La inmediatez ¿un signo de nuestro tiempo?
diciembre 2024 - ISSN 2796-9576
Textos breves

Uno, ninguno, un montón…(Susurros de ubicuidad)

Nicolás Ignacio Giró
Nicolás Ignacio Giró

Bajo este título de elementos heteróclitos podría decirse mucho, y nada a la vez. Pero, si hay algo que insiste, interpelando al modo de un real, es la pregunta por el tiempo, el sujeto y sus posibles planos para pensar algún acto, una salida, algo que lo autentifique.

Recurriendo a distintos registros temporales, jugados en diversas tramas simbólicas,  intentaré dar cuerpo a mis inquietudes teórico-clínicas.   

En la literatura:

“Ayer no más”1, en 1924, veía la luz la obra de Luigi Pirándolo “Uno, ninguno, cien mil”. 

En esta novela, su “personaje principal”, Vitangelo Moscarda, es descripto como un hombre joven, aplastado, de poco brillo, cuyo único emblema de valor era su matrimonio. Está casi caído de la escena. Tras la muerte de sus padres vive aún en el pueblo en el cual su progenitor fundó todo tipo de emprendimientos, incluso un Banco de valores. 

En ese estado límite, frente al espejo, Vitangelo recibe como mensaje  una observación de su mujer: “No te diste cuenta que tenés la nariz torcida hacia la derecha”. Desde aquella marcación, comenzará a desconocerse: “como si ese defecto de mi nariz fuese una irreparable avería producida de pronto en el todo el universo” (…) “Yo no era para los demás lo que hasta ahora, dentro mío, me había figurado ser”. 

Desde allí algo decanta en él, se hace pedacitos, se  deshace, pasar del uno al ninguno y a cien mil, será solo cuestión de días. 

A la par de semejante conmoción psíquica le surge una idea, un impulso, o mejor dicho un acto que apunta a restituir su locura. Frente a una expresión que lo atormenta: “Usurero” (mote que lo salpica de lleno por los desmanes que ejecutó el padre y su gente) este hijo intentará enderezar el rumbo, limpiar aquella mancha. 

Su propósito apuntará a intervenir por encima de aquellos que lo han desestimado e inhabilitado a tomar cualquiera de los mandos que, aunque heredados, no pudo hacerlos propios. Entonces, burlando los valores y la seguridad del banco, le obsequiará el título de propiedad a un inquilino moroso. 

Finalmente este hombre culminará sus días como otras tantas almas sufrientes, recluido en un monasterio, cuidado por “corresponsales de Dios”, y dejando en manos de éstos toda su fortuna.

Una pregunta al margen:

Vitangelo en su desdicha ¿representa la fragilidad de muchos, que se encuentran acosados por fantasías de fragmentación y retaliación como saldo de algún acto que vaya más allá del padre?

En la clínica:

Llega un joven de 20 años, con un tamaño corporal intimidante y que porta el nombre de un conocido gladiador. Con el ceño fruncido dice: “vengo acá porque me mandaron, yo no creo en nada de todo esto, me parece una pelotudez”. Cuando se traba al hablar, se golpea fuertemente la cabeza con la mano (a la par yo me voy angustiando dada la intensidad de su agresión). 

Finalizado su descargo, le pregunto si ubica algo en él que no le gusta. Ahí, afloja el semblante y dice: “me gustaría ser más normal, vincularme mejor, que me inviten a alguna joda, tal vez conocer a alguien, aprender a relacionarme”. Se trata de alguien que sólo salía de la casa para ir a la facultad y a su entrenamiento de combate.

Pasados 4 meses de análisis menciona que va a viajar a Europa, que ahí tiene familia, y quiere probar su suerte, tal vez comenzar otra carrera, ya que cursa una que no tiene ni salida, ni reconocimiento.  Se embarca en este salto, y frente los distintos obstáculos que aparecen y a las diferencias con lo que imaginó, se deprime a punto tal de decirle a sus padres que está pensando en matarse. 

Ahí me pregunto: ¿Que representa este hijo único “de padres grandes” como él dice, en tanto se hace cargo de la ilusión de ser un gladiador? Pareciera como si la expectativa fantasmática de ser lo máximo para estos Otros, lograra que su majestad cuando confronta desafíos que lo sobrepasan, bordee ante su amenaza la tragedia de frustrarse.

En el cine: 

En 2023 se estrena el film “Everything, everywhere all at once” (1) que fue galardonado con 7 premios Oscar. Narra la historia de una heroína inesperada que debe usar sus nuevos poderes para luchar contra los desconcertantes peligros del multiverso y así lograr salvar su mundo.

Ahí la encontramos a Evelin, una mujer asiática que vive en Norteamérica, dueña de un lavadero de ropa lleno de dificultades, rebalsada de deudas y auditada por el Servicio de Impuestos Internos de los Estados Unidos. Está casada con un hombre que luce inoperante (dispuesto en silencio a divorciarse de ella por la desvalorización que debe soportar de su parte), es madre de una hija que la lleva hasta los límites de su educación y tolerancia y, para no restar, se adosa a la convivencia su padre inválido y descalificador.

De pronto ciertos efectos en la escena dan cuenta que la cosa así no puede continuar, algo denso está por ocurrir. 

Con el proyecto de transformar el lavadero en un lugar donde Evelin y quienes quieran puedan cantar, ella con su marido y su padre, se dirigen a la oficina de hacienda. 

En el ascensor, su compañero de vida se anticipa al encuentro con la trabajadora pública, con mucho tacto, le da a su mujer una serie de instrucciones y unos dispositivos para los oídos. En el viaje a toda velocidad entre la planta baja y un décimo piso será donde Evelyn volverá a su pasado en imágenes, expresiones y recuerdos, ubicando lo que ella significó -como hija mujer- para su padre. Éste no hizo más que desvalorizar y desestimar sus deseos, incluso la elección de este marido que, aunque fuera un posible-potencial desafiante, terminó ahogándose en el fantasma de ese no poder. Sin eximir de tales efectos a la única hija del matrimonio que no ha hecho más que confirmarle que tampoco fue destinada para ser buena madre.

Llegado el encuentro cara a cara con la burócrata -rostro representante de sus obstáculos- ocurrirá la rotura de ese espejo, que al romperse en pedazos, hace emerger de ahí un montón de planos, universos y posibilidades. En esa disociación, multiplicación y desorientación por la que transita la protagonista, su marido -ubicado ya en otro universo- le dice que ella es la elegida para liderar  el combate con el enemigo, dado que hay algo que ella reúne: ha tenido tantos fracasos en su vida, tanto sin realizar, que eso la hace candidata perfecta para desplegar su enorme y vacante potencial en cada uno de los universos por los que circule.

Pregunta:

¿Es en la imposibilidad del sujeto por ahuecar, relativizar, mutear al Otro, donde nace la salida compensatoria hacia otros universos, metaversos, avatares o creaciones de orden virtual?

Y nuevamente Freud se hace presente, con su bendita expresión superyoica: ““así como el padre debes ser, así como el padre no te es lícito ser”.” (Freud,1923:36), dejando abierta la pregunta sobre ¿hasta dónde incumbe la prohibición a poder hacer y resolver como el padre en el mundo, ese afuera del cual él “posee” las insignias para autorizar o detener a sus descendientes?. Supuestamente rescatándolos del peligro de quedar atrapados (devorados) por la madre, pero a su vez confrontándolos con él en una rivalidad injusta, que arremete con saña, como diciendo entre líneas “este no me va a superar”. 

Así toman cuerpo expresiones, como hojas amarillas de un libro, que replican: “cuando yo tenía tu edad”, “en mi época”. En esas imprecisiones del amor que, como bien lo planteaba Lacan se trata de “dar lo que no se tiene a quien no lo es” (Lacan 1960:187). Siempre se da mal y, en ese desfasaje en donde aquel que recibe lo que no pidió se siente en deuda y, además, ese peso o dólar que recibe no viene suelto, trae la carga del descrédito de no haberlo hecho por sí mismo sino sponsoreado por ese Otro. Un Otro que no quiere saber de su inseguridad frente a la juventud que él ya no posee y, por ello, intenta fortalecerse semblanteándolo. 

André Green decía que la historia que nos contamos es la que intenta “enmendar lo que no fue así” para estar bien con muestro superyó, temiendo que sea “desenmascarada la impostura de nuestro yo actual, en la tendencia a jactarse de su constancia, su unidad, su seguridad…” (Green, 2001:56)

En tal caso algo cojea en ese acto del don que, por medio de la cesión, podría ser cimiento para otros actos. Lacan (1958) manifiesta que se le permite al hijo tener un pene para más adelante, es entonces cuando debería producirse el declive del Edipo del que saldrá con los titulos en su bolsillo. “En el más feliz de los casos, tener un pene, dicho de otra manera, ser alguien idéntico a su padre” (Lacan, 1958:211). Ahí bien se juega el pasaje de un padre prohibidor y privador a aquel que interviene como permisivo y donador (Lacan, 1958:212).

Recuerdo la enseñanza sensata de un tío abuelo, cuando me decía: “con tu edad y mi experiencia”. Alta fórmula! si no fuera por la imposibilidad de hacer coincidir en simultaneo los dos ejes.   

Estamos hablando de un tercer tiempo, un presente continuo en el cual la salida, ese momento lógico de concluir, tiempo de confirmación -ya sea de virilidad o femeneidad- escribano o instancia de ley mediante que acredite la solvencia de estos títulos.

El miedo al fracaso y a frustrarse hoy aparece expresado recurrentemente en el decir adolescente con el termino procrastinación. Contracara defensiva a una sigla un poco más moderna proveniente del universo digital on-line “FOMO” (fear of misssing out), ni más ni menos que el mandato de no perderse nada, chascarrillo a la castración, que deja al sujeto exento de hacer por el miedo a elegir o jugarse mal. 

Salvando las distancias, en la novela, la clínica y el cine, aparecen los retazos que emparentan a estos sujetos padecientes a la pesada generación anterior, confirmando la operatoria fallida de la ley en las distintas versiones de un resto que, en tanto objeto a, se adhiere a las condiciones de miradas y pulsiones invocantes devastadoras. 

La promesa entre ficcional y posible de un multiverso como salida, enreda como una víbora al sujeto y sus irresoluciones, ofreciéndole casi un paraíso fiscal, sin deudas ni riesgos con el Otro. Sin frustraciones ni vacilaciones, un cuadro soñado para trocar de fantasma. ¿Será el multiverso y lo virtual la salida posible, en tanto no hay otro camino transitable en la realidad de la holofrase -o el  verso único, de ese Otro acaparador?.

En la película, Evelyn, nos muestra la idea del éxito dentro del fracaso, como figura expuesta en las lecciones que aprende tras haber fallado, tomando esto como recurso para escenarios venideros, sin resignarse. Ella logra hacer algo más con ese fantasma de “soy siendo fracasada”, ejecutando cierto movimiento dignificador, aceptándose en principio a sí misma y, por otra parte, ayudando a su hija antes de que sea demasiado tarde, sin juzgarla, aprendiendo a estar a su lado de un modo más amoroso y comprensivo. En fin… dando aquello que no se tuvo.

Los susurros de ubicuidad, hacen referencia a la figura obscena, de carácter superyoico, manifestada en la expresión ¡goza!, que fogonea en el sujeto consumidor la ilusión de que es posible estar en todos lados cual Dios, y deja como hipoteca, esa expresión que tanto se usaba “nada, eso”, asemejándose a la nuli-ubicuidad del neurótico obsesivo, que por querer cubrir tanto del Otro, se garantiza desentenderse de su propio deseo.

Para cerrar estas líneas que mejor que una cita asociada al acto, al sujeto y a los efectos que se suscitan por los que tanto se le teme:

“La angustia, en realidad emerge en el momento preciso, no del acto mismo, sino del pre-acto: es decir, en el momento en que el sujeto se da cuenta que, si realiza el acto, va a quedar como aquel que “habrá sido o habrá hecho eso” (...) “Esta angustia por lo que el acto implica justifica a veces que el sujeto elija la inacción” (Brodsky, 2001:149)  En términos de un adolescente: ”esto es un montón, me da paja”

Notas

(1) Frase de “La balsa” Canción compuesta por Lito Nebbia y Tanguito en 1967.

(2) “Everything, everywhere all at once”, dirigida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert fue ganadora de 7 premios Oscar en 2023

Referencias:

Brodsky, Graciela: “Prisa y verdad” en: Fundamentos del acto analítico. Buenos Aires, Cuadernos del ICDEBA.

Freud, Sigmund (1923) “El yo y el ello” en : OOCC, tomo XIX. Buenos Aires, Amorrotu Ed.

Green, André (2001): “El árbol del tiempo” en: El tiempo fragmentado. Buenos Aires, Amorrortu.

Lacan, Jaques (1958/1959) “Los tres tiempos del Edipo” en: Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires, Paidós Ed.

Lacan, Jaques (1960) “La transferencia” en:  Seminario  8.  Buenos Aires, Paidós Ed.

Lacan, Jaques (1966) Seminario 14. La lógica del fantasma. Buenos Aires, Paidós Ed.

Lacan, Jaques (1969) Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós Ed.

Pirandello, Luigi (1924/2010): Uno ninguno y cien mil. Buenos Aires, Editorial Losada.

Autor: 

Lic. Nicolás Ignacio Giró, APA y Margen Psicoanalítico

Descriptores:

TIEMPO / FRACASO / ACTO / CASTRACION

Directora: Lic. Meygide de Schargorodsky, Roxana

Secretaria: Dra. Tripcevich Piovano, Gladis Mabel

Colaboradores: Lic. Felman, Fanny Beatriz, Dr. Corra, Gustavo Osvaldo

ISSN: 2796-9576

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. Rosa Mirta Goldstein
Vice-Presidente: Lic. Azucena Tramontano
Secretario: Lic. Juan Pinetta
Secretaria Científico: Dr. Marcelo Toyos
Tesorera: Dra. Mirta Noemí Cohen
Vocales: Lic. Laura Escapa, Lic. Jorge Catelli, Lic. Silvia Chamorro, Mag. Perla Frenkel, Lic. Gabriela Hirschl, Lic. Silvia Koval, Lic. Liliana Pedrón