La subjetividad en la era de la imagen
Mayo 2024 - ISSN 2796-9576
Intersecciones

Intersecciones con la teoría de la imagen - El espejo de la angustia

Carlos Carpintero
Carlos Carpintero

El barón Justus von Liebig nació en 1803 en Darmstadt, Federado de Hesse, una ciudad al sur de Frankfurt que debe su nombre a un sinuoso riachuelo que la atravesó hace siglos, actualmente redescubierto y recuperado de un añoso soterramiento. Si bien von Liebig es famoso por numerosos inventos y descubrimientos en el campo de la bioquímica, hay dos acontecimientos en su vida que merecen ser señalados a los fines de este artículo.

En principio, el barón se convirtió en el estereotipo de enfant terrible para diversas obras literarias, al hacer explotar accidentalmente un aula del Gymnasium donde estudiaba por experimentar con químicos obtenidos del negocio de su padre, fabricante de pinturas. Este hecho le valió la expulsión de la institución educativa. Luego de este inicio desintegrador, tuvo una carrera llena de triunfos en la industria de los alimentos concentrados, los fertilizantes agrícolas y en la refrigeración de preparados de laboratorio. Sin embargo, recordamos a von Liebig por un experimento que realizó hacia 1835, al aplicar una finísima capa de metal en la cara de un vidrio pulido. Así logró algo similar a lo que Johannes Gutenberg hizo con la imprenta de tipos móviles metálicos. Tomó un invento que ya existía y aplicando una serie de innovaciones tecnológicas hizo posible la producción de un objeto a escala masiva y valores accesibles para el común de la gente, lo cual derivó en una revolución. En el caso de Gutenberg, fue la revolución de la palabra impresa. En el caso de von Liebig, fue la revolución de la imagen reflejada, al democratizar la producción de espejos, que hasta ese momento eran artículos suntuarios exclusivos de la nobleza y de las clases acomodadas. Antes del invento de von Liebig, para ser rigurosos deberíamos hablar del “estadio del charco” en referencia al concepto de Jacques Lacan, ya que no había muchas otras superficies en las que alguien pudiera ver reflejada su propia imagen. El filo de la espada, el escudo bruñido y las copas metálicas eran objetos igualmente vedados a la mayoría de las personas. Los lagos mansos de aguas claras y sin vegetación en las orillas eran igualmente inusuales, excepto en el mito de Narciso.

 No es el objetivo de este artículo realizar una crítica, solapada ni explícita, a los conceptos lacanianos. Esto quisiera, con la piedad del lector, dejarlo en claro. La obra de Lacan es tan extensa como extraordinaria y compleja. Ardua en su interpretación, tal vez debemos realizar una tarea similar a la que el analista realiza sobre el trabajo del sueño. Acaso, lo comparto como hipótesis, sobre su obra podemos hacer lo que Sigmund Freud propuso sobre los límites de la interpretación. Todos los sueños son interpretables, pero no todo en el sueño lo es. Al menos en lo personal esta especulación me resulta ansiolítica.

Vamos al núcleo de este artículo. En el diálogo entre la angustia en su definición lacaniana y las imágenes generadas por inteligencia artificial encontramos un territorio de cruce potencialmente productivo para reflexionar sobre la subjetividad contemporánea. ¿Por qué trabajo con la definición lacaniana de angustia? Porque en tanto Freud define en la segunda tópica a la angustia como originada en una carencia, para Lacan la angustia tiene un objeto, solo que se trata de un objeto que no puede ser simbolizado. Como la dinámica de la angustia no encuentra simbolización posible más que la de una sombra de lo que falta, se transforma en un afecto insoslayable. Lo que está en juego en la angustia no es el objeto sino el deseo del carenciado. No es que no hay, sino que hay una fuga, un escape hacia lo que no se deja nombrar. Dice Lacan: “La angustia surge cuando un mecanismo hace aparecer algo en el lugar que llamaré, para hacerme entender, natural, que corresponde al lugar que ocupa el a del Objeto del deseo. Digo algo —entiendan cualquier cosa.” Si el “Objeto a” y no la carencia es la causa del deseo, entonces la angustia está constitutivamente vinculada a este objeto, es decir a ese aspecto de lo real que escapa a la simbolización.

El choque con el reflejo especular es, en tanto encuentro con la alteridad, cocina de la angustia. A partir de aquí el sujeto reconoce lo ajeno que lo habita. Se produce entonces una conmoción, explota inesperadamente la inquietud, como el aula del Gymnasium del joven von Liebig, con un estadio que siguiendo al enfant y su expulsión, no tiene regreso. Estoy proponiendo parábolas, si consideramos el halo metafísico que rodea a cierta parte de la interpretación de los conceptos lacanianos, porque yo no vengo del psicoanálisis sino de la producción de imágenes en diálogo con la semiótica y la filosofía. Como ensayo de cruce, lo que sigue es mi propuesta concreta:

Los generadores de imágenes basados en Inteligencia Artificial tienen la capacidad de construir simulacros que no surgen del lenguaje sino de su mímesis. Con producciones que no se corresponden con una relación significante / significado porque surgen de un taller más allá de lo humano. En otras palabras, son despiadadas máquinas productoras de “Objetos a”, que nos confrontan con lo innominable.

La confrontación con lo innominable, ese es el punto. Es la primera vez que puedo poner en palabras el motivo por el cual a muchos nos resulta fascinante y a la vez pavoroso el encuentro con las imágenes generadas por IA. Porque no hay nadie ahí. Y lo que hay, es innombrable. Las imágenes generadas por IA con su simulación vital pero carente de pulso y temperatura son verdaderos espejos de la angustia cultural contemporánea.

Es necesario explicar brevemente de qué hablamos cuando hablamos de generadores de imágenes por Inteligencia Artificial. Porque se trata de un fenómeno que nos atraviesa, que opera a niveles muy profundos y no evidentes, como el río que por lo bajo cruza sinuosamente la ciudad de Darmstadt. Hay cuatro conceptos clave que operan interconectados y estructuran el modo en que opera la Inteligencia Artificial: el prompt, los token, las redes neuronales y los transformers. Si entendemos estos cuatro conceptos, entenderemos cómo es que un robot puede generar millones de imágenes nuevas.

El prompt es el texto inicial que escribe una persona en un programa de IA para producir respuestas, como textos o imágenes en diferentes estilos. El prompt es una instrucción, como una orden, por lo tanto a mayor contexto, más precisión y especificidad en el producto generado. Por ejemplo: “Crea una imagen de una reunión de perros robóticos jugando al póker, en el interior de un bar de una ciudad distópica del futuro, estilo cyberpunk”. Ignoro si alguien ha reflexionado ya sobre esto, pero actualmente es posible que un paciente comparta con su analista las imágenes de aquello que ha soñado y no su descripción, si sabe cómo redactar adecuadamente el prompt.

Los token son procesadores del discurso humano corriente. Se denomina “lenguaje natural” en el universo de las IA, aunque sabemos que el lenguaje de natural no tiene nada. Los token transforman el discurso en secuencias asociadas relevantes para el procesamiento de datos. En otras palabras, conectan datos entre sí para lograr encadenamientos de sentido. Como por ejemplo, vincular los frescos del artista Signorelli con los olvidos causados por represión, las obras de arte del Antiguo Egipto, el consumo de cigarros y la actual ciudad de Příbor en la República Checa. Invito al lector a ponerlos en relación, ya que esto es exactamente lo que hacen los token, pero de forma automática.

Las redes neuronales artificiales son máquinas que imitan el aprendizaje humano a escala exponencial, pueden aprender sobre sí mismas (machine learning) y sobre sus errores, para no repetirlos. Su estructura está inspirada en el cerebro humano, simulando la forma en que las neuronas transmiten información entre ellas. La clave de las redes neuronales es su potencial ilimitado de crecimiento en el tiempo, porque su complejidad incrementa cada vez con mayor velocidad la duplicación de sus conexiones.

Finalmente, los transformers son modelos de aprendizaje profundo (deep learning) aplicados a redes neuronales, programados para administrar datos secuenciales a partir del lenguaje humano articulados por los token, que permiten a través de una orden específica (prompt) la predicción de textos, la catalogación, la hipotetización de escenarios (por ejemplo, económicos o bélicos), la generación de imágenes, sonidos, voces y música. Los Transformers son los cocineros de todo, los que están en la letra T del famoso “Chat GPT”: los Generative Pretrained Transformers.

Se trata de dos universos, el de la constitución de la angustia y el de las imágenes generadas por IA, que hoy están en una relación de retroalimentación. Las consecuencias pueden ser devastadoras e inesperadas. No estamos en absoluto en contra del uso de estas nuevas tecnologías, por el contrario, para todos los campos del saber pueden resultar de gran ayuda si se las sabe administrar. Pero como resulta evidente a partir de la profundidad de las definiciones compartidas y el nivel de injerencia de estos actores hasta los niveles más íntimos de la psiquis humana, los propósitos, mecanismos y dispositivos de la IA deben ser regulados y legislados, deben transparentar su accionar, medios, fines y responsables. También hay que anticipar las consecuencias que estos textos e imágenes generarán, sean o no metáforas de “Objetos a” como proponemos en este artículo, por su fundamental impacto sociocultural.

Como coda de esta especulación textual y para sumar un llamado de atención, quiero mencionar otro detalle sobre nuestro ya buen amigo el barón von Liebig. Un gigantesco asteroide ubicado entre Marte y Júpiter descubierto en 1990 lleva su nombre. Se trata de un cuerpo celeste mucho mayor al que provocó la extinción de la mayor parte de los seres vivos en la Tierra hace aproximadamente 66 millones de años, incluyendo a todos los dinosaurios. Es de esperar que esta vez el enfant terrible y su afán desintegrador no haga de las suyas. Mientras tanto, estemos más atentos a lo que sucede con las IA de este lado del espejo.

 Bibliografía

 

Freud, S. (2017). Psicopatología de la vida cotidiana. Amorrortu. Buenos Aires.

Freud, S. (2003). Inhibición, síntoma y angustia. En Obras Completas, vol XX. Amorrortu. Buenos Aires.

Lacan, J. (2006). El Seminario. Libro 10: “La angustia”. Paidós. Buenos Aires.

Lacan, J. (2009). El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. En Escritos 1. Siglo XXI. México DF.

Judel, G. K. (2003). Die Geschichte von Liebigs Fleischextrakt. Zur populärsten Erfindung des berühmten Chemikers. En Spiegel der Forschung 20, pp.6-17. Universidad de Gießen. Hesse-Darmstadt.

 Autor 

Carlos Carpintero, Profesor FADU-UBA, UNLa y UCES.

Descriptores: IMAGEN / ESPEJO / ANGUSTIA 

Candidato a Descriptor: INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Directora: Lic. Meygide de Schargorodsky, Roxana

Directora Honoraria: Mirta Goldstein

Secretaria: Dra. Tripcevich Piovano, Gladis Mabel

Colaboradores: Lic. Felman, Fanny Beatriz, Dr. Corra, Gustavo Osvaldo

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. Rosa Mirta Goldstein
Vice-Presidente: Lic. Azucena Tramontano
Secretario: Lic. Juan Pinetta
Secretaria Científico: Dr. Marcelo Toyos
Tesorera: Dra. Mirta Noemí Cohen
Vocales: Lic. Laura Escapa, Lic. Jorge Catelli, Lic. Silvia Chamorro, Mag. Perla Frenkel, Lic. Gabriela Hirschl, Lic. Silvia Koval, Lic. Liliana Pedrón