La sugestión está presente en todos los vínculos sociales y se manifiesta cuando hay dos individuos interactuando, ya sea entre sí o en relación con otros. En relación a ello, encontramos referencias a Freud en relación con el líder y la Psicología de las masas.
¿Cuándo ocurre la masa, en la vida cotidiana? Por ejemplo, en el discurso de un padre y una madre referido a su hijo, cuando no hay diferencia en sus discursos y ambos coinciden sin discrepancias, se trata de una masa de dos y se establece una relación hipnótica entre los padres (Conde y Mora, 2022).
Ferenczi plantea en 1912, que la sugestión es el deliberado contrabando de sensaciones, sentimientos, pensamientos y decisiones de la voluntad dentro del mundo psíquico de otra persona, de manera que la persona influenciada no puede modificar ni corregir los impulsos, sentimientos y pensamientos referidos... La sugestión es la imposición o aceptación sin disputa de una influencia psíquica de otro (Ferenczi, 1912).
Por lo tanto, la persona afectada no puede evitar aceptar lo que se le impone deliberadamente. Cuando se está en un estado de sugestión, se carece de la capacidad de negar, no hay lugar para el “no”. Freud (1890) Hace una distinción neta entre el dormir y la hipnosis, diciendo que el hipnotizado se comporta hacia el mundo exterior en un todo como lo haría un durmiente, o sea, extrañando en él todos sus sentidos. Permanece despierto respecto de la persona que lo hipnotiza, solo a ella la oye y la ve, la comprende en sus órdenes y le responde. Luego, compara esta relación con la escena de una madre que amamanta a su hijo, agregando que el universo del sujeto se reduce al hipnotizador. Entonces, se observa que él ha visto y oído como vemos y oído en el sueño: ha alucinado (Freud, 1890).
Nos preguntamos: ¿puede una pantalla ocupar el lugar de ese Otro inoculante, capaz de borrar las diferencias y anular la falta y el deseo?, ¿Es una posibilidad en nuestros lazos o un destino?
Ya en el 2005 se publica un artículo (Aurelio del Portillo), sobre la hipnosis de las pantallas. La describe como una forma de entrega psíquica, ante representaciones, imágenes, de las cuales no se cuestiona su nivel de realidad o veracidad, ni siquiera se valora la calidad del contenido. Este autor se pregunta también sobre qué tipo de actividad cognitiva se da frente a las pantallas y de qué tipo de influencia procede esta fascinación hipnótica de las mismas.
Los efectos sobre nuestra mente se deben fundamentalmente a la estructura rítmica con que se construyen las imágenes para mantener la atención sobre ellas, sostener la hipnosis y favorecer una actitud pasiva, neutralizando la potencialidad cognitiva - que es la de crear o establecer cierta distancia crítica - eliminando toda posibilidad de pensar. Así mismo, el ritmo genera un tiempo que no existe y que no permite diferenciar qué es verdad, qué es mentira o qué es fantasía, haciendo y diciendo lo que la pantalla propone, sin conciencia de ello. Esto es lo que lo asimila perfectamente al fenómeno de la hipnosis.
El primer ejemplo masivo de esto que planteamos se manifestó en la emisión radiofónica en la década del 40 de “La guerra de los mundos” de Orson Welles, que el 30 de octubre de 1938, hizo por la radio, una adaptación de la novela “La guerra de los mundos” de H.G. Welles, que más que literatura parecía una noticia. Hubo crisis histéricas, huidas masivas de las ciudades, accidentes de tránsito, partos prematuros, hospitales en situación de emergencia, violencias masivas. Esta ficción radial, mostró la enorme influencia de los medios de comunicación. En esos años era la radio, luego fueron la televisión y los diarios y hoy las redes sociales, las pantallas.
Nos preguntamos, desde el psicoanálisis, junto con otros autores que han trabajado el tema ¿cuál es el fenómeno psíquico que favorece ese aparente y placentero proceso de alienación?
Fenómeno placentero porque ya Freud lo enuncia como principio del Placer, uno de los motores principales de la formación del psiquismo con la consiguiente huída del dolor y el sufrimiento. Es en este sentido que “implica un cierto grado de adicción, esto es referido a cualquier placer, que armoniza con nuestras tendencias naturales inmediatas” (Portillo, 2004).
Tomaremos el significante Black Mirror para entender cómo la tecnología expone a que la pantalla deje de funcionar como un espejo virtual, convirtiéndose en un efecto devorador a modo vampiro que desarma la imagen del cuerpo animado a través del estadio del espejo.
Este significante Black Mirror es tomado de la serie del mismo nombre, en la que se propone un cambio de paradigma en relación al futuro. Podríamos compararla como la dimensión desconocida de la era digital, o sea del espacio abierto a la pantalla cerrada. Este cambio propone una forma de encapsulamiento de nuestras proyecciones, dentro de nuestros dispositivos. De una promesa anterior hacia un espacio abierto a explorar y descubrir. Por ejemplo, en la mítica serie “La dimensión desconocida” de 1959, se pasa al encierro dentro de las pantallas, en el mundo de las redes, un espectáculo continuo, sin cortes y con invasión de la privacidad desde el espionaje informático. Es casi un efecto ampliado de lo acontecido en nuestras vidas con la pandemia Covid 19. La dimensión ahora es lo encapsulado, lo no abierto y un planteo de los relatos en una dimensión de lo distópico. Apuntando a la disolución del ideal utópico de la confraternidad, por el odio que separa y destruye (Ierardo, 2018).
Este efecto de narcisismo no trófico, si no devorador, produce consecuencias en el cuerpo. Primero, la pérdida de orientación temporal y espacial, lo que resulta a su vez en una anulación de la satisfacción de necesidades vitales (hambre, sed, sueño y necesidad de movimientos corporales). Como resultado, el cuerpo experimenta un efecto de robotización que refleja un cuerpo máquina. Perdiendo el registro del cuerpo libidinal y pulsional, se da lugar a una neo-presentación: el cuerpo máquina (LePoulichet, 2005). En este nuevo modo de anudarse, el cuerpo máquina se convierte en una nueva versión para completar la ecuación cuerpo-ser, perdiendo así la lengua su anclaje en el cuerpo. Ya no hay un hablar con referencia a lo simbólico, ni un anclaje en los ideales fraternales, queda anulada la incógnita. Por lo tanto, la otra cara del cuerpo máquina es el cuerpo angelical, un cuerpo sin sexo (Pommier, 2002).
El discurso psicoanalítico apuesta a otorgarle al sujeto su lugar, es decir, atraparlo en ese detalle único, el significante que lo representa. Para ello, es necesario que alguien hable y otro escuche. Diríamos, menos pantalla y más encuentro con el otro, el semejante. De esta manera, se logra localizar su angustia, y conectarlo con el Otro.
Al plantear la frase: "el mal ya está hecho", que hace referencia a esa irreductible distancia y diferencia entre las palabras y las cosas, planteada por Foucault, surge la pregunta: ¿las "cosas" a las que se refiere son las mismas que las "cosas" de la realidad virtual?
Lacan se refiere a estos productos inventados y fabricados por la ciencia como “gadget”. La palabra “gadget”, se utiliza para mencionar a cualquier tipo de dispositivo novedoso, es decir aquel que ofrece por primera vez tecnología de última generación que otros no ofrecen, por lo tanto son caros y para pocos. Hoy por hoy existe una oferta constante de estos dispositivos tecnológicos, de consumo masivo, que ofrece el mercado. Lacan hace referencia a que conforman una nueva forma de goce. (Lacan, 1988). Esta gran producción continua y cada vez más vertiginosa, es particular, dada la imposibilidad de abarcar todas estas producciones. Se trata de objetos que remedan el objeto “a”, pero caduco, postizo y sustituible, que entran en una dinámica narcisista que intentaré explicar y que promueven el consumo continuo. Son objetos automáticos que prescinden del control humano, creando una ilusión de autosuficiencia, y de dominio de lo imprevisible, pero y ¿qué del malestar que generan? Esto sí incumbe al psicoanálisis (Sara E. Hassan).
La tramitación entre lo íntimo y lo privado, es otro tema en cuestión en este momento de la cultura. Los gadgets, que nos inundan por el ciberespacio, amenazan con aplastar la experiencia del sujeto. Se trata de la presencia constante de los objetos tecnológicos que remedan la voz y la mirada, que fascinan y disciplinan, dificultando la posibilidad del olvido, y de estar solos, fundamental para el psicoanálisis (Zabalza, 2014, p. 53).
En realidad, nos encontramos insatisfechos pero nos creemos seres completos. Por estas razones, Lacan amplía el papel que desempeña el psicoanálisis en la escena social, más allá de lo neurótico, y forja la noción de “síntoma social”. Anteriormente ya Freud en Psicología de las Masas, utiliza un término extraño SHIEFHEILUNG, que Haidée Heinrich (2023) traduce como “curación torcida”. Strachey lo tradujo como “curación falsa”. Se refiere a una manera de desaparición de la neurosis al incorporarse a un movimiento de masa. Esto explicaría la violencia, el bullyng y discriminación desatada muchas veces en las redes y la “epidemia”, actual en los adolescentes y jóvenes por las apuestas on line desde sus dispositivos o pantallas. Este es un aumento exponencial del impacto de la ludopatía en jóvenes y adolescentes, también comenzó en la pandemia, como una forma de pasar el tiempo, pero por medio de las apuestas deportivas on line. El 10% de los apostadores on line en el mundo son menores de edad, a quienes, bombardeados por las propagandas de sus gadgets, se les dificulta mucho, no participar en la promesa de juego, que no es juego.
Para Freud, la neurosis “ejerce sobre la masa el mismo efecto destructivo que el enamoramiento. En cambio, puede verse que toda vez que se produce un violento impulso a la formación de masa, las neurosis ralean y durante un tiempo pueden desaparecer” (F.S 1921, p. 104) Podemos pensar que a esto se refiere la “curación torcida”. Esto puede ocurrir en sectas, comunidades místico religiosas o filosóficas o actualmente en las vidrieras de las redes sociales. Pero se observa que hay un cambio. En las redes sociales, no hay un verdadero otro, ni un líder, y es aquí donde el término de psicosis social de Lacan, puede tener vigencia. Podemos pensar que se trata de una estructura similar al pánico en los ejércitos cuando cae herido de muerte el líder.
El concepto de síntoma social se puede dar en cualquier estructura, especialmente debido a la difícil estructuración simbólica del Fort Da (presencia-ausencia) y la consiguiente dificultad en la articulación de la demanda en relación con algún deseo de los padres. Por ejemplo, un niño, niña o adolescente, actualmente, desde el ámbito social y según ciertos discursos, está influido por el mandato superyoico de “ser feliz”, pero esto que circula tanto, tiene sus complicaciones. Si tomamos las referencias de Lacan sobre la felicidad, nos dice que en todo caso es del falo, de la completud, del rechazo de la falta. Es así que la felicidad tiende al encierro y a no querer saber nada. Es aquí donde, en lugar de abordar la falta que permitiría la articulación de los significantes, se recurre a estos objetos de la ciencia y la tecnología, los gadgets, obstruyendo la relación con el Ideal y con el deseo, el objeto “a” como causa del deseo.
Dependiendo de la estructura subjetiva, estos objetos se ubicarán en función de suplemento o suplencia (Le Poulichet, 2005, p. 135 y siguientes). Proponemos pensarlo, siguiendo a esta autora, como prótesis narcisistas que atraen y fijan imágenes. Son suplementos que funcionan sosteniendo la imagen narcisista, en una relación imaginaria con el otro. Este suplemento, intenta proveer una discordancia entre la imagen real y la ideal. Se busca un suplemento fálico imaginario, este gadget se acomoda taponando la falta, y muchas veces coincide con una depresión clínica.
En otras estructuras, estos objetos se ubicarían del lado de la suplencia. Indicaría un desfallecimiento simbólico y se sitúan en términos de dificultad en el campo pulsional. Se trata de un tratamiento de la máquina, una tentativa real de organizar un nuevo cuerpo, cuando ya no se dispone de las coordenadas simbólicas e imaginarias que permitieron su elaboración.
Para Lacan, el goce es aquella posibilidad de satisfacción total de la pulsión, casi una descarga completa del aparato, perdiendo, como se mencionó anteriormente, la referencia al principio conservador del placer y el displacer.
Nos preguntamos: ¿Cómo intervenir en estas situaciones donde aparece la referencia a un supuesto todo, donde nada falta y es posible alcanzar el máximo de felicidad? ¿Qué intervenciones son posibles para que nuevamente estemos en presencia de “cuerpos hablantes”?.
Norberto Ferreyra, comenta que en el análisis no se puede construir lo que no hubo, lo que sí puede hacer es que alguien pueda construir una posición en referencia a eso que no hubo, que le haga menos obstáculo para hacer su vida (Ferreyra, 1993). El encuentro con un analista posibilita un reposicionamiento del sujeto y se apuesta a la responsabilidad subjetiva. Es en este sentido que podemos ir ubicando lo nuevo que pueda darse en un análisis, en cualquiera de los dispositivos donde el discurso del análisis pueda desplegarse. Puede ser una posibilidad de reinventar la conexión con el Otro social y con los otros, los semejantes.
Algunas posibles maneras de intervención que podemos mencionar son:
Prestar mucha atención al significante en relación con el discurso, detectando cuándo un significante, una palabra o una frase, adquieren una dimensión simbólica y en transferencia, siendo posible entonces la metáfora.
Intervenir con sesiones de tiempo variable. Esto no equivale necesariamente a sesiones cortas, sino a un tiempo que varía según las necesidades. Esto permite que exista un espacio para la falta, y estar atentos a cuándo el discurso en un análisis emerge algo del inconciente, lapsus, actos fallidos, etc.
¿De qué otras maneras podemos intervenir, además de lo mencionado, ante estas equivalencias discursivas, para que nuevamente aparezca el "cuerpo hablante"? Una aproximación es que, a diferencia del síntoma, el "cuerpo-ser" carece de preguntas y cuestionamientos, manifestándose solo a través de actos y relatos de hechos. ¿Dónde se recorta el sujeto en este proceso?, una respuesta posible, es que es un sujeto exiliado de su deseo.
La orientación del proceso analítico transcurrirá en el trabajo sobre los ejes del narcisismo- estadio del espejo-asentimiento y por otro lado, en el rearmado de la relación al otro, al semejante y reanudando los caminos de la alienación al Otro. Y con la libido catectizando nuevamente todo el campo transferencial, de esta manera puede aparecer la relación al amor, pasando nuevamente al registro de la mirada, con la caída, como causa del deseo del objeto “a” y recuperando el goce del cuerpo
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Autor:
Alberto Álvarez, APA
Descriptores: SUGESTIÓN / HIPNOSIS / ESTADIO DEL ESPEJO / TECNOLOGIA / LO VIRTUAL
Directora: Lic. Meygide de Schargorodsky, Roxana
Secretaria: Dra. Tripcevich Piovano, Gladis Mabel
Colaboradores: Lic. Felman, Fanny Beatriz, Dr. Corra, Gustavo Osvaldo
ISSN: 2796-9576
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