La subjetividad en la era de la imagen
Mayo 2024 - ISSN 2796-9576
Intersecciones

Intersecciones con el arte - Subjetividad e Imagen. Dalí y las imágenes en el Surrealismo

Fanny Beatriz Felman
Fanny Beatriz Felman

“Una imagen es una visión que ha sido recreada o reproducida. Es una apariencia que ha sido separada del lugar y el instante en que apareció por primera vez y preservada por unos momentos o unos siglos.
Toda imagen encarna un modo de ver” (…) “Sin embargo nuestra percepción o apreciación de una imagen depende también de nuestro propio modo de ver.”
                                                                                    Berger J. Modos de ver 

                                                              

Hoy nos convoca la imagen, el papel que juega sobre el psiquismo de nuestro tiempo, y las marcas que le imprime a la subjetividad actual.
Como plantea la psicoanalista Silvia Bleichmar : “La subjetividad está atravesada por los modos históricos de representación con los cuales cada sociedad determina aquello que considera necesario para la conformación de sujetos aptos para desplegarse en su interior.”  Y agrega: “Si la producción de subjetividad es un componente fuerte de la socialización, evidentemente ha sido regulada, a lo largo de la historia de la humanidad, por los centros de poder que definen el tipo de individuo necesario para conservar al sistema y conservarse a sí mismo. ” (Bleichmar, 2003)

Plantea que la producción de subjetividad se constituye a partir de las categorías universales que hacen a la constitución psíquica y los modos históricos que generan al sujeto social. Las configuraciones subjetivas siempre son producciones de un sujeto en acción que está situado en múltiples tramas sociales simultáneas, que aparecen como objetividades recreadas por su imaginación.

Podemos decir, entonces, que las imágenes que consumimos y al mismo tiempo producimos a través de medios digitales, redes sociales, publicidad, etc. no solo reflejan sino que, de manera imperceptible, moldean y hacen marca en nuestra identidad, deseos, creencias y relaciones socio-culturales.

Por otro lado la imagen es un concepto complejo que ha sido abordado desde distintas disciplinas. Para el psicoanálisis la imagen se plantea como una visión  re-creada o re-producida y que pertenece al mundo imaginario del sujeto. 

Considerando la visión específicamente como aquello que nos permite tener acceso a los objetos, a los entes del mundo, vemos, y el ver se constituye en un acto voluntario, como resultado del cual, lo que vemos queda al alcance de  nuestra percepción. Nuestra visión está en permanente actividad, en continuo movimiento, aprehendiendo lo que se encuentra en el espacio que nos rodea y cuyo centro es ella misma, constituyendo lo que está presente para nosotros. En cambio la mirada se constituye como una visión orientada que nace en el momento en el que el sujeto selecciona del universo visual aquello que posee valor para él. La relación entre los conceptos de visión, mirada e imagen se entrelaza en la manera en que percibimos y entendemos el mundo visual. La visión es la base biológica, la mirada es la acción interpretativa singular y la imagen es el objeto o resultado de estos procesos.

Según Juan D. Nasio para el psicoanálisis ver no es ver una cosa sino una imagen. Y el que ve, no son los ojos, el que ve es el Yo.
“El Yo no percibe cualquier imagen, percibe solo aquellas imágenes en las que él se reconoce, es decir, el yo percibe imágenes pregnantes, que reflejan lo que él es, formas que adquieren sentido para el yo. Y sentido quiere decir re-conocer en la imagen algo que está ligado a mi historia, a mi impresión, a mi sensación.” (Nasio, 2001:30)
Estos conceptos los plantea en un seminario en París en 1990, y al concluir dice: “Termino con una cita de Freud (que podría ser el epígrafe de este seminario): Dice Freud en una carta a Stefang Zweig: Por la brecha de la retina podríamos ver profundamente en el inconciente.” 

Por lo tanto podemos afirmar que la mirada no se confunde con la visión. Hay una distancia, un hiato, entre visión y mirada. La visión es un ejercicio, una función, que nos abre a todo lo que es no-yo, en cambio la mirada, según la Fenomenología es la visión del ser humano que se pregunta por sí mismo.
La mirada determina nuestro modo de representar el mundo, y es en esa re-presentación visual, la imagen, donde emerge tanto la presencia del sujeto como del objeto. No solo es el acto de ver algo, sino también cómo lo vemos, qué elegimos ver y cómo interpretamos lo que vemos. 

Hace unos años atrás trabajé el entrecruzamiento entre arte y psicoanálisis a partir del Movimiento Surrealista y su exponente: Salvador Dalí.
Hoy pienso que el trabajo que hizo S. Dalí sobre la pintura: El Ángelus de Millet, es una demostración del poder de las imágenes sobre nuestro psiquismo, de su capacidad para poner en juego la subjetividad, que convierte a la imagen en un elemento dinámico en su formación, que moldea y deja marca en la identidad, los deseos y todo lo concerniente a lo subjetivo, actuando como un reflejo de la percepción de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.

El Surrealismo, como movimiento artístico y literario surgió en el período entre guerras y se centró en explorar el inconsciente y los sueños a través del arte. A partir de 1920, después de la Primera Guerra, se produce la incursión del Psicoanálisis en Francia cuando se traduce a Freud en forma más amplia. André Breton, teórico del Surrealismo, se refiere a Freud como el que planteó el modo en que ´fuerzas ocultas´ afectan a las manifiestas, entonces de lo que se trata en el Surrealismo es de captar esas fuerzas a través del método basado en la asociación libre. Propone la tarea de desligar la posición subjetiva de aquello que la organiza y ordena. De esta manera se da lugar a la imaginación como un recurso poderoso; se trata de la imaginación liberada a partir del método creado por Freud como vía de acceso al inconciente.

Es así que la imagen no es simplemente una representación visual; sino que se transforma en una ventana al alma y a los deseos reprimidos. Los artistas surrealistas emplearon técnicas como el fotomontaje o los collages para crear mediante la asociación libre, imágenes que representaban mundos oníricos y fantasiosos que desafían la realidad y buscan evocar aquello que está más allá de lo aparente. Proponen que la imagen puede ser tanto una manifestación de la realidad interna del artista como una herramienta para cuestionar la realidad exterior. Se transforma así la imagen en un medio poderoso para explorar y expresar el mundo interno del sujeto humano y rebelarse a la realidad exterior.

Breton deja abierta la posibilidad de que exista otro modo de articular ´las dos realidades´, de crear una imagen pictórica en esa dimensión y es en este marco donde Salvador Dalí (1904-1989) encuentra un lugar para plasmar lo que ´le viene a la cabeza´. A partir de 1929 forma parte de este movimiento y en él expone sus ideas y su preocupación por la relación entre lo representado y la realidad, haciendo referencia a ´una estética de la objetividad´ que implicaba tratar de pintar con objetividad un fenómeno subjetivo como el sueño o un producto de la imaginación, poniendo en cuestión la realidad misma. Hacer valer la vida onírica en la vida real es el eje central del Surrealismo considerando particularmente la vida onírica como la realidad del deseo.

Dalí se plantea este propósito y tomando como base la Tesis de J. Lacan (De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad sobre el “Caso Aimée”) elabora su método paranoico-crítico. Plantea que el método es espontáneo y se basa en el análisis e interpretación crítica de las asociaciones que aparecen a partir de las imágenes y los sueños. La actividad paranoico-crítica es su propuesta: como forma de conocimiento, de interpretación y como medio de creación artística.

La profusa obra de Dalí sobre El Ángelus de Millet es un ejemplo paradigmático de cómo el Surrealismo busca desentrañar las capas de la realidad y la percepción, utilizando la imagen como un medio para acceder a lo profundo que yace más allá de lo visible.

Vayamos al cuadro: fue pintado por J.F. Millet entre 1855 y 1859 (Fig1).
La pintura muestra a una pareja de campesinos de pie, uno frente al otro, en actitud de oración. A un lado se encuentran los elementos de trabajo. El hombre tiene un sombrero en la mano, y la mujer, está con las manos sobre el pecho, en actitud de rezo. Entre ellos y en el piso hay una cesta. Las dos figuras están a contraluz, sus caras están en sombras, mientras que la luz del crepúsculo, ¿o el amanecer?, ilumina el paisaje y envuelve la obra.

Este cuadro constituyó el interés de Dalí desde su infancia y cobró mucha importancia en la época en que el pintor formó parte del grupo surrealista y en ese contexto formuló el método paranoico-crítico. Llamó su atención la nitidez de los trazos y colores y el juego de luz que presentaba la imagen. La obra produjo en él ´una gran impresión´ que se transformó en un enigma: ¿por qué una imagen aparentemente apacible se le presentaba como una imagen acompañada de una carga afectiva, una mezcla de fascinación y angustia? Comienza a plantearse que había ´algo más´ que el cuadro quería decir y que estaría oculto en su composición. 

Dice Dalí: El Ángelus de Millet se convierte ‘de súbito’ para mí en la obra pictórica más ‘turbadora’, la más enigmática, la más densa, la más rica en ´pensamientos inconcientes´ que jamás ha existido”.(Dalí, 2002:27)
El Ángelus lo conmueve, lo impresiona y lo motiva a buscar en su imaginación las  asociaciones con ese ´algo más´ de lo que era visible en el cuadro. La imagen se le impone como una imagen obsesiva, cuya finalidad es confirmar un sentido. Dice Dalí: “El sentimiento de esta exageración contribuye, no obstante, a hacerme conciente del carácter netamente delirante de la asociación de ideas de la que forma parte”. (Dalí, 2002:32)

De alguna manera Dalí se coloca tanto en el lugar de espectador, como en el de pintor. Como espectador del cuadro enfatiza el efecto íntimo que este le provoca y a partir de ese efecto, como pintor, se dispone a crear. Es desde ahí que va a elaborar imágenes, con un carácter inédito, sorpresivo y extraño.
La serie de asociaciones lo lleva a la construcción de una historia, el “Mito trágico”, con el que intenta encontrar el sentido que el cuadro oculta, que da lugar a la creación de una enorme cantidad de dibujos y pinturas tomando como referencia las impresiones que le causa el cuadro.

La imagen de El Ángelus se le presenta a Dalí en situaciones inusitadas; dando lugar a asociaciones, que están vinculadas:

-a un hecho vivido
-a una experiencia sensible
-a recuerdos que se le presentan en la actividad cotidiana.
En ocasiones son inéditas, a éstas Dalí les otorga una gran importancia sobre todo por el nivel de intensidad que alcanzan en la ilusión visual. Son imágenes con una clara nitidez, que se presentan con sus mínimos detalles. Luego de transcribirlas, las vuelca en dibujos, pinturas y objetos.

Así surgen: La pareja con las cabezas llenas de nubes (Fig. 2), El Ángelus de la aurora (Fig.3), El Ángelus arquitectónico (Fig. 4), El atavismo del crepúsculo (Fig. 5), Gala y el Ángelus, La reminiscencia arqueológica, y muchas más y también numerosos dibujos de objetos que le rememoran a la pareja del cuadro. 

Dalí continúa con su estudio, sumergido en la tarea de plasmar las imágenes que lo impresionan de una manera obsesiva. La repetición con que estas se presentan les da la impronta de lo ´ya conocido´ y conllevan en su misma realización el carácter de certeza de ‘algo ya sabido’.
En la elaboración del mito trabaja sobre las asociaciones que le provocan cada una de las figuras de la obra y que constituyen el motivo de su angustia. Es así como representa a las figuras femenina y masculina del cuadro, que se van modificando a medida que emplea su método, y se van complejizando cada vez más con respecto al original (Fig. 6-7).

Finalmente el Mito trágico, el problema argumental de El Ángelus se resuelve oníricamente.

Al concluir su trabajo plantea en el prólogo a la edición original francesa: “Ese gran tema mítico de la muerte del hijo, sentimiento esencial que se desprendía de mi “Mito trágico de El Ángelus de Millet”, me fue confirmado, una vez terminada mi tesis, sin que pudiera verificarlo personalmente en estos últimos tiempos. Me informaron, de que, en efecto, Millet había pintado, entre los dos campesinos piadosamente recogidos, un ataúd que contenía a su hijo muerto, a la derecha, cerca de los pies de la madre”. (Dalí, 2002:17) Agrega más adelante: … “examinaron El Ángelus con los rayos X en los laboratorios  del  Museo del Louvre. … una masa oscura aparecía en la placa en el lugar preciso en que yo les había indicado. Era una masa de forma geométrica que puede asimilarse fácilmente a una especie de paralelepípedo cuya perspectiva culminaría en la línea del horizonte de El Ángelus. (Dalí, 2002:20).
En su libro Vida Secreta, textos autobiográficos de 1942, Dalí hizo confesiones crudas a propósito del dolor de haber sido precedido por un hermano que murió, y del cual él recibió el nombre de Salvador: “Yo he vivido la muerte antes de vivir la vida.  Mi hermano murió a causa de una meningitis a la edad de 7 años. (Se dice que, en realidad, murió a los 2 años víctima de ‘un catarro gastroentérico infeccioso’). Mi madre se trastornó, su desaparición fue un golpe del cual nunca se recobró. He nacido doble, con un hermano de más al que tuve que matar para ocupar mi propio lugar.” (Dalí, 1942). Al concluir el prólogo dice: “Hasta nueva orden ninguna otra explicación, tan provisional como la mía, parece probable”. (Dalí, 2002:20).  Así concluye su trabajo.

Las imágenes creadas bajo este método desafían la percepción de la realidad, no son solo representaciones visuales; sino que son manifestaciones del inconsciente que invitan al espectador a cuestionar la realidad y a buscar significados más allá de lo visible. En su versión de la imagen del Ángelus arquitectónico por ej., Dalí transformó la escena bucólica en una estructura rígida y arquitectónica, infundiendo a la imagen una tensión erótica y una sensación de misterio.

Así, Dalí logra una fusión entre la imagen y lo subjetivo, donde la interpretación de cada observador se convierte en una parte fundamental de la obra de arte.
En términos de subjetividad, la imagen se ha convertido en una herramienta poderosa para construir, deconstruir y reconstruir la identidad.  Sin embargo, esta capacidad de la imagen para determinar la subjetividad también puede llevar a una reflexión crítica sobre la autenticidad y la manipulación de todo tipo de representaciones.

Bibliografía

Berger J. (1972) Modos de ver  (Pág.6)                     

Bleichmar S: (2004) “Límites y excesos del concepto de subjetividad en psicoanálisis”, en: Revista Topía, N°40.  Año XIV, Buenos Aires.

Dalí, S. Dalí S. (2002) El Mito Trágico de ´El Ángelus´ de Millet. Fábula, Buenos Aires, Tusquets. 

Dalí S. (1942) Vida secreta 

Ibáñez Brown, N (2010): Lacan y Dalí: dos obras, dos caminos, un encuentro y Consideraciones sobre la paranoia. Buenos Aires, Grama ediciones. 

Lacan J.(1932). De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, sobre el “Caso Aimée”. Tesis doctoral de J. Lacan.

Meygide,  R: (2017) “La mirada”. Escrito publicado en la Cátedra de Psicología Fadu-Uba. 

Nasio, J. D.:(2001/2013) La mirada en Psicoanálisis. Barcelona, Gedisa.  

Autora:

Fanny Felman, APA, UBA

Descriptores: IMAGEN / MIRADA / ASOCIACION LIBRE / ARTE / CREADOR / SUBJETIVIDAD

Candidato a Descriptor:  SURREALISMO

Directora: Lic. Meygide de Schargorodsky, Roxana

Directora Honoraria: Mirta Goldstein

Secretaria: Dra. Tripcevich Piovano, Gladis Mabel

Colaboradores: Lic. Felman, Fanny Beatriz, Dr. Corra, Gustavo Osvaldo

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. Rosa Mirta Goldstein
Vice-Presidente: Lic. Azucena Tramontano
Secretario: Lic. Juan Pinetta
Secretaria Científico: Dr. Marcelo Toyos
Tesorera: Dra. Mirta Noemí Cohen
Vocales: Lic. Laura Escapa, Lic. Jorge Catelli, Lic. Silvia Chamorro, Mag. Perla Frenkel, Lic. Gabriela Hirschl, Lic. Silvia Koval, Lic. Liliana Pedrón