Conjeturas sobre nuevas realidades
Mayo 2021 - ISSN 2796-9576
Intersecciones

¿Del aula al hogar o del hogar al aula? - Intersecciones con la educación

Felisa L. de Widder
Felisa L. de Widder

La cuarentena que vivimos el año anterior se presentó como un tiempo continuo; las actividades cotidianas debieron permanecer de todos modos, aunque con imprevistas y limitadas alteraciones. Me refiero especialmente a la incidencia del virus que ha quebrantado el ritmo natural de nuestras vidas.

La educación, la formación académica no queda excluida de este dramático acontecer actual.

La educación a distancia es una práctica que de alguna manera ya estaba instrumentada para niveles más altos de la enseñanza en especial para sujetos que desean formarse desde los lugares más recónditos de nuestro país o del exterior. Hoy, con el advenimiento de esta pandemia los nuevos métodos se han implementado en la escolaridad infantil, primaria y secundaria tanto en sistemas formales como no formales.

Dada la necesidad de preservar la salud física y mental y, al mismo tiempo, sostener los programas de aprendizaje en todas sus áreas en el marco de una situación traumática, terrorífica, trágica, se trató de implementar este recurso también desde los niveles iniciales de la enseñanza.

Me parece importante hablar de aprendizaje “remoto”, “a distancia”, “virtual”, etc.

¿En qué lugar ubicamos en este eslabón la salud mental en especial de nuestros niños?

Sabemos que una parte importante del proceso educativo y de aprendizaje se transmite con amor y se recibe por amor. Entonces: ¿tendremos que trabajar sobre el “amor a distancia”, “el amor virtual?”

Quiero decir que la institución escolar, en especial si es privada, trató de enviar plataformas, contenidos, información de ida y vuelta para paliar   la ausencia y el vacío, tanto del colegio en sí como, o tal vez más aún de los alumnos que se sintieron desconcertados ante el camino del “home work” que se gestó de repente en medio de la angustia y el miedo que sienten muchos o casi todos los niños ante este extraterrestre enemigo invasor.

Los directivos estaban desesperados tratando de rellenar esos vacíos con información. Los docentes estaban apabullados, en especial aquellos que no manejan las muchas y nuevas tecnologías para clases en conjunto de modo virtual.” Preparando el inicio del ciclo lectivo de repente tuvimos que cambiar el rumbo y afrontar no solo la nueva programática sino también nuestras vidas” confiesa un docente. Y tanto ellos como los niños, los padres y los directivos se vieron desbordados, abrumados, exigidos, presionados, implementando recursos contra el tiempo.

¿Y el tiempo del amor, la empatía, la sorpresa, el miedo? ¿Qué lugar quedó para las emociones? Sabemos los efectos de una situación traumática, que despierta sorpresa, terror y paraliza la capacidad de elaboración.

Los niños que no pudieron solos recurrieron a sus padres. Algunas son familias de 2, 3, o 4 hijos. Además, muchos padres trabajan y las madres que además trabajan debieron ocuparse de las tareas domésticas que antes del tsunami viral   les era posible delegar en auxiliares de casa de familia. Las consecuencias han sido separaciones, alto grado de discusiones y de los más variados síntomas en los hijos.

Este caos familiar, más el desconcierto, la incertidumbre y el temor arrasó con todo aparato psíquico, tanto de los maestros como de los padres y el efecto traumático recayó en los niños.  

Me pregunto si en las clases compartidas virtuales se podría transmitir amor, comprensión explicaciones, dar lugar a la expresión pudiendo bajar la ansiedad del niño por “la tarea” que no sale, etc.

Creo que, en momentos tan críticos, si bien es importante la transmisión de conocimientos, ¿podría ser instructivo además trabajar, ofrecer un lugar de intercambio de emociones vinculadas a lo actual?
Si podemos hablar del amor, la solidaridad y cómo manejarse en familia y aprender a ser contenedores y solidarios en familia y en la escuela, la virulencia del terror podría neutralizarse de manera eficaz en esta contienda.

Recordemos que UNICEF recomendó comenzar las clases con los protocolos delineados a tal fin, con el propósito que alguna vez por semana las clases sean presenciales y los alumnos concurran por grupos, al colegio. Ahora estamos en este sendero.

Además de los contenidos de la educación que son esenciales, considero que de un modo u otro éstos se adquieren, aunque las emociones, de no expresarlas quedan congeladas.

La escuela es para los niños el ingreso a la cultura, al mundo socializado, al aprendizaje de funcionar en grupos con su dinámica particular, es el sentido de pertenencia, su segundo lugar en sus mundos, y un espacio de intercambio y expresión de emociones. Implica identidad.

Estas condiciones imprescindibles para su desarrollo, si faltan, dejan huellas que muchas veces no son tan fáciles de reparar como sí lo son los contenidos académicos.

Es por todo ello que celebramos la apertura total o parcial de la institución educativa, que facilita la trasmisión por amor y la expresión de las emociones sobre todo ligadas a la frustración.

La escuela enseña a vincularse, competir sanamente, compartir estados de ánimo, frustraciones, alegrías, amor por el saber y amor por el contacto con los otros.

Autor:

Felisa L. de Widder

Descriptores: EDUCACION / AMOR

Candidatos a descriptor: ESCUELA

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc

Secretario: Jorge Catelli

Colaboradores: Claudia Amburgo

José Fischbein

María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein

Vice-Presidente: Dr. Rafael Eduardo Safdie

Secretario: Dr. Adolfo Benjamín

Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas de Salas

Tesorero: Dr. S. Guillermo Bruschtein

Vocales: Dr. Carlos Federico Weisse, Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Lic. Mario Cóccaro, Dr. Néstor Alberto Barbon, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Roxana Meygide de Schargorodsky, Lic. Susana Stella Gorris.