Conjeturas sobre nuevas realidades
Mayo 2021 - ISSN 2796-9576
Textos breves

Depresiones, Duelo y Pandemia

Alberto Alvarez
Alberto Alvarez

La depresión nos dice Alain Ehrenberg, en su libro “La fatiga de ser uno mismo”, es una de las principales manifestaciones actuales del malestar íntimo, es definida también como la epidemia más difundida de los últimos 40 años.

¿Cómo y por qué la depresión se impuso como principal malestar y en que medida es reveladora de las principales mutaciones de nuestra individualidad del siglo XX y XXl, sumado en la actualidad a las mutaciones del Covid?
De hecho, no es la primera enfermedad de moda.

En su época fue la neurastenia, luego la histeria. La historia de la depresión sería otra sin la relación con estas dos patologías, la neurastenia y la histeria.

Otro dato importante es que desde el psicoanálisis Freud planteó más las referencias en relación al duelo y la melancolía, si bien en sus casos clínicos podemos rastrear episodios depresivos de sus pacientes, en particular referidos a la histeria y a la neurosis obsesiva.

Hay una primera hipótesis nos dice A. Ehrenberg, que nos instruye sobre la experiencia actual de la persona, pues es una patología de la sociedad, en la que la norma ya no se funda en la culpa, y la disciplina, si no en la responsabilidad y la iniciativa.

Entonces anotamos un desplazamiento de la culpa a la responsabilidad y ha sido una de las condiciones de lectura para entender la depresión actual, a diferencia de la melancolía, pero el individualismo actual reposa sobre un doble ideal, ser una mismo por uno mismo, ya no estamos dirigidos por una religión, ni por un soberano, el Rey, el Padre…y dos nociones han reemplazado estos elementos, las de interioridad y la de conflicto.

Debemos a Freud, la constitución de noción de neurosis a fines del siglo XlX, pero a esa concepción de Freud se opone la de su gran competidor, Pierre Janet, ambos modernizaron la vieja nerviosidad, al crear la noción de psiquis e hicieron aceptable la idea de que el espíritu puede enfermarse, pero sin causa orgánica, e inventaron la terapia por la palabra, cada uno con diferentes orientaciones. Sus diferencias son notorias, pero hay una en especial que nos sirve para rastrear la actual concepción de depresión que impera en nuestros medios, no necesariamente psicoanalíticos, pero que también merece una revisión, a mi entender; una importante, es la relación de Depresión con la de individualidad.

Freud como ya sabemos, piensa la neurosis a partir del conflicto, mientras que Janet se refiere a un déficit, a una insuficiencia. Esto parte las aguas de como entendemos el malestar o la enfermedad psíquica. En un primer momento, especialmente en la psiquiatría predomina una alianza entre esos dos conceptos para explicar la depresión contemporánea.

En los manuales de psiquiatría con el avance de los descubrimientos de los psicofármacos fueron desapareciendo, los diagnósticos de neurosis y depresiones neuróticas o reactivas para dar lugar a la gran variedad de trastornos, solo en el manual europeo se conservó el diagnóstico de depresión reactiva, y esto no fue sin consecuencias para el abordaje clínico predominando la medicalización de los estados de tristeza, los duelos y las crisis depresivas, al decir de Lacan, eliminando la causa a partir del conflicto, del deseo, de lo pulsional, de lo traumático, para presentificarla a nivel neuronal y de los neurotransmisores. Si bien no reniego de esta herramienta terapéutica, discrimino clínicamente, como psicoanalista, cuando debidamente se debe indicar un psicofármaco y cuando es indicado un abordaje psicoanalítico.

Freud escribió poco sobre la depresión como ya mencioné, la angustia fue el centro de sus teorizaciones además de Duelo y Melancolía. La frontera de la culpa separa ambos territorios, la diferencia entre ambos siguió siendo, la culpa y la presencia o no de la identificación al objeto perdido.

Sin embargo, hay un elemento en la elaboración de neurosis freudiana, que es la noción de trauma, que hace pensable la lesión puramente psíquica, es decir no se necesita una desorganización somática para considerarla real. Este descubrimiento freudiano revela y dinamiza los procesos de socialización de los males psíquicos, la noción de inconciente, especialmente en nuestro país funda una nueva psiquiatría vigente aún hoy hermanada con los conceptos psicoanalíticos y los de Salud Mental, tan presentes en nuestro tiempo.

Seguiré ahora algunas ideas de Emilio Vaschetto, de su libro “Depresiones y psicoanálisis”, Primeramente, lo ubica como fenómeno en un intersticio, nosográfico y de diferentes disciplinas.

El fenómeno depresivo, como lo denomina captó el interés de etnólogos y antropólogos, quienes se interrogaron sobre su estatuto y descubrieron que en la isla Ifaluk, (atolón en Micronesia) en esa cultura, no existe este padecimiento y existe un término ker, que es aproximado a lo que llamamos felicidad, que es considerado como amoral o inmoral.

Entonces hay algo para pensar en relación a nuestra obligación occidental como mandato y obligaciones morales y el deber de ser feliz en las bases de las depresiones actuales. Entonces en esa isla no existe el par depresión /felicidad ni el par fatiga/rendimiento. Concuerdo con el autor que la depresión no es un significante para el psicoanálisis, si bien el psicoanálisis ha forjado los términos, depresión reactiva, neurótica etc., no es un nombre para un síntoma individual, si no un síntoma que nombra cierto malestar en la cultura.

De un modo particular puede presentarse, como efecto de alienación o destitución subjetiva del Otro, dando lugar a la cobardía moral, de aquel que cede a su deseo o bien mostrando el aplastamiento subjetivo por el Superyó, que se presenta en su cara de ferocidad y obscenidad, imponiendo como imperativo un goce como puro caldo de cultivo de la pulsión de muerte.

Desde el psicoanálisis de orientación lacaniana nos proponemos una clínica dependiendo de la relación del sujeto al Otro, si lo pensamos desde las identificaciones, la caída de las mismas lo iguala al sujeto al objeto o el sujeto percibe que el interés del Otro no es el ideal sino el objeto o como dice Recalcatti, quien discrimina una clínica de la falta de una clínica del vacío; así las depresiones neuróticas se hallan centradas en la desvalorización fálica producto de la caída de la imagen narcisistica del Yo ideal, mientras que las segundas, las depresiones psicóticas están asociadas a la mortificación fálica como desorden radical en la constitución del ideal del yo.

La cobardía moral del neurótico se manifiesta como depresión y su contratara, la depresión psicótica aparece como un rechazo del inconsciente.

De esta manera la depresión, puede constituir una forma de defensa, una tentativa de ocultamiento ante la castración o bien la manera de respuesta imaginaria ante un agujero en lo simbólico.

Se puede presentar en la histeria, en la neurosis obsesiva, en la fobia o como dice Lacan en las crisis depresivas, como efecto de una vacilante y conflictiva relación entre el Yo y el Ideal del Yo, una hostilidad abierta entre instancias.

Planteo la pregunta ¿es un síntoma psicoanalítico? Y ¿cómo orientamos el tratamiento?, ¿se trata de levantar represiones o de otras maniobras que como analistas podemos vislumbrar?

Ahora bien, además de la epidemia depresiva que atinge a nuestra cultura occidental desde hace más de 40 años, desde hace un año asistimos a una pandemia. En primer lugar tenemos que ubicar que estamos viviendo la primera pandemia a nivel global, de la historia de la civilización. Las otras pandemias fueron terribles, pero más localizadas, nunca antes un virus se expandió mundialmente y tan rápidamente, lo mas cercano fue la epidemia del HIV, en sus efectos y diseminación, pero nunca con tal intensidad, esta fuerza expansiva de contagio, está ligada a la globalización y paradójicamente al gran avance tecnológico y al ataque a la naturaleza por parte del hombre.

A principio de la misma pensábamos el fin de la cuarentena, ¿cómo sería salir de la misma? y los riesgos que se corrían, pensábamos que la viviríamos con alivio o alegría, pero los más cautos pensábamos que podría ser traumática también la posibilidad de salida de la misma, el dejar nuestro aislamiento psíquico primero y después el social, para pasar a esta etapa transitoria de cuidándonos en lo social, que vemos se cumplió parcialmente. Hemos perdido en gran parte el temor al contagio y muchos reaccionan con conductas de negación y diría un poco maníacamente, como si la proximidad de las vacunas, nos proveyera mágicamente de una inmunización total. Hay un claro desajuste entre lo que escuchamos, vemos y como socialmente lo metabolizamos.

Siempre habrá algo que se perdió y parece que no queremos darnos cuenta de esto, nos subyuga una alegría, yo diría falsa o desfasada.

Tenemos que tratar ahora más que nunca en cada uno ubicar que fue lo que perdimos, para ver como nos afecta y no negarlo maníacamente., cada uno habrá perdido algo en particular, desde nuestros hábitos comunes, algunos de ellos recuperados parcialmente, pero ya no son lo mismo. Otros más afectados habrán perdido seres queridos muertos por Covid o de otras enfermedades que siguieron existiendo, estos duelos son realmente difíciles, muchos de ellos sin la posibilidad de la despedida, a veces pasaron meses hasta que no se pudo poner el nombre en una tumba, fueron durante mucho tiempo, cadáveres anónimos, esto sumó dolor. En muertes por otras enfermedades las familias más cercanas pudieron acompañar y despedir, pero en lo social, nos marcó la privación del encuentro, que, en un velorio, posibilita el inicio de un duelo. Nos acompaña el dolor, lo negamos festivamente, como sociedad hemos perdido mucho, no solo nosotros, todo el mundo. Claro no es un consuelo. Hay de todas formas un duelo imposibilitado aún, el duelo que creíamos poder hacer hace unos meses, el duelo por la cuarentena, no hay tiempo, ni lugar para eso todavía, aún experimentamos, aunque lo neguemos un tiempo eterno, que nos ubica en un presente traumatogénico, Una colega decía hace unos meses que el Corona virus es el amo del sentido, de nuestra actualidad hoy, y es el momento de las preguntas, sobre el tiempo, el espacio y el cuerpo. La posibilidad cercana de las vacunas, nos cerraron la posibilidad de seguir preguntándonos sobre estos ítems.

En 1934, Freud se pregunta como hace un sujeto para superar lo traumático o sea lo que lo excede. Plantea dos maneras, una positiva y una negativa. La positiva es como salir del trauma traumatizándose o sea no solo repetirlo si no recrear las condiciones, por una continua repetición, se intenta salir del trauma. La negativa, es que nada se repita ni se recuerde, se plantean entonces las inhibiciones y las fobias. Los síntomas son un intento de transacción para dominar lo traumático, aunque en el trauma hay una base compulsiva que tiende a estos dos tipos de respuesta la positiva y la negativa.

Hay circunstancias sociales, familiares, maneras de acontecer la pérdida del ser querido, que hacen que el duelo no se realice. Que no se tenga tiempo. Estamos trascurriendo una de ellas y las dos maneras que plantea Freud de superar lo traumático lo observamos casi juntas o mezcladas en lo social. La necesidad de repetir lo traumático y de negar, con diferentes manifestaciones psíquicas o corporales, síntomas en el cuerpo, manifestaciones de excesos, por ejemplo, de alcohol o drogas y la explosión de la fiesta clandestina, disfrazando la realidad aún traumatogénica o el incremento de la violencia, marca del femicidio y de accidentes domésticos.

Algo importante es que no hay significante que pueda recubrir esa falta y aparece el dolor, ese dolor asociado a la pérdida del objeto.

Voy a diferenciar ahora el dolor psíquico del dolor del duelo. El dolor psíquico aparece cuando hay una ruptura brusca o inesperada del objeto amado. En el duelo van a aparecer accesos dolorosos. El dolor psíquico es un dolor agudo. El dolor en el duelo aparece como accesos de dolor, que van de a poco siendo integrados a un proceso.

Pero que quiere decir que ¿no hay palabras para nombrar lo que se perdió? se dice comúnmente no tengo nada para decir, o no somos nada, es parte de la repetición de lo traumático, pero no del trauma en sí, si no de lo que ya no está. En este sentido es difícil que la persona pueda encontrar una palabra para nombrar lo que perdió, especialmente cuando ha sido algo muy querido. El dolor está por que no hay palabras que puedan nombrarlo. Y es el modo efectivo en que la falla en lo simbólico se hace presente en el sujeto, o sea lo pone ante la castración. En la melancolía es distinto ya que la causa del dolor toma lugar en relación con esta ausencia.

El dolor puede juntarnos y hacer que sea menos intenso, al poder compartirlo con otros. Este puede ser uno de los motivos de los encuentros de esta próxima Pascua tanto de la religión Judía como Cristiana, el poder acompañarnos y darnos de regalo la posibilidad del cuidado mutuo. Ya que del mañana no sabemos…

Autor:

Alberto Álvarez

Descriptores: DEPRESION / DUELO / MELANCOLIA

Directora: Mirta Goldstein de Vainstoc

Secretario: Jorge Catelli

Colaboradores: Claudia Amburgo

José Fischbein

María Amado de Zaffore

ISSN: 2796-9576

Los descriptores han sido adjudicados mediante el uso del Tesauro de Psicoanálisis  de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Presidenta: Dra. María Gabriela Goldstein

Vice-Presidente: Dr. Rafael Eduardo Safdie

Secretario: Dr. Adolfo Benjamín

Secretaria Científica: Lic. Cristina Rosas de Salas

Tesorero: Dr. S. Guillermo Bruschtein

Vocales: Dr. Carlos Federico Weisse, Dra. Leonor Marta Valenti de Greif, Lic. Mario Cóccaro, Dr. Néstor Alberto Barbon, Psic. Patricia Latosinski, Lic. Roxana Meygide de Schargorodsky, Lic. Susana Stella Gorris.