino un acto de producción. Derrida después finalmente, en Estados de ánimo, si bien no menciona esto, él casualmente marca lo de sociedad secreta. No emplea el mismo término. Da dos ejemplos, uno de ellos que Freud nunca jamás aceptó ser presidente de la IPA, a pesar de múltiples proposiciones, siempre se negó. Al mismo tiempo, era el que lideraba la Sociedad de los Anillos. La Sociedad de los Anillos jamás tuvo nada que ver con la IPA; él nunca permitió esa conexión, aunque sus integrantes estuvieran en la IPA. Es decir, que lo que toma Derrida es justamente algo parecido a Abadi, que sería que hay algo que siempre queda afuera. Yo creo que, en esa catarsis, lo que él está planteando – ahora voy a Abadi – es, yo diría, un acto de revelación. Finalmente, para cerrar, yo diría, tomando la differance, que yo creo que tiene más que ver que con una confesión, con un acto de differance. Tomando la línea derridiana. Podríamos tomar otras líneas también.
Otro concepto que yo toco con bastante frecuencia, que lo tomó muy adecuadamente Marcelo, es lo de éxtimo, en donde justamente Lacan – eso daría para un desarrollo – plantea esto: que hay algo que está adentro y va afuera. Tiene que ver con todo este conjunto de situaciones, no digo que es lo mismo. Esta es la catarsis a la que uno se refiere.
Intervención de Abel Fainstein: - A mí me parece importante retomar la pregunta de Agustina Fernandez acerca de cómo pensamos la institución de acá a diez años. Hace un tiempo hicimos un panel acá en la APA junto a Hugo Lerner y Oscar Paulucci, de específicamente eso, la institución a diez años. Voy a tratar de puntuar dos o tres cosas de las que se dijeron que tratan de responder eso, desde mi perspectiva. Primero, la mitología del desarrollo lineal; o sea a mí la idea esta de la clausura del futuro me parece un poco tremendista, no me sirve; pero sí estoy convencido que no es con la metodología del desarrollo lineal – y esto me parece muy importante de lo que dijo Vicky. Ayer hablábamos con Andrea Ikonicoff respecto de sus proyectos acerca de cómo se podía cambiar la formación. Le dije olvídate de lo que hay, hagamos de cuenta que no hay nada, no empecemos desde el principio. Anímate a plantear algo diferente. Es verdad que tenemos un principio y podemos tenerlo en cuenta, pero no podemos generar proyectos a futuro solamente a partir del desarrollo lineal que viene de los pioneros en adelante. Coincido con Cristina Rosas Salas cuando dijo que necesitamos hechos, jerarquizarlos. Está en la línea con lo que decía Jorge Canteros, que, si entendí bien, planteaba la institución más allá de la institución psicoanalítica. Me gusta esa idea que aprendí del libro “Pensando la institución” que compilaron Mirta Goldstein y Cecilia Moise Borgnia hace ya muchos años: rescatar el concepto de institución como gerundio. Hoy estamos acá instituyendo la APA de dentro de diez años. Entonces, no nos quedemos con la institución, con lo producido, sino con el hecho de estar generándola todo el tiempo.
¿Por qué me interesa lo de los pioneros? Siguiendo con lo de Cristina de articular diferencias, yo decía ayer que pienso que uno de los méritos que tuvieron era que articularon las diferencias. Eran completamente diferentes, no tenían nada que ver uno con el otro, tenían historias totalmente distintas, ideologías políticas distintas, orígenes familiares distintos; articulaban diferencias, generaron amistades y, como dijeron acá, tuvieron un proyecto que era fundar una institución psicoanalítica, articulando esas diferencias.
Volviendo al tema de los liderazgos, el libro Pioneros incluye la referencia a Luisa Gambier de Álvarez de Toledo como una líder “invisible”. Insisto en la importancia de los “líderes constructivos” que retomó Cristina. Lamentablemente esa cita no es mía, es de Freud y yo la tomé de Néstor Braunstein. A mí me parece que una institución necesita liderazgos, que necesita liderazgos constructivos y Freud dice algo así como para ir luchando y mientras tanto habrá que soportar la compulsión a la repetición.
Por último, coincido con Daniel Schmukler respecto del mundo que nos toca: este es el mundo que nos toca y me alegra que empecemos a hablar de pandemia y de guerra.
Intervención de Jorge Canteros: - Pensaba para cerrar en algunos de nombres de los que nos hemos ocupado y que son referentes nuestros. Uno de ellos es el de Bleger. Me parece que la marca de Bleger en nuestra institución psicoanalítica APA es muy fuerte pero también lo es en la Facultad de Psicología de la UBA y en otras tantas universidades. En Europa es muy importante donde se publica y se estudia so obra. Yo acuerdo exactamente con lo que decía Abel de cómo el grupo de los pioneros confluyeron y cómo, al mismo tiempo, en ese confluir generaron algo nuevo. O sea, había algo con respecto a de dónde venía y que traía cada uno y que se generó con todo eso, algo nuevo muy especial en esa época con la creación de APA.
Creo que en ese sentido podríamos decir que aquello que se creó y que subsistió, dependió de un hecho histórico y me parece que los hechos históricos no se dan todo el tiempo. Hay que darse cuenta cuándo puede darse un hecho histórico. Podemos bregar por ello, pero a veces tenemos que esperar y saber hacer con el tiempo que nos toca. Creo que en ese sentido hay algo que me gustaría tomar también de nuestras referencias; las referencias de los que estamos acá en la mesa, si bien compartimos- hay muchas cosas en común-, pero también tenemos referencias diferentes, formaciones diferentes; ¡bienvenidas sean esas diferencias! Entonces sepamos que cuando vamos a la institución, es una institución que por suerte tiene esta heterogeneidad y me parece que en ese sentido, hay una potencia que existe en la institución.
Albergamos en APA distintas tradiciones psicoanalíticas y es rico su intercambio Y me parece que otro punto que quisiera decir: toleremos la diferencia entre y en nosotros mismos. Habíamos comentado en el grupo la idea que Bleger fue alguien que había estado siempre en cierta contradicción con lo que lo habitaba, una dificultad que le era propia de alguna manera. Pero pensamos en el grupo. que esa contradicción en Bleger es un valor de Bleger, es que "no quiso hacer uno". Entonces permitamos los nosotros "no tratar de hacer uno". No hagamos del lacanismo o del freudismo un Uno. Creo que APA es un lugar donde esto es posible.
Muchas gracias a Jeanette por traerlo a Néstor Braunstein, que la verdad que nos dejó mucho con su presencia... Muchas gracias a Judith Kancyper, que me encantó lo que trajo, muy importante. Y quiero tomar esto de Néstor Braunstein que nos ha conmocionado a todos con todo lo que nos aportó, en su vida a los que estábamos cerca de él y una interrogación también que me surge sobre lo "inconcluso" que no debemos negar, si no ubicar en el Debate en cada vida.
Intervención de Alicia Killner: - La enorme diferencia entre la época de los pioneros y la nuestra es que el psicoanálisis ofrece mil opciones de estudio y formación. Flor Canosi se pregunta por qué no sumamos a esta mesa a candidatos.
Porque lo único que tenemos en común es lo generacional. La verdad; después, tenemos diferencias. Por suerte, tenemos algo en común.
Intervención de Victoria Korin: - Pensaba en lo que Agustina traía y quería recordar que desde la fundación en el ’42 a la reforma en el ’74, pasaron 32 años; que de la reforma a hoy pasaron 48 años. Y en esos 48 años hubo una marca en el 2003, que fue Madé haciendo una lectura de la reforma, una lectura crítica; y me parece que es un camino que ella marcó y marca y que es importante. Nada más. Agrego algo sobre el análisis didáctico. el tema del análisis… Marcelo. Es una vieja polémica; pero el tema de si el análisis didáctico es la forma por excelencia de transmisión, me parece que es una afirmación que pone en cuestión la misma existencia de la práctica institucional, en mi lectura.
Intervención de Jeanette Dryzun: - Retomando la pregunta de Agustina, imaginémonos en 5 o 10 año,s es un buen ejercicio de reflexión. Pero no daría cuenta del futuro, sino que propone intervenir en el presente respecto de los problemas, tensiones, necesidades para pensar cómo estos factores facilitan u obstruyen nuestros objetivos como comunidad.
En el 2019 éramos otros. Ahora estamos en una inmanejable fluidez ambigua: somos malabaristas con pelotas en el aire tratando de manejar una especie de cuerpo multiterritorializado entre un crisol de presencias vía celular, vía pantallas, vía cuerpos físicos en salón butacas, vía alguien conectado por zoom mientras está en un aeropuerto; perdimos un territorio, que va más allá de la oposición simplista presencialidad/ virtualidad.
No logramos darle figurabilidad ni interna ni externa a la sustancia del encuentro en este multiespacio. Me parece que hay algo que pasó y “nos pasó”, que no puede soslayarse ni naturalizarse; una nueva marcación que por ahora muchos sentimos como un borramiento, un deshilachado, una desinvestidura dentro de este pluriespacio eventrado y/o atomizado, como dije antes, que refleja cantidad, pero también unidades en soledad, invocando lo que refirió Jorge Canteros. ¿Qué nos sucede con este acontecer, es esto bueno o malo para nuestros objetivos como comunidad científica? No tengo una respuesta, si antes no nos preguntamos cómo nos desplegamos y actuamos en estos nuevos territorios; o sea, cómo los habitamos considerando que estamos en un punto de inflexión para repensar nuestros objetivos y misión científica.
Por suerte, hay cambios fuertes en las ideas y concepción de un Psicoanálisis vital. No son recientes. Un simple ejemplo podrían ser los títulos de los Congresos de FEPAL “Persona y presencia del analista “2008 en Chile y “Tradición e Innovación” 2012 en Brasil. Estos títulos ilustran los nuevos acentos y nuestro coraje de integrarnos, a pesar de la tradición, a cambios de paradigma teóricos por los cuales el Psicoanálisis se reinventa y construye vigencia. Pero esta reinvención no es sin una “re-interrogación” sobre las problemáticas de intervención clínica y sobre el peso de la tradición cuando esta se nos convierte en una bota de plomo que impide nadar a una orilla.
No obstante, la pregunta de Agustina se dirige a la APA y su futuro y se me ocurren dos metáforas.
La primera es que la APA es como un “paquidermo”. Su historia, sus años, su acervo y su recorrido se han vuelto una figura difícil de mover, de articular y desarticular en el presente, es tan grande y gloriosa como pesada. Esta es la pregunta de los hechos del presente: ¿cómo movemos al paquidermo dentro de nosotros sin matarlo? La última elefanta que se llevaron del zoológico al santuario se murió. ¡Cuidado y ojo con los santuarios!
La segunda metáfora que se me vino a la cabeza es para los que juegan al truco: cuando te tocan dos 4 y un 5 es maldón y hay que irse al maso, barajar y dar de nuevo. No hay valencia de las cartas para seguir jugando el juego y darle movimiento. Y esta metáfora del Truco la traigo para contarles que hace poco por la IPA tuve la interesante tarea y responsabilidad de acompañar y auditar una sociedad psicoanalítica provisoria en Brasil. Y aprendí mucho a la vez que tuve que desaprender cosas, en el sentido de desidealizar lo que me identificaba con modelos propios a mi experiencia en mi institución de formación y filiación. En síntesis, las figuras de lo existente y de la tradición ya instituida son necesarias, pero son solo modelos que pueden tomarse o declararse obsoletos. Lo que aprendí y comprendí es que es mucho más fácil crear algo nuevo desde cero que arrastrar el peso de lo arcaico tratando de insertarle cosas para hacer de cuenta que innovamos.
¿Cómo hacemos para preservar a nuestro paquidermo imprimiéndole cambios necesarios sin barajar y dar de nuevo?, ¿o sea, qué intervenciones de gestión son necesarias para poner nuevas cartas en la mesa que permitan hacer un juego?
Por último, diría que el mazo de cartas lo tienen los colegas jóvenes y que es a ellos a los que realmente me gustaría escuchar, pero pidiéndoles una voz más presente y fuerte. Les preguntaría qué arquitectura institucional necesitan en este presente para tener un futuro.
Intervención de Marcelo Toyos: - Con respecto a lo que pronunciaba muy enfáticamente Vicky: insisto en que “La cuestión del análisis didáctico” - para mí no es con ele mayúscula, me sonó que ella lo decía con ele mayúscula - es un elemento muy importante que nos diferencia. Creo que, si hay algo que diferencia a la institución psicoanalítica de cualquier otra, es el lugar de esa práctica tan “esotérica” y especial, que es el análisis de sus miembros. No sólo para la formación, sino que para la transmisión misma del psicoanálisis es indispensable. No hay posibilidad de formarse como analista sin la transmisión que se da en el análisis personal, eso creo que nos diferencia. Y entonces, el futuro, creo que entre otras muchísimas cosas – esto claramente, no lo pongo con mayúscula – es cómo procesemos y cómo probablemente eso va a tener que cambiar - ya está cambiando - como para que se pueda seguir dando ese par institución psicoanalítica y qué lugar le vamos encontrar, entre otras cosas, que nos permitan hacer que la nave continúe.
Respecto de la “soledad” a la que se refería Jorge, algo que también fue retomado, me parece muy interesante. Especialmente para ponerlo en relación – me animo a decir que él lo piensa de esa manera – con el lazo entre analistas. Y yo creo que sí, que el acto creativo de cualquier tipo es un acto solitario, que es necesariamente solitario. El acto analítico también es solitario, es un acto de desasimiento total del analista del que participa el analizante. Pero se alimenta permanentemente de la relación transferencial en el caso del dispositivo analítico y del lazo entre analistas en el caso de la vida institucional. No hay creación ni análisis ex nihilo, surgido de la nada, se alimenta de los lazos y de nuestras interacciones. Entonces resolver estas cuestiones que nos planteamos acá hoy sigue siendo importante para poder sostener ese momento de soledad.
Intervención de Cristina Salas: - Yo vuelvo al tema de los hechos y me parece que los hechos democráticos también pasan por dar la palabra y alguien nos tiene que dar la palabra, tiene que poder escucharnos. Como suele decir Szpilka: Como yo no puede ser, pero como yo te es lícito ser. Me puedo sentar a debatir - eso es un hecho democrático - no solamente con los de mi generación sino con los otros.
Hay un aspecto de la institución psicoanalítica que yo rescato y que es el pulimiento del narcisismo, de las astillas del narcisismo. No todo lo que sería deseable porque la pretensión de originalidad sigue estando, pero este es un valor que yo rescato de la universidad también. Cuando uno se cree Gardel y tiene que ponerse a hablar con otros se da cuenta de que ni es tan genial, ni que es tan maravilloso, ni que sus ideas son únicas y exclusivas, ni que leímos el último autor de moda. Y esa también es una función que, para mí, cumplen las instituciones: el quedar expuesto a la consideración de los colegas.
Intervención de Daniel Schmuckler: Cierro con un comentario muy cortito. Lo que quiero remarcar es que sigo pensando en la importancia de poder pensar cual es la diferencia entre una Institución Psicoanalítica y otra que no lo es. Creo que hay diferencias, y no sólo por el análisis de los analistas.
Los analistas debiéramos utilizar nuestra herramienta también para analizar la Institución. Me parece que por ahí puede pasar la diferencia entre el Centro Argentino de Ingenieros y nosotros.
Cierre de Mirta Goldstein: Lamentablemente tenemos que dar por finalizada esta actividad, pero no damos por finalizado nuestro pensamiento. Voy a concluir relatando que durante la presidencia de Abel se publicó el libro Pensando la institución, hace 21 años. O sea, hace 21 años que nuestra generación está pensando la institución. No es poco, hicimos mucho y mucho queda por articular entre psicoanálisis y política cuyo encuentro es siempre un desencuentro.
Les agradecemos a todos y hasta el año que viene.
Bibliografía:
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Autores
Foro Debates, grupo ad hoc de Secretaría Científica de APA: Jorge Canteros, Daniel Schmukler, Mónica Hamra, Jeanette Dryzun, Marcelo Toyos, Victoria Korin, Abel Fainstein, Cristina Rosas, Carlos Antar y Mirta Goldstein, coordinadora.
Descriptores: INSTITUCION PSICOANALITICA / PODER / RELACIONES ENTRE PSICOANALISTAS / TRANSMISION / TRANSFERENCIA / LIDER / FILIACION
Candidatos a Descriptor: FUTURO / PERTENCIA
Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc
Secretario: Jorge Catelli
Colaboradores: Claudia Amburgo, José Fischbein, María Amado de Zaffore
Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein
Vice-Presidente: Dr. Carlos Federico Weisse
Secretario: Dr. Adolfo Benjamín
Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas Salas
Tesorero: Lic. Mario Cóccaro
Vocales: Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Susana Stella Gorris.