En tiempos de metaverso e inteligencia artificial, nos proponemos investigar la articulación entre lo que sucede en el mundo virtual y lo que acontece en una sesión psicoanalítica.
A partir de la observación de similitudes y diferencias entre los “avatares” del metaverso, los avatares de la vida y los avatares de una sesión psicoanalítica nos surgen algunas preguntas:
¿Es el metaverso una ‘burbuja narcisista’ donde el sujeto queda atrapado? ¿Realiza allí la ilusión de completud? ¿Es una forma de evadir la castración? ¿Es una re- versión de la realidad? ¿Cuál realidad? ¿El sujeto vive a través de su avatar dejando de vivir los avatares de la vida real? ¿Se confunde la ‘realización’ con el ‘cumplimiento’ de deseo?
Intentaremos aproximarnos a algunas ideas que permitan echar luz sobre estos interrogantes.
Entendemos que el metaverso es un universo multiusuario en el ciberespacio, un entorno donde los humanos interactúan e intercambian experiencias virtuales mediante el uso de avatares -representaciones gráficas que se asocian a un usuario en particular- para su identificación. Actúa como una metáfora del mundo real, pero sin las limitaciones propias de éste. Ofrece infinitas posibilidades.
Los avances tecnológicos desplegados desde el siglo XX, impusieron nuevos modos de vincularse y comunicarse en diferentes áreas de relación, entre las que se incluye nuestra disciplina, el psicoanálisis.
Si bien todos somos usuarios de estas herramientas, el uso refleja la singularidad de cada uno. Puede ser facilitador de conexiones y/o un modo de dificultarlas o evitarlas.
La interacción entre los sujetos, en tanto haya un encuentro “real”[1] con un otro, permite el desarrollo subjetivo; favoreciendo el camino para las identificaciones y, especialmente, las relaciones de objeto.
¿Qué sucede cuando esos objetos pertenecen al mundo del ciberespacio?
El uso de un avatar permite ‘crear’ al sujeto ‘ideal’ que actúa sin restricciones. Todo es posible, todo es realizable. Opera la omnipotencia de pensamientos propia del narcisismo primario. Pero esto es una ilusión.
Distinguimos la ilusión necesaria para la constitución del aparato psíquico de la ilusión como sistema narcisista.
Dice Winnicott:
“[...] al ser humano le preocupa desde su nacimiento el problema de la relación entre lo que se percibe en forma objetiva y lo que se concibe de modo subjetivo, y en la solución de este problema no hay salud para el ser humano que no fue iniciado lo bastante bien por la madre. La zona inmediata a que me refiero es la que se ofrece al bebé entre la creatividad primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de la realidad. Los fenómenos transicionales representan las primeras etapas del uso de la ilusión, sin las cuales no tiene sentido para el ser humano la idea de una relación con el objeto que otros perciben como exterior a ese ser”. (1971, p. 29)
La ilusión, entonces, puede considerarse un recurso creativo, una capacidad psíquica crucial relacionada con los objetos y fenómenos transicionales.
Fallas -o carencias- del objeto sostenedor condicionan a un yo lábil que, frente a realidades frustrantes, no puede tramitar la energía acumulada que genera displacer. Esa energía pulsional ejerce presión constante y convoca a insistir en la búsqueda de un objeto.
Podría pensarse el uso del metaverso como un recurso compensatorio ante la ausencia del objeto sostenedor. Allí, por medio del avatar, se satisfacen - ilusoriamente- las pulsiones que buscan objetalizarse. Hay cumplimiento de deseo, es decir que el deseo adquiere figurabilidad de cumplido en el orden alucinatorio; a diferencia de la realización de deseo que implica modificaciones en el mundo externo.
Suponemos que, a mayor endeblez yoica, las posibilidades de quedar ‘atrapados’ en este mundo virtual, aumentan.
Distinguimos entre el ‘uso’ y el ‘abuso’ de los recursos que brinda la tecnología. En sujetos que ‘abusan’ de este espacio de juego infinito, virtual, que puede ser compartido, donde no existen las limitaciones, se produce una distorsión de la realidad -quedan desdibujadas las coordenadas temporo-espaciales-, a efectos de evitar la vivencia de desvalimiento y la angustia consecuente. Mientras que, en el uso, podemos pensar en una analogía con el cumplimiento de deseo del sueño y con el ‘como si’ del juego.
La creación de un avatar es un intento de dar figurabilidad a contenidos inconscientes. Refleja cualidades narcisistas relacionadas con el ideal. Es un artificio que ofrece una re-versión de la realidad, una nueva versión.
¿De qué realidad hablamos? ¿La realidad virtual es semejante a la realidad psíquica?
La realidad psíquica, según el Diccionario de Laplanche y Pontalis, es un término que Freud utilizó frecuentemente para designar lo que, “en el psiquismo del sujeto, presenta una coherencia y una resistencia comparables a las de la realidad material; se trata fundamentalmente del deseo inconsciente y de las fantasías con él relacionadas. [...] Es lo que para el sujeto, en su psiquismo, adquiere valor de realidad ”. (Freud, 1911. p. 352-3)
Pensamos el espacio psicoanalítico como una zona intermedia entre una realidad y otra, en la que se despliegan las fantasías de los participantes que entran en juego, recombinándose. Lo consideramos un espacio artificial, por lo tanto, ¿podríamos equiparar la realidad de una sesión psicoanalítica con la realidad virtual?
Frente a los imperativos cotidianos de la realidad material, consolidados a partir del aislamiento impuesto por la pandemia, se extendió el uso de la sesión virtual.
Como el encuadre tradicional cambió, ¿con qué nuevos avatares nos encontramos? Observamos algunos beneficios, así como también ciertas desventajas.
Por medio del uso de distintas plataformas, aseguramos la continuidad de los tratamientos. Nos reunimos virtualmente con nuestros pacientes desde la intimidad de sus hogares o de sus autos. Se hace posible evitar las distancias geográficas. La percepción se ve limitada y reducida a lo auditivo y visual parcial; vemos recortada la imagen corporal del paciente.
La ausencia de la ‘presencia del analista’, en tanto persona real, ¿puede motorizar inhibiciones o influir en el despliegue de asociaciones según las particularidades de cada paciente?
Inferimos, con frecuencia, resistencias que se desplazan a los avatares de las herramientas y/o los aparatos tecnológicos.
La imagen en la pantalla genera atracción por el brillo de lo perceptivo. Quedan condicionadas la atención flotante del analista y la asociación libre del paciente.
A veces, el pensamiento queda obturado. Deducimos, en estos casos -y más aún en la virtualidad-, que se trataría de resistencias relacionadas con la emergencia de contenidos que no han sido representados.
La permeabilidad de cada analista para investir el espacio de su fantasía, siguiendo el camino que le marcan sus ocurrencias, habilita y potencia la recuperación de la atención flotante. Las intervenciones -interpretaciones y/o construcciones- que surgen de ese proceso, ofrecen representaciones y posibles ligaduras, que permiten al analizando legitimar la investidura de su mundo de fantasía así como también posibilitar la simbolización de contenidos no representados.
Se trataría, entonces, de la creación de una realidad parecida a la del juego que, apoyada en elementos de la realidad material, constituye un instrumento para enriquecerla. Esta realidad ‘creada’ es la realidad de la transferencia, el artificio en el que se despliegan contenidos inconscientes.
Comparando lo que sucede en el uso del metaverso y en las sesiones virtuales, el analista es el que marca la diferencia.
Mientras que el metaverso te ‘mete el verso’, delatando en su cualidad ficcional lo que tomamos por realidad, vislumbrando la inconsistencia del sostén, la sesión psicoanalítica virtual sigue siendo un espacio estructurante y creador de sentido, en la medida que haya un analista que pueda dar cuenta de eso.
Referencias bibliográficas
Freud, Sigmund (1900) La interpretación de los sueños. En Obras Completas, vol.
V. (1ª ed. 3ª reimp.) Buenos Aires: Amorrortu, 1992.
----------------------- (1911) Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico.
En Obras completas, vol. XII (1ª ed.3ª reimp.) Buenos Aires: Amorrortu, 1992.
-------------------- (1914) Introducción del narcisismo. En Obras completas, vol. XIV. (2ª ed. 10ª reimp.) Buenos Aires: Amorrortu, 2003.
-------------------- (1915) Pulsiones y destinos de pulsión. En Obras completas, vol. XIV. (2ª ed. 10ª reimp.) Buenos Aires: Amorrortu, 2003.
-------------------- (1920) Más allá del principio de placer. En Obras completas, vol. XVIII. (2ª ed. 10ª reimp.) Buenos Aires: Amorrortu, 2004.
-------------------- (1927) El porvenir de una ilusión. En Obras completas, vol.XXI (1ª ed. 3ª reimp.) Buenos Aires: Amorrortu, 1992.
Laplanche J. y Pontalis J. B (1967) Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidos, 1996.
Winnicott, Donald (1971) Realidad y juego. (5ª reimp.). Buenos Aires: Gedisa S.A.,1988.
[1][1] Cuando hablamos de encuentro “real” nos referimos a los enmarcados en la realidad objetiva en cualquiera de sus variantes: presencial, virtual, telefónico.
Autoras:
Alejandra El Assir, APA
Laura González, APA
Miriam Santibañez, APA
Verónica Vincini, APA
Descriptores: REALIDAD PSIQUICA/ CUMPLIMIENTO DE DESEO / NARCISISMO
Candidato a Descriptor: REALIDAD VIRTUAL / AVATAR
Directora: Lic. Meygide de Schargorodsky, Roxana
Secretaria: Dra. Tripcevich Piovano, Gladis Mabel
Colaboradores: Lic. Felman, Fanny Beatriz, Dr. Corra, Gustavo Osvaldo
ISSN: 2796-9576
Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Presidenta: Dra. Rosa Mirta Goldstein
Vice-Presidente: Lic. Azucena Tramontano
Secretario: Lic. Juan Pinetta
Secretaria Científico: Dr. Marcelo Toyos
Tesorera: Dra. Mirta Noemí Cohen
Vocales: Lic. Laura Escapa, Lic. Jorge Catelli, Lic. Silvia Chamorro, Mag. Perla Frenkel, Lic. Gabriela Hirschl, Lic. Silvia Koval, Lic. Liliana Pedrón